El ABC de la Bilia
Acerca de las clases

11.ELIGIENDO UNA IGLESIA

¿Como puede saber el cristiano a qué iglesia debe unirse? A modo de instrucción a este tema se debe dejar establecido que una persona ingresa a la verdadera iglesia en el mismo momento de su conversión. Esta Iglesia esta formada por todo creyente en el Señor Jesucristo, sin distinción de raza, cultura o color. Los miembros de la Iglesia se encuentran dispersos por todo el mundo, aunque la iglesia completa todavía no ha podido reunirse en un solo lugar.

 

Sin embargo, es posible que los cristianos en cualquier localidad se reúnan como iglesia, y realicen las funciones establecidas en las Escrituras. En los días primitivos, los cristianos se reunían en sus propios hogares (Romanos 16:5; Filemón 2); y leemos que “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión, y en el partimiento del pan y en las oraciones”. (Hechos 2:42).

 

Ahora bien, es muy evidente que es el deseo del Señor que los cristianos se reúnan regularmente. Hebreos 10:25 contiene una advertencia: “no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre”. Además grandes porciones del Nuevo Testamento se dedican a enseñar a los creyentes los privilegios y responsabilidades que tienen como miembros del cuerpo de Cristo (I Corintios 12).

 

Sin embargo, para el recién convertido de nuestros días es un problema saber dónde debe reunirse en comunión. Hay tantos grupos diferentes de cristianos y una diferencia tan grande en sus enseñanzas.

La lista dada a continuación está confeccionada a fin de ayudar al creyente joven a hallar el camino correcto. Al mismo tiempo, se debe poner énfasis sobre el hecho de que el asunto debe ser motivo de intensa oración, a fin de que se pueda conocer claramente la voluntad de Dios. Nuestro conocimiento referente a lo que es la iglesia debe venir únicamente de la Palabra de Dios. Las tradiciones y costumbres de los hombres deben ser probadas según la enseñanza que sobre este tema tenemos en la Escritura (Isaías 8:20).

 

  1. Asegúrate que el grupo con el cual te identifiques reconozca la Santa Biblia como la inspirada e infalible Palabra de Dios, y que tenga las Escrituras como la única autoridad en todos los asuntos de fe y práctica. No es suficiente decir que la Biblia contiene la Palabra de Dios. Es la Palabra de Dios. En consecuencia es absolutamente verídica, y debemos aferrarnos a ella, creyéndola y obedeciéndola (II Timoteo 3:16-17).

 

  1. Asegúrate de que aquellos con quienes te congregues tienen un concepto inequívoco y claro respecto a la Persona de Cristo. Muchos están dispuestos a admitir que Cristo fue un gran caudillo, el más grande hombre de todos los tiempos, o hasta usarán la palabra “divino” al describirlo, pero la gran verdad concerniente a nuestro bendito Salvador es que El es Dios y ninguna otra definición es aceptable (Colosenses• 2:9)

 

  1. Un tercer detalle muy importante que se debe vigilar es que la enseñanza con respecto a la obra de Cristo sea sana. Las Escrituras nos enseñan que el Señor Jesucristo siendo Dios dejó su gloria y se hizo hombre naciendo a través de la virgen María. Que vivió una vida sin pecado, que murió voluntariamente por nuestros pecados en la cruz del Calvario, que fue sepultado, y que, resucitó y ascendió al cielo donde está ahora sentado a la diestra de Dios Padre.

 

(I Corintios 15:1-4). La salvación se obtiene solamente por fe en El, al margen de obras o mérito humano (Gálatas 1:6-9). (Asegúrate de averiguar que se enseña con respecto a su preciosa sangre. Fuera de esa sangre no puede haber remisión de pecados).

 

Además de concordar con los tres exámenes primarios que anteceden, uno debe estar seguro que la iglesia local no contradice, con palabra o práctica, las siguientes e importantes verdades concernientes al cuerpo Cristo:

 

  1. Cristo es la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18,19; Efesios 1:22,23). Ningún hombre puede reclamar esta posición. Donde Cristo es reconocido como Cabeza, la iglesia mirará a El y solamente a El para recibir órdenes y dirección.

 

  1. Todos los creyentes son miembros del cuerpo de Cristo

(I Corintios 12:12,13). Todos los verdaderos hijos de Dios debieran, por tanto ser “bienvenidos” a la comunión con la iglesia (Hay, sin embargo, dos excepciones a esta regla. Aquellos cuyas doctrinas no son sanas, 2 Juan 10 o aquellos que están viviendo en pecado, 1 Corintios 5:13, éstos deben ser excluidos hasta que hayan sido restaurados al Señor).

 

  1. Todos los creyentes son sacerdotes (I Pedro 2:5-9). En el Nuevo Testamento no hay distinción entre sacerdotes y pueblo. Todos los cristianos pueden ahora entrar por fe a la presencia de Dios, trayendo sacrificios de alabanza, adoración y servicio. En la primitiva iglesia todos los miembros eran estudiantes de la Palabra, todos eran ganadores de almas, todos estaban ocupados para Dios. Eso debiera caracterizar a la iglesia del día de hoy.

 

  1. Se debe reconocer la autoridad del Espíritu Santo. Sea en adoración o en servicio, ministerio o disciplina, debe haber libertad para que el Espíritu Santo dirija. Su dirección y autoridad no deben ser limitadas por ceremonias de hombres y organizaciones humanas.

(II Corintios 3:17; Efesios 4:3).

 

Para resumir, entonces, un creyente joven debe tener comunión con aquellos que reconocen a la Biblia como su única guía, que son sanos en cuanto a la Persona y Obra de Cristo, y que tratan de cumplir las enseñanzas del Nuevo Testamento con respecto a la iglesia y sus funciones.

 

 

 

                      12.TESTIFICANDO Y GANANDO ALMAS

 

 

¿Cómo puede un cristiano llevar a otros a Cristo? Ganar almas para Jesucristo es una de las ocupaciones más grandes en el mundo de hoy (Proverbios 11:30). Aunque no hay reglas fijas ni inflexibles para asegurar el éxito en este trabajo, sin embargo hay algunos principios generales que resultarán extremadamente valiosos.

 

  1. Es de primordial importancia que el ganador de almas sea en sí mismo espiritualmente sano. Debe estar alimentándose continuamente de la Palabra de Dios. Debe pasar mucho tiempo en oración. Debe someterse a Dios. Debe confesar y abandonar cualquier pecado acariciado. Caminando así, en el Espíritu, el cristiano encontrará que el Señor proveerá las oportunidades de llevar a cabo un testimonio efectivo. Esta, indudablemente es la Regla de Oro para ganar almas. ”Vivir cerca de Dios” (Mateo 4:19).

 

  1. Es una buena cosa comenzar cada día pidiendo a Dios que nos dirija hacia aquellos a quienes El desea que alcancemos. Es evidente que no podemos hablar a todo el que vemos- Es también claro que no tenemos forma de saber qué almas están “maduras” para la salvación. Pero si dejamos que el Señor nos guíe, trabajaremos más eficazmente, y cosecharemos más fruto para El.

 

  1. Luego durante el día debemos aprovechar las oportunidades para hablar para Cristo. Cuando los compañeros de trabajo usan el Nombre del Señor en forma profana, por ejemplo, suele ser ésta una excelente oportunidad para dar, con tacto, una amable palabra de testimonio. Los temas religiosos se presentan en conversaciones muy a menudo y debemos esperar que se presenten oportunidades: las podemos crear nosotros mismos. Los hombres del mundo hablan libremente de política, del tiempo y de deportes- ¿Por qué, entonces, van a estar sellados nuestros labios con respecto a Cristo, nuestro Redentor?.

 

  1. Cita la Palabra de Dios todo lo posible. ¡Es una Palabra viva!

(Hebreos 4:12). Tiene poder para alcanzar almas más allá de lo que pueden nuestras propias palabras. Es la espada del Espíritu y todo buen soldado de Jesucristo debe usar ésta, la más grande de todas sus armas. Los no creyentes harán todo lo que esté dentro de su poder para evitar que recites versos de la Escritura. Pero no te detengas- Si dicen que no creen a la Biblia, cítala más aún.

 

  1. Sigue cada contacto que haces. No son muchas las personas que se salvan la primera vez que oyen el Evangelio. Generalmente hay que hablarles vez tras vez. Demuéstrales bondad. Alcánzales buena literatura cristiana. Invítalos a asistir a las reuniones contigo.

Sobre todo ora mucho por ellas. No te desanimes si algunos te son hostiles. La oposición es generalmente una señal de que están bajo la convicción del Espíritu Santo, mientras que la indiferencia es prácticamente imposible de tratar.

 

  1. No los apremies para obtener decisiones apuradas. Una profesión de fe falsa no solo es inútil, sino que puede engañar al individuo mismo, y puede hacer un mal incontable a la causa de Cristo. Sé fiel en la siembra de la buena semilla, y Dios será fiel en dar el crecimiento.

 

  1. Si encuentras difícil hablar a otros acerca del Señor, dile al Señor y pídele que te dé la fuerza y el ánimo para testificar de El. Si tú realmente lo deseas, El te lo dará.

 

  1. Lleva siempre una buena provisión de literatura cristiana contigo. No sólo puedes pasar tratados a aquellos con quienes te encuentras sino que también los puedes dejar en medios de transporte, colectivos, restaurantes y en casi todo lugar público.

 

Las recompensas del trabajo de ganar almas son tremendas.

 

  1. ¡El gozo presente de llevar una persona a Cristo es indescriptible! (Lucas 15:10).

 

  1. ¡Cuánto más grande será el gozo en el cielo cuando alguno te salude con estas palabras: “Fuiste tú quien me invitó a este lugar”!

 

  1. Finalmente, cuán incomparable será la emoción cuando el Señor Jesucristo te confiese abiertamente ante la formación de las huestes celestiales (Mateo 10:32).

 

En vista de esto, que nuestra oración constante sea: “Déjenme contemplar la multitud como lo hizo mi Salvador, Hasta que mis ojos con lágrimas se enturbien.

Déjenme mirar con piedad las errantes ovejas, y amarlas con el amor de El” (Mateo 9:36).

 

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