El ABC de la Bilia
Acerca de las clases

CULTIVO DE LA MENTE

 

¿Cuánto vale una mente sana? No tiene precio ¿verdad? El intelecto, o la mente es una de las riquezas más grandes que Dios nos ha confiado. Forma una parte dominante de nuestra personalidad, juntamente con los sentimientos y la voluntad. Sus creencias determinan el rumbo de nuestra vida. Sin el consentimiento de la mente, nos será imposible administrar en forma debida los otros bienes que Dios ha puesto bajo nuestra responsabilidad: Por lo consiguiente estudiaremos primero cómo administrar la mente para agradar a nuestro Dueño y rendirle la mayor utilidad posible.

 

La conversión de la mente.

 

En nuestra conversión a Cristo, reconocemos la incapacidad de nuestra mente para distinguir entre la verdad y el error y su necesidad de una revelación divina que necesitamos para enseñarnos la verdad. No la comprendemos toda, pero reconocemos que esto es por las limitaciones de nuestra mente. Creemos que la Biblia es la infalible Palabra de Dios y la aceptamos como la base para nuestra fe y conducta. De aquí en adelante juzgaremos todas las cosas a la luz de la Biblia. Rechazamos cualquier enseñanza que sea contraria a la Biblia. La Biblia es la verdad. Lo que no concuerda con ella es error. Y de la misma manera nos abstenemos de cualquier conducta contraria a sus preceptos y nos esforzamos para cumplir lo que ella manda.

Por supuesto, para guiar nuestra vida por la Biblia, tenemos que saber lo que ella dice. Para creerla, debemos conocerla. Tenemos que estudiarla para comprenderla. Una parte de la conversión de nuestra mente a los usos que Dios tiene para ella será, pues, el estudio de la Palabra de Dios y la aceptación de sus enseñanzas.

 

El propósito del Dueño.

 

El Dueño de nuestra mente desea que nosotros, los administradores, la llenemos de la verdad. Nos ha dado su Santa Palabra, la Biblia, con doble propósito:

  1. Para que la verdad nos libre del error y nos guíe acertadamente en esta vida.
  2. Para que compartamos la verdad con otros.

Cuando creemos en el Salvador, Dios no solamente nos perdona los pecados. Nos libra de la incredulidad y del error. Pone fe en nosotros, o sea nos da confianza en él y en su Palabra. Viene a vivir en nosotros por medio del Espíritu Santo que nos ayudara a comprender la Biblia y a aplicar su verdad a nuestra vida. Nos ilumina la mente para que podamos hacer para él trabajos que de ninguna manera podríamos hacer solos.

El propósito de Dios es que desarrollemos las facultades mentales que nos ha dado y las pongamos a su disposición. Si lo hacemos, él nos ayudará y las aumentará. Y con su Espíritu, que opera a través de nuestra mente, nos usara para su gloria en maneras que jamás hemos soñado.

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmo 19:7

 

La Preparación del terreno

 

Nuestra mente es como un campo que tenemos que cultivar. Tal como el agricultor labra y abona la tierra para que produzca en abundancia tenemos que desarrollar nuestras facultades mentales para hacerlas producir buena cosecha.

Los alumnos en la escuela al aplicarse a sus estudios estan labrando elterreno de su intelecto. Desarrollan su aptitud para estudiar, razonar, y aplicar a su vida los conocimientos que van adquiriendo. Millares de adultos estan estudiando en escuelas nocturnas o por correspondencia. Quieren aumentar sus conocimientos y superarse intelectualmente para mejorar su situación en la vida.

Con mucha mayor razón un gran ejército de cristianos hoy nos aplicamos a los estudios. Estamos acondicionando nuestra mente para el uso de Dios. Aprendemos la aritmética, Historia, Geografía, Gramática y cuantas cosas más sean necesarias para hacer frente a la vida en este mundo. Lo hacemos ahora no solamente para nuestro propio bienestar, sino para que nuestra vida sea más útil para el Señor. Y estudiemos también lo que nos prepara para el mundo venidero y nos capacita para la obra que Dios nos da.

Millares de personas que no sabían leer al entregarse a Cristo han aprendido para poder leer la Biblia y el himnario. Han cultivado sus facultades mentales, leyendo primero, y estudiando después, la Biblia y la literatura evangélica. Es maravilloso cómo Dios les ha iluminado la mente. Muchos de ellos predican hoy el Evangelio. Otros enseñan en la escuela dominical. Uno publica una revista evangélica. Las almas se convierten bajo su ministerio.

Hay otros cristianos que no se brindan para hacer nada para el Señor. Se disculpan, pensando que su falta de preparación en la niñez o la juventud los excusa. Tendrán que rendir cuentas a Dios por lo que hacen ahora con su mente. Son administradores que tienen en su poder un campo grande y fértil; hay que cultivarlo, porque de otra manera estan defraudando al Dueño de lo que pudiera producir. Deben aprender a leer para leer la Biblia diariamente. Deben aumentar su vocabulario para comprender mejor las Sagradas Escrituras. Y deben mejorar su manera de expresarse hasta poder explicar el evangelio a otros con toda claridad.

Y los que sabemos tenemos el deber de enseñar al que no sabe. Así podemos emplear para la gloria del Señor las facultades y conocimientos que tenemos. Esto es parte de la buena administración de la mente.

 

La siembra y la cosecha.

 

Los pensamientos son la semilla en el campo de nuestra mente. La cosecha depende de la clase de semilla que se siembra. Un refrán dice: Siembra un pensamiento y segarás una acción.

Siembra una acción y segarás una costumbre.

Siembra una costumbre y segarás una vida.

En otras palabras, nuestros pensamientos forman nuestro carácter y determinan nuestros hechos y nuestra vida.

Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Proverbios 23:7.

Los mejores pensamientos que existen se encuentran en la Biblia. Son la semilla buena que Dios ha provisto para nuestra mente. Debemos aprender de memoria muchos textos bíblicos y meditar en ellos.

De esta semilla van brotando la fe, mejor comprensión, actitudes correctas, y muchas buenas ideas. Estas palabras crecen y llevan fruto en acciones buenas y bondadosas, conducta sabia, comunión con Dios y servicio al prójimo.

Una de las actividades más fructíferas de la mente es la comunión con Dios en la oración y la meditación en su Palabra. Dios ha elegido obrar a través de las oraciones de su pueblo. Somos sus colaboradores en esto. Debemos estar alertas a los problemas y necesidades de otros y llevarlos al Señor en la oración.

Debemos desarrollar también la capacidad para oír la voz de Dios que nos habla al corazón. El pone en nuestra mente muchas buenas ideas. A veces son verdades espirituales que quiere que gocemos y compartamos con otros. A veces son ideas de cómo hacer el trabajo que nos corresponde. Siguiendo estos impulsos del Espíritu Santo, hallamos la bendición de Dios sobre nuestras actividades y el éxito corona nuestros esfuerzos.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la

 renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2.

Cuando uno quiere sintonizar cierto programa radial, a veces tiene dificultad en eliminar el ruido de otra estación. Mientras tiene ambas estaciones sintonizadas, es imposible oír lo que quiere. Sigue hasta eliminar una para escuchar la otra. Asimismo tenemos que hacer con la mente. Cuando nos ponemos a orar o a meditar en la Biblia, tenemos que rechazar los pensamientos sobre mil cosas que quieren distraernos. ¡Aprendamos a sintonizar el cielo!

Si llenamos la mente con basura, con frivolidad y las normas de este mundo, nos será difícil oír la voz de Dios. Si los pensamientos se concentran en cómo alcanzar la comodidad en esta vida, no estaremos dispuestos a obedecer la voz del Señor aun cuando nos llama.

Si damos cabida a pensamientos sobre amores ilícitos, estamos abriendo la puerta a la tentación aunque oremos, “libranos del mal.”

Tenemos que disciplinar la mente, no dejar vagar los pensamientos por dondequiera. La mente se ocupa en algo durante todos nuestros momentos despiertos. Aprendamos a aplicarla a cosas útiles. Enseñémosla a administrar sabiamente todos los aspectos de nuestra vida y a poner todas sus facultades a la disposición de Dios. Amemos al Señor con toda nuestra mente.

 

Como combatir las malezas

 

 

El agricultor tiene que combatir continuamente las malezas. Si no, la hierba mala ahoga las plantas buenas. Así, en el terreno de la mente, tenemos que combatir los pensamientos malos, las dudas y las tentaciones.

¿Qué diríamos del hombre que después de sembrar un campo con buena semilla, la volviera a sembrar de cardos, espinos y toda clase de maleza?

¿Qué clase de cosecha tendría?

Nosotros sembramos buena semilla en nuestra mente en los cultos y en nuestra lectura bíblica y oración. ¿Y qué más sembramos en ella? ¿La llenamos, acaso, con escenas de violencia y sensualidad a modo de entretenimiento? ¿Prestamos oído a los cuentos groseros? Estas cosas brotan y crecen. Cual la siembra, tal la cosecha.

El primer paso para combatir la hierba mala, pues, es no sembrarla. En nuestra lectura, en lo que escuchamos por radio o en conversación, en lo que miramos en televisión, y en cualquier otra actividad, sembremos en nuestra mente pensamientos buenos que edifiquen el carácter, y no lo que produce la tentación.

Aun cuando cuidamos bien el terreno, el propio medio ambiente en este mundo está tan lleno de maldad que se nos presentan a veces pensamientos inmundos. Nuestro enemigo, Satanás, procura insinuarlos en nuestra mente. Algunos cristianos tienen una lucha tremenda con los pensamientos malos. Pero con la ayuda de Dios podemos vencerlos.

 

Cuando se nos presenta un pensamiento malo, recordemos que no tenemos que recibirlo y darle lugar. Se ha dicho con respecto a esto mismo:

No puedo evitar que las aves del cielo vuelen por encima de mi cabeza, pero sí, puedo evitar que hagan su nido en mi pelo.

Podemos orar que Dios nos ayude a vencer los pensamientos malos. Una manera de combatirlos es ponernos a pensar inmediatamente en cosas buenas.

Por ejemplo, empezamos a pensar en las faltas de una persona y en un mal que nos ha hecho. Si damos lugar a estos pensamientos, ahogarán el amor que tenemos para ella y producirán el resentimiento. (Nuestros pensamientos determinan en gran parte nuestros sentimientos). En vez de seguir pensando en sus faltas, o tratar de ignorar estos pensamientos, mejor es ponernos a pensar en las cualidades buenas de esa persona. Recordemos que nosotros también tenernos faltas y oremos por la persona que Dios la ayude.

Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8

Citar textos bíblicos que liemos aprendido de memoria es buena manera de ahuyentar al tentador. Cantar himnos es otra. Podemos controlar los pensamientos con la ayuda de Dios y para su gloria.

Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.  2 Corintios 10:5

 

 

¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi

Corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Salino 119:9, 11. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mí corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío. Salmo 19:14.

 

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