El ABC de la Bilia
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48.LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO

SU FUNCION

 

Puesto que los dones espirituales son dados para el provecho y la edificación del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:7 y Efesios 4:12), el enfoque correcto para el estudio sobre la función de los dones sería el de examinar primeramente las grandes necesidades que existen en la Iglesia y Luego determinar cuál es el don que el Señor provee para llenar esa necesidad. El Señor nos llama para servir en su “viña”. El nos destina el lugar y el trabajo particular dentro de esa viña donde nos corresponde trabajar AHORA, ¡El no espera que trabajemos sin HERRAMIENTAS! No. El nos ofrece la herramienta exacta y perfecta para ayudarnos a trabajar con la máxima eficacia.

Esa es, pues, la función de los dones del Espíritu. Simplemente, cumplen la función de una herramienta de trabajo. Puesto que el trabajo es espiritual, estas son ayudas sobrenaturales.

Parece, entonces, que el orden correcto sería: primero, NECESIDAD, y luego, DON.

Por cierto, este enfoque es algo diferente del que examina primeramente en detalle cada don para determinar sus características y su función particular, y una vez hecho esto, busca algún lugar dentro del cuerpo donde ubicarlo. En eso habría siempre el peligro de creer que los dones son “regalos extras”, y que el cuerpo puede funcionar normalmente sin ellos. Pero, las Escrituras no nos enseñan así.

El pequeño bosquejo que sigue nos podrá ayudar a comprender la función de los varios dones en situaciones de necesidad que se presentan en la Iglesia y su obra:

 

NECESIDAD

DON

 

 

Aconsejar, guiar, orientar.

 

Palabra de sabiduría.

 

El saber sobrenatural de hechos ocultos de personas y de la voluntad y forma de Dios para solucionarlos.

 

Palabra de ciencia.

 

Vencer obstáculos, dificultades y peligros.

 

Fe.

 

Grandes obras de fe para convencer al mundo incrédulo.

 

Operaciones de milagros.

 

Salud física para los enfermos.

 

Dones de sanidades.

 

Protección del engaño y falsos profetas.

 

Discernimientos de Espíritus.

Edificación, exhortación, y consolación inspirados.

 

Profecía, géneros de lenguas y la interpretación de lenguas.

 

 

 

 

Definición de los dones del Espíritu Santo.

 

 

PALABRA DE SABIDURIA: La aplicación Divina del conocimiento sobrenatural. Da al cristiano sabiduría sobrenatural para hablar, aconsejar, guiar, decidir y actuar. La sabiduría de Dios manifestada en un creyente (en corto tiempo) (en momentos especialmente necesarios).

 

 

PALABRA DE CIENCIA: EL saber sobrenatural de hechos revelados al cristiano a través de pensamientos, imágenes mentales, palabras visualizadas o conocimiento interior.

 

FE: El creer confiadamente, sin duda ni razonamiento humano que lo que se pide en el nombre de Jesús se concederá ahora. Saber sin sombra de duda la voluntad de Dios para algo y creerlo.

 

 

DONES DE SANIDADES: La sanidad sobrenatural de enfermedades y dolencias sin la ayuda de medios naturales o habilidad humana.

 

 

EL HACER MILAGROS: El poder sobrenatural de Dios que interviene en el curso ordinario de la naturaleza o realizando hechos que son humanamente imposibles.

 

 

PROFECIA: El hablar palabras de Dios, o un mensaje de Dios (para aquí y ahora) por la inspiración del Espíritu Santo,(no es un sermón o discurso inspirado) edificará, exhortará o consolará.

 

DICERNIMIENTO DE ESPIRITUS: El conocimiento sobrenatural dentro del Reino de los espíritus para saber qué clase de espíritu (de Dios, del hombre, o de Satanás) motiva cierta manifestación, palabra, doctrina o persona.

 

DIVERSOS GENEROS DE LENGUAS: Es el hablar en una lengua espiritual (o varias) de oración a Dios o es un mensaje de Dios.

INTERPRETACION DE LENGUAS: Es la interpretación (no traducción) de una oración o mensaje dado en lenguas. No es traducir palabra por palabra sino es dar el significado general del mensaje.

 

A base de la operación de estos dones espirituales la Iglesia Primitiva hizo su avance poderoso en su generación.

Cuando Ananías y Safira procuraron engañar a la iglesia en la venta de su propiedad, Pedro pudo descubrir la mentira, al discernir el espíritu engañoso en esa situación. (Hechos 5:1-11.) Como era necesario organizar y dirigir la iglesia, los apóstoles recibieron una oportuna “palabra de sabiduría” para ayudarles a escoger los primeros diáconos. (Hechos 6:1-7.) Cuando hubo necesidad de milagros y sanidades para convencer a los incrédulos, la labor evangelística de Felipe en Samaria fue bendecida con señales a través de los dones correspondientes, y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados”. (Hechos 8:6,7.) Cuando se necesitó un milagro para librar a Pedro de la cárcel, entró en función el don de milagros, mientras la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él” (Hechos 12:5.) ¡Las puertas de la cárcel se abrieron milagrosamente! Y había mucho más.

En (Hechos 13:6-12) Pablo tuvo una confrontación con un mago y por el don de Fe este quedó ciego por un tiempo por luna orden de Pablo.

La lectura del libro de Hechos muestra en cada página la función de los dones espirituales. Era en verdad una Iglesia llena del Espíritu santo. El Señor confirmó la palabra predicada con “las señales que la seguían”. (Marcos 16:20.)

¿Y para nuestra generación?: Es lo mismo, las necesidades son las mismas (o más grandes) Dios es el mismo, Jesucristo es el mismo y el Espíritu Santo (con sus dones y frutos) es el mismo. ¡El mismo Espíritu Santo quiere darnos su PODER para un nuevo avance en este mundo moderno!

La palabra de Dios nos anima para presentarnos cual instrumentos en las manos del Señor, ser llenos del Espíritu, ser sensibles a los impulsos del Espíritu, y ser utilizados en la manifestación de los “dones” en nuestro ministerio. ¡He aquí la exhortación bíblica!

“Procurad, pues, los dones mejores.” (1 Corintios 12:31)

“No descuides el don que hay en ti.” (1 Timoteo 4:14)

“por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.” (2 Timoteo 1:6)

¡Pidamos los dones espirituales, para funcionar eficazmente en aquel lugar del Cuerpo del Señor donde él mismo nos ha colocado, y así tendremos grandes victorias y podremos ayudar mejor a la gente y por consiguiente la iglesia crecerá y miles serán salvos.  ¡Pidamos por fe! ¡Pidamos porque sentimos que no estamos llenando del todo la NECESIDAD que se nos presenta de alcanzar a un mundo perdido para Cristo!

 

 

49.LA RELACION ENTRE LOS DONES

Y EL FRUTO DEL ESPIRITU.

 

Al finalizar el tema anterior sobre los dones del Espíritu, leímos la  exhortación de San Pablo en (1 Corintios 12:31): “Procurad, pues, los dones mejores.” Pero, al terminarse la lectura de ese mismo versículo, encontramos estas palabras: “Mas yo os muestro un camino aun más excelente.” En seguida el apóstol nos hace ver la importancia del amor en todo el capítulo 13.

Hay personas que ven un conflicto al tratar de relacionar los dones con el fruto del Espíritu, especialmente después de leer estos dos grandes capítulos de la Biblia. En esta parte de nuestro estudio trataremos sobre este problema. (Se sugiere al alumno la lectura de 1 Corintios 12:31 a 14:1 y Gálatas 5: 16-26, antes de proseguir el estudio del presente capítulo.)

 

  1. La diferencia entre “DONES” Y “FRUTOS”.

 

Cierto es que existe una diferencia entre estas dos manifestaciones importantes del Espíritu Santo. Los dones del Espíritu tienen que ver con el ministerio y servicio, mientras el fruto se relaciona con el carácter. Si el don representa la herramienta con que se trabaja, entonces el fruto representa la mano que la maneja.

El fruto se logra por un proceso de continuo crecimiento, en la vida interior del cristiano. El fruto requiere tiempo para desarrollarse y madurarse. Los dones son dados por la acción de Dios desde afuera, son “regalos de gracia” en respuesta a la fe, y al ser llenos del Espíritu santo pueden manifestarse en cualquier momento, (pero no son “posesión” del creyente a travéz del cual se manifiestan) esto sucederá en los momentos que el Espíritu Santo quiere. Para resumir la diferencia entre los dos, entonces, diremos que el fruto se produce gradualmente y se manifiestan en nuestro carácter mientras que los dones se manifiestan desde adentro (del interior correrán ríos de agua viva)(es dentro de nosotros donde está el Espíritu santo) en el momento oportuno y necesario.

 

  1. La semejanza entre “DONES” y “FRUTO”.

 

Tanto los dones como el fruto del Espíritu son divinos y sobrenaturales. Ambos tienen su fuente en la operación del Espíritu Santo. El mismo Espíritu produce los dos, pues ambos constituyen dos fases importantes de la operación del Espíritu Santo en nuestras vidas.

El hecho de que el gran capítulo del amor (1 Corintios 13) esté puesto entre los dos capítulos que tratan de los dones espirituales (capítulos 12 y 14) nos debe enseñar que los dos aspectos están íntimamente relacionados entre sí, y que debe haber un equilibrio mutuo entre ellos.

 

  1. La relación correcta entre los “DONES” y el “FRUTO” del Espíritu Santo.

 

No se debe pensar que el uno es más importante que el otro, pues los dos son muy necesarios para un desarrollo normal del obrero cristiano.

Cuando Pablo dijo: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:31), no quería enseñar que se debe seguir el amor en vez de los dones, o a costo del descuido de los dones, sino que el camino más excelente sería que los dones tuvieran su manifestación a través de una vida llena del amor. Así es que el uno no debe tomar el lugar del otro. Pablo mismo llega a esta conclusión clara al comenzar el capitulo 14, al decir: “Seguid el amor, y procurad los dones espirituales”. Las Escrituras nos enseñan un perfecto equilibrio entre los dones y el fruto del Espíritu. Los dones deben tener su plena operación dentro de una vida de continuo desarrollo del fruto espiritual. De este modo el Espíritu de Dios tendrá su plena libertad de acción dentro de nuestra vida, y no se “contristará” (1 Tesalonicenses 5:19) por no poder manifestar sus operaciones de poder. ¡Oremos a Dios para tener esa vida!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                        50.LA UNCION DEL ESPIRITU SANTO

 

Al comenzar su ministerio en este mundo, el Hijo de Dios pronunció estas hermosas palabras:

“El Espíritu del Señor está sobre mí.

Por cuanto ME HA UNGIDO para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18, 19)

Años más tarde, el apóstol Juan impulsó a los cristianos del primer siglo al decir: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas… la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros…” (1 Juan 2:20,27).

Y Pablo, al escribir a los corintios, les recordó la manera en que se hizo el poderoso avance del evangelio en su ministerio: “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios’ (1 Corintios 2:4, 5). Y en su segunda carta a esa iglesia Pablo declara concretamente: “El que nos confirma con vosotros en Cristo y EL QUE NOS UNGIO, es Dios” (2 Corintios 1:21).

En la vida de Cristo y sus apóstoles había una manifestación especial del Espíritu Santo que ellos identificaron como una “unción’. Miles de creyentes y ministros de nuestros tiempos también gozan de esa intervención espiritual en sus vidas.

En los tiempos del Antiguo Testamento, los reyes, profetas y sacerdotes fueron ungidos como señal del escogimiento divino y separación de sus vidas al servicio de Dios. En ceremonia especial, se derramó sobre sus cabezas una preparación de aceite. El salmista David se gozó en pensar en esos ungimientos y cantó:

 

“Es como el buen óleo sobre la cabeza,

El cual desciende sobre la barba,

La barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras” (Salmo 133:2)

Todo eso era figura de la gloriosa unción del Espíritu Santo reservada para los siervos del Señor en la dispensación del Nuevo Testamento y en estos tiempos. El aceite es uno de los grandes símbolos del Espíritu Santo en las Escrituras. Como un “aceite” celestial que nos cubre todos los días, y fluye a través de nuestro ser, es la unción del Espíritu Santo. En esta unción está demostrado todo el PODER PARA SERVIR que hemos ido examinando a través de las páginas del presente estudio.

 A continuación se comparten con el lector las palabras propias de los hombres que Dios está usando hoy en el gran avivamiento del Espíritu santo. Cuando se les hizo la pregunta, ¿qué significa para usted la unción del Espíritu Santo? : esos hermanos respondieron:

“Para mí, la unción tiene el sentir muy grato de que no estoy solo: El Señor está conmigo. Me siento confortado y refrescado interiormente”.

“Predicar ungido me da facilidad de palabras, claridad de ideas, memoria para recordar en el momento preciso los textos que necesito, gracia y valor para hablar, y esa sensación de dominio, seguridad y autoridad que nos hace efectivos en la salvación de las almas, la edificación de los creyentes y la glorificación del nombre de Dios.”

“Cada vez que he predicado con esa unción divina, me he sentido muy feliz, porque esa unción hace que haya contacto con los oyentes, hace que ellos sientan lo mismo que yo estoy sintiendo”.

“Para mí la unción del Espíritu Santo es la fórmula para que el predicador pueda penetrar en el corazón de sus oyentes. El leñador es el predicador y el hacha es la unción del Espíritu Santo. Los árboles pueden ser almas. Sin el hacha no podemos derribar árboles. A veces damos golpes con el puro cabo y no logramos nada.”

“Ella me ha mostrado una nueva dimensión en mi vida y ministerio.”

“Las palabras que hablamos salen de nuestros labios con un poder casi sin el esfuerzo humano, y estas palabras, comunicadas a los corazones, son exactamente lo que el oyente necesita. Entonces uno se da cuenta de que era el Espíritu Santo el que nos estaba guiando. Tiene doble efecto; en el oyente, y en el predicador.”

“Cuando viene la unción siento la presencia de Dios, gran fe y que ese es el momento para actuar respaldado por Dios totalmente, para cualquier cosa o milagro que El quiera hacer, también siento una gran resolución, intrepidez y paz”.

¡Son testimonios que hacen eco de las palabras de San Pablo en aquel gran avivamiento del Espíritu Santo en el primer siglo!

¡Gracias a Dios por esa unción! ¿Qué haríamos sin ella? La necesita cada creyente, obrero local, maestro, pastor, evangelista y dirigente de la obra del Señor.

Recordemos, hermanos, esta importante exhortación bíblica:

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel (era un siervo de Dios ungido)serás reducido a llanura.”(Zacarías 4:6, 7)

Hay montañas por delante que hay que reducir a llanuras en el glorioso avance del Evangelio. Nuestro éxito está con el Espíritu de Dios.

Hagamos uso, pues, del PODER DIVINO PARA SERVIR que comenzó su operación en nuestra vida cuando pasamos por los umbrales del bautismo en el Espíritu Santo, que nos fortifica todos los días en una vida “llena del Espíritu Santo” y que tiene su manifestación gloriosa a través de los “dones” correspondientes dentro de la atmósfera adecuada de los “frutos” con la gracia especial de “la unción del Espíritu Santo”.

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