El ABC de la Bilia
Acerca de las clases

37.La Vida Cristiana sencilla y práctica

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15, 16.

¿Qué quiere decir el “entregar la vida a Cristo”? ¿Acaso no será poner nuestro tiempo a su disposición? El filósofo Benjamín Franklin dijo: “¿Amas la vida? Pues, no malgastes el tiempo porque es la esencia de la vida.” Al reconocer a Dios como dueño de nuestra vida, vemos que nos corresponde administrar nuestro tiempo bajo sus instrucciones.

Es nuestra responsabilidad planear nuestros días para sacar el mayor provecho posible de ellos. El Señor Jesús dijo: Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.

 El, nuestro ejemplo, aprovecho bien cada día.

Dios Primero

 

Empezamos el día consultando con Dios sobre las actividades que él nos quiere señalar. Nos dedicamos nuevamente a él y recibimos su ayuda para cada día. Hacemos esto en las devociones particulares y también en el devocional familiar, reuniendo a la familia para leer la Biblia y orar antes de comer, ir al trabajo o a la escuela.

A veces tenemos que sacrificar algunas cosas de poco valor para dar más tiempo a actividades que son de valor eterno.

 

Dedicamos a Dios de una manera especial el domingo, el día del Señor. Reposamos, en lo posible, de los trabajos materiales y pasamos el día en la obra del Señor y en comunión con él. Esto probablemente incluye unas dos horas por la mañana en la Iglesia y tal vez dos por la tarde o en la noche.

Algunas personas, como las madres con niños pequeños, tienen responsabilidades que les impiden estar tanto tiempo en la Iglesia, pero asisten conforme a su posibilidad, lo mismo que los ancianos.

 

Respetar el tiempo de otros.

 

 

El hacerle esperar a otra persona en una cita es malgastarle el tiempo y robarle un poco de su vida. Alguien ha dicho: “El ser puntual no es ser esclavo del reloj, sino es no quitar de otro lo que no se le puede dar, el tiempo.”

Empezando en casa, procuremos ser considerados con el tiempo de los demás. Seamos puntuales tanto en servir las comidas a la hora como en ir a la mesa sin demora en el tiempo señalado, o cuando nos llaman. Enseñar a los niños la puntualidad es hacerles un gran bien.

En las reuniones Cristianas también es importante ser puntual, se debe empezar en la hora anunciada. Es una cita que tenemos con Dios y con el pueblo. Lo mismo se aplica a las reuniones caseras o estudios Bíblicos. Por ejemplo, si un maestro llega a su clase con cinco minutos de atraso, ha defraudado a cada alumno de cinco minutos de instrucción. Si hay 20 alumnos presentes, les ha robado 100 minutos o sea una hora y cuarenta minutos.

En el trabajo también debemos respetar el tiempo de otros. La honradez demanda que entreguemos la medida cabal de lo que se nos compra. Si nos pagan para trabajar cierto número de horas, demos la medida cabal de trabajo para cada hora. No malgastemos el tiempo que ya pertenece a la compañía o al patrón.

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. Salmo 90:12.

 

Ser bondadosos, equilibrados y eficientes.

 

 

No administremos el tiempo egoístamente. Demos de nuestro tiempo para el  bien de otros. Ayudemos a los que necesitan nuestra ayuda, empezando por casa.

Seamos equilibrados en la administración del tiempo aprovechándolo bien. Cumplamos con nuestras responsabilidades y cuidemos del bienestar físico, mental y espiritual.

Procuremos ser más eficientes en nuestros quehaceres para hacerlos más rápidamente. Así ganamos unos minutos adicionales cada día. Busquemos dominar la mejor manera de hacer cada tarea. Al llegar a hacerlas automáticamente, aprovechemos el tiempo haciendo a la vez algún trabajo mental. Por ejemplo, al lavar, planchar la ropa, o barrer la casa, la mente se ocupa en algo más que en la tarea. Podemos emplearla  mientras trabajamos en conversar con el Señor en oración silenciosa.

Aprendamos a utilizar los momentos libres entre tareas, en camino al trabajo, o mientras esperamos. Llevemos un libro en el bolsillo. Estudiemos. Aprovechemos las oportunidades para el evangelismo personal en el ómnibus. Saquemos 60 minutos de valor de cada hora. El largo de la vida no es tan importante como su intensidad.

 

 

ADMINISTRACION DEL HOGAR

 

Hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Lucas 19:5.

El hogar cristiano bien administrado es una de las mayores bendiciones que existen en la tierra. El primer paso para administrarlo bien es reconocer a Cristo como Cabeza y actuar en todo de acuerdo con esto.

En muchas casas se ve el lema: “Cristo es la Cabeza y actuar en todo de acuerdo con esto.”

En muchas casas se ve el lema: “Cristo es la Cabeza de este hogar, el Huésped invisible en nuestra mesa, el Oyente silencioso de toda conversación.”

Reconozcamos más la presencia de Cristo en nuestro hogar. Empecemos el día conversando con él. Que el corazón se comunique con él durante el día con la misma naturalidad con que se habla con los miembros de la familia.

Cristo está en nuestro hogar. Pensemos en los preparativos que haríamos si el alcalde del pueblo, o el presidente de la república, viniera a pasar una semana en nuestra casa. ¡Qué limpieza se haría! Arreglaríamos cualquier mueble roto. Pondríamos todo en la mejor condición posible dentro de nuestros recursos. Daríamos instrucciones muy claras a los niños sobre cómo portarse.

Les enseñaríamos a usar buenos modales a tratar a todos con cortesía. Procuraríamos que todo fuera gozo y luz en el hogar durante la visita del personaje tan distinguido.

¿Debemos hacer menos cuando el Rey del universo se ha dignado aceptar nuestra invitación y ha venido a residir en nuestra casa? Por humilde que sea la casa, si Cristo la honra con su presencia, ¿no debe ser limpia y bien ordenada?

¿Y qué diremos de los modales? Cuidamos del lenguaje delante de los grandes de nuestro país. ¿Debe haber pleitos y gritos en la casa donde Cristo vive? Ante un personaje de importancia decimos: “Por favor,” “Gracias,” “Con su permiso,” y otras frases de cortesía. ¿Seremos menos corteses en un hogar  donde se encuentra nuestro Rey celestial?

Cuando recordamos que Cristo es el Oyente silencioso de toda conversación, desaparecen los chismes, las críticas, y las quejas. Le damos gracias por la comida y no nos quejamos de lo poco que podamos tener en ese momento. Y descubrimos que con su presencia, el gozo reina en el hogar.

Si pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

1 Corintios 10:31.

Un cristiano que recién va a formar su hogar sabrá que tiene que ser con una persona que tiene el deseo de que Cristo sea Cabeza. De otra manera, habrá desacuerdos continuos y muchos problemas futuros.

 

Responsabilidad para los suyos.

 

 

Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. 1 Timoteo 5:8.

Es la responsabilidad de los padres velar por las necesidades de los suyos, en lo espiritual y en lo material. No se debe dejar a la familia abandonada, ni aun para salir a predicar el evangelio. Se trabaja para alimentar, vestir, poner a los niños en la escuela y satisfacer sus necesidades.

Una de las cosas que más precisan es el cariño de los padres. Cuando enseñamos a nuestros hijos que Dios es un Padre amoroso, ¿cómo lo comprenderán si no han sentido el calor del amor paternal en el hogar? Démosles amor, paciencia y comprensión.

La administración del hogar incluye la crianza de los niños en los caminos del Señor. Dios ha dado a cada padre la responsabilidad de ser el sacerdote de su propia casa. Es decir, debe interceder por los miembros de su familia, dirigirlos en buscar a Dios y en la comunión con él, y enseñarles la Palabra de Dios. Esta dirección espiritual del hogar se incluye en el “proveer para los suyos.”

Otra parte de la provisión es enseñar a los hijos a ser trabajadores, honrados, buenos cristianos y buenos ciudadanos. Se les inculca buenos modales e ideales nobles. Los hijos son un tesoro que Dios ha puesto a nuestro cuidado. Que él nos de sabiduría para orientar sus vidas de tal  manera que lleguen a ser miembros útiles del reino de Dios y una bendición a la humanidad.

Dios desea bendecir nuestro hogar ricamente, pero para recibir estas bendiciones, es necesario que haya en él la obediencia, la rectitud y el amor de Dios. Si los hijos no aprenden a obedecer a sus padres, ¿cómo aprenderán la obediencia a Dios?

Porque yo se que mandará a sus hijos y a su casa después de si, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Génesis 18:19

 

Responsabilidad hacia la comunidad.

 

 

Dios desea que el hogar cristiano sea un ejemplo del reino de Dios sobre la tierra. Los vecinos deben ver en él un testimonio de lo que hace el evangelio. Debe ser una demostración continua de las virtudes cristianas: el amor, el gozo, la sinceridad y franqueza, la consideración de los unos para los otros, la paciencia frente a los problemas, la paz y la fe.

Debe ser también un faro de luz, un centro de evangelismo para su comunidad. Muchas iglesias han principiado con reuniones de oración o de evangelismo en una casa particular. Se puede brindar la sala o el patio para enseñar la palabra de Dios, o celebrar en casa reuniones de oración con los vecinos.

 

 

 

La Hospitalidad.

 

 

No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Hebreos 13:2.

Mateo, el publicano, después de convertirse, hizo una comida especial e invitó a sus amigos para hacerles conocer a Cristo. Nosotros podemos usar el mismo método para conversar con algún amigo acerca del Señor. Abrir las puertas de su casa para los nuevos cristianos, los jóvenes y otros hermanos de la iglesia hará crecer el amor cristiano y fortalecerá a todos. La hospitalidad para los obreros del Señor trae bendición al hogar y extiende el reino de Dios. Hospede al predicador cuando sea necesario. Comparta su hogar con un sirvo de Dios mientras él abre un campo nuevo. Invite al pastor y su familia a comer en su casa. Socorra al necesitado.

Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. 1 Pedro 4:9. Compartiendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. Romanos 12:13.

 

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