El ABC de la Bilia
Acerca de las clases

ADMINISTRACION DE LA IGLESIA.

 

El cuerpo físico existe para servir a nuestro espíritu. Lleva a cabo los planes y proyectos que la mente le indica. El propósito de la existencia de cada miembro es cooperar con los demás miembros del cuerpo para llevar a cabo la voluntad de la mente. Asimismo, la Biblia nos enseña que la iglesia es el cuerpo de Cristo. Cada miembro tiene su función en cooperación con los demás para llevar a cabo los planes de Cristo, la Cabeza.

Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Colosenses 1:18; 1 Corintios 12:27.

Tal como el cuerpo proporciona la manera de unir a los miembros para que trabajen juntos en perfecta armonía, así la iglesia proporciona a sus miembros la manera de unir sus esfuerzos y coordinarlos para llevar a cabo la tarea que la Cabeza les encomienda. No funcionan cada uno por su cuenta, sino en el organismo y la organización que se llama la iglesia.

Como administradores de Dios, tenemos cada cual la responsabilidad de ejercer su función en la iglesia. Cada miembro hace su parte para el cuidado del cuerpo y el desarrollo del trabajo del Señor.

 

La casa de Dios.

 

Los cristianos nos reunimos y organizamos iglesias locales. Así podemos adorar a Dios y trabajar juntos en su causa. A veces las reuniones principian en una casa particular, pero tan pronto como se puede, se dedica un local para ser la casa de Dios. Puede ser un templo hermoso o una capillita humilde, casa alquilada o iglesia. Lo más importante es que pertenece a Dios y merece nuestro respeto.

Cuando nos reunimos en la iglesia, es para encontrarnos con el Señor del r universo. Hemos invocado su presencia.

No es lugar, pues, para conversaciones sobre cualquier tema, o de permitir corretear a los niños. Es lugar de adorar a Dios con reverencia, y de escuchar atentamente su Palabra.

Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra. Habacuc 2:20.

Es hermoso alabar a Dios con instrumentos de música. Para esto el ensayo es esencial, pero los momentos antes de empezar el culto no son propios para estar ensayando un instrumento. Más bien, se deben dedicar a la oración y meditación. Así se preparan el corazón y el ambiente para el culto que sigue.

Las instrucciones detalladas que Dios dio para la construcción del templo en tiempos bíblicos nos hacen comprender que él se interesa por el cuidado que damos a su casa. El Señor merece lo mejor que tenemos. Su casa no tiene por que ser lujosa. Puede ser muy sencilla (o no), pero limpia, bien pintada, bien alumbrada y lo más presentable posible.

Procuremos tenerla en condiciones que traigan a los vecinos a los cultos.

Una congregación construye la casa de Dios y provee los muebles correspondientes. Puede hacerlo poco a poco según pueda. Parece sacrificio, pero serán recompensados ampliamente con las bendiciones del Señor. De interés especial sobre este tema es el libro de Hageo. En la construcción del templo, como en cualquier otra empresa, uno debe actuar de acuerdo con sus posibilidades. Debe considerar las necesidades de la obra y no meterse en compromisos que no podrá cumplir.

 

 

Administración financiera.

 

Uniendo los esfuerzos podemos hacer mucho que de ninguna manera podríamos lograr con trabajar cada uno por su cuenta. Por consiguiente, seguimos el plan bíblico de entregar a la tesorería. de la iglesia de diezmos y ofrenda de los miembros. Los fondos se administran según los principios básicos establecidos por la iglesia y de acuerdo con las decisiones tomadas en las sesiones de negocios. Se deben observar escrupulosamente los principios de la buena administración, sabiendo que hay que rendir cuentas a Dios por el manejo de este dinero. Es dinero sagrado, dedicado a Dios para el sostén del ministerio y los otros gastos de la obra. Consideremos algunos de estos principios.

Al levantar una ofrenda, cuando menos dos personas, y preferiblemente tres, deben contarla juntas para después apuntarla en el libro de la tesorería. Esto no es por sospecha de la honradez del tesorero, o del pastor. Más bien es para su protección, para no dar a nadie lugar para sospechar la malversación de fondos de la iglesia.

Si la iglesia está donde hay servicio bancario, debe tener una cuenta en el banco en vez de guardar el dinero en la casa del tesorero. La cuenta se hace de tal forma que para girar sobre ella se precisa la firma de tres personas. El tesorero presenta a la junta directiva de la iglesia las cuentas que hay que pagar. Las personas indicadas firman los giros y todo esta completamente en orden. Así los miembros de la iglesia no estarán metiendo en aprietos al tesorero suplicándole que les preste dinero de los fondos de la iglesia. Se evita también la tentación de tomar prestado por unos días un dinero de la iglesia.

Informes mensuales o periódicos a la congregación sobre las entradas y las salidas y el estado de cuenta son parte de la administración correcta. Los que invierten dinero en cualquier empresa tienen el derecho de saber cómo se emplea. Los informes puntuales protegen el buen nombre de la iglesia, infunden confianza y estimulan la cooperación.

La cooperación de todos los miembros con sus diezmos y ofrendas sufraga los gastos y hace posible sostener a un pastor que dedique todo su tiempo a la obra. De la misma manera, la cooperación de todas las iglesias con cierto porcentaje de sus entradas hace posible la dirección adecuada de la iglesia nacional. Provee para el sostén del superintendente y cubre otros gastos necesarios.

La cooperación entre iglesias en ofrendas misioneras también hace posible la evangelización de campos nuevos y la extensión del reino de Dios hasta los últimos confines de la tierra.

 

Movilización de los miembros.

 

Para lograr la administración óptima de sus recursos, la Iglesia tiene que movilizar a todos sus miembros, entrenarlos para trabajar y darle a cada uno una responsabilidad de acuerdo con su capacidad.

La Iglesia donde dos o tres personas hacen todo el trabajo está desperdiciando su mayor recurso: Los hombres, mujeres y niños que no tienen oportunidad de desempeñar la función que les corresponde en el cuerpo de Cristo.

Cristo envió al Espíritu Santo para ser la fuerza vital en su cuerpo, la iglesia. Tal como el sistema nervioso, partiendo del cerebro, lleva a cada miembro del cuerpo los impulsos y fuerza para el trabajo que ha de realizar, así el Espíritu Santo hace en la iglesia. Une a cada miembro con nuestra Cabeza en el cielo. Nos impulsa para la obra que él tiene para cada. uno, y nos da la fuerza para hacerla.

Sin él nada podemos hacer, pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Es importante que cada miembro de la iglesia reciba el Bautismo en el Espíritu Santo para tener el poder espiritual que necesita para el ministerio que le corresponde. Luego debe seguir aprendiendo a rendirse a la dirección del Espíritu para el cumplimiento de la voluntad de Cristo.

El cristiano que trata de hacer la obra del Señor sin buscar la plenitud del Espíritu Santo está faltando en su deber como administrador. Es como quien tiene que arar un campo enorme. El dueño a puesto a su disposición un tractor potente con un arado grande. También ha enviado un operario para enseñarle como manejar la maquinaria. Pero el trabajador tiene miedo a tanta potencia. Se pone a arar los surcos casi interminables con arado de palo y una yunta de bueyes. Desecha lo provisto por el dueño para la tarea, y luego se queja de la imposibilidad de cumplir con el trabajo que se le ha asignado.

Dios nos ha dado la tarea de ir por todo el mundo y predicar el evangelio a todo ser humano. Recibamos pues, el poder provisto para la obra que nos corresponde.

El Espíritu Santo presenta el llamamiento del Señor para distintas actividades. Llama a todos los cristianos, y les reparte dones naturales y sobrenaturales para el buen desempeño de sus varios trabajos. Hace a unos responsables para ayudar a otros en el desarrollo de sus talentos y en el uso de los dones espirituales.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo… dió dones a los hombres… Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. Efesios 4:7, 8, 11, 12.

 

 

Administración de los dones espirituales.

 

Los dones que el Espíritu Santo nos imparte son para ser usados para la salvación de las almas y la edificación del cuerpo de Cristo. No son para dejarlos sin uso, ni solamente para gozarnos de ellos.

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Romanos 12:4-8.

En las epístolas de Pablo tenemos consejos sobre la administración ordenada y equilibrada de los dones espirituales. Los corintios habían caído en la falta de dar más lugar de la cuenta a los dones espectaculares. Pablo les enseño que la iglesia debe usar los dones para la gloria de Dios y no para la gratificación personal. Hay lugar y tiempo para cada uno de los dones.

Procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden. 1 Corintios 14:39, 40.

No dejemos latentes y sin uso los dones que Dios pone a la disposición de la iglesia. Busquemos la unción del Espíritu Santo y obremos en su poder al testificar y al hacer cualquier otro trabajo para el Señor.

Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti. 2 Timoteo 1:6. Seguid el amor; y procurad los dones espirituales. 1 Corintios 14:1.

Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. 1 Pedro 4:10, 11.

 

Administración del evangelio.

 

El evangelio es las buenas nuevas de la salvación en Cristo. Es pan de 1 vida para los que se mueren de hambre. Es el aviso de perdón para los que están condenados a morir. Cristo ha entregado a su iglesia este pan para los hambrientos, y este mensaje de perdón. Somos sus colaboradores para la salvación de las almas. El ha provisto la salvación pero a nosotros nos corresponde el llevar el mensaje.

Somos administradores del evangelio. No podemos vivir indiferentes a los que se mueren sin el evangelio. Tenemos que buscar y emplear todos los medios posibles para cumplir con nuestro deber. Solo, ninguno puede cumplir una tarea tan enorme. Juntos, podemos hacerlo.

Damos nuestro testimonio personal a parientes y amigos. La iglesia tiene cultos, clases y visitación de casa en casa. Se predica el evangelio en grandes campañas, por radio y por televisión. Se anuncia en la iglesia, en la calle y por la página impresa. Se enseña en escuelas, clínicas, hospitales y asilos cristianos. Publicadores, libreros y colportores lo ponen en las manos del pueblo. Y millones de cristianos respaldan esta actividad en oración, para que surta efecto y las almas se salven.

Cualquiera que sea nuestra parte en la administración del evangelio, aprovechemos las oportunidades que se nos presentan, y algún día Cristo nos recompensará.

“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los ministerios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel”. 1 Corintios 4:1, 2.

 

 

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