El ABC de la Bilia
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42.EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

SUS PROPOSITOS.

 

 

La noche antes de la crucifixión de Jesús, el apóstol Pedro vaciló en su posición y testimonio, llegando al extremo de negar tres veces a su Señor. Después de recibir poder de lo alto el Día de Pentecostés, Pedro fue transformado y dio testimonio en una forma tan convincente que tres mil almas se entregaron a Cristo. ¿Qué había pasado en la vida de ese discípulo temeroso y vacilante? ¡Había recibido el bautismo en el Espíritu Santo!.

Obedeciendo a ciertas necesidades grandes del creyente en Cristo, el bautismo en el Espíritu Santo proporciona poder para cumplir los siguientes propósitos de vida:

 

  1. Fortaleza para ser un fiel testigo de Cristo.

 

 

“Recibiréis poder”, prometió Jesús, “cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

El Espíritu Santo proporciona la fortaleza divina para un testimonio fiel y rebosante de la experiencia cristiana. Pedro recibió esa fortaleza. Los creyentes de la primera Iglesia en Jerusalén pasaban por amenazas y persecuciones, pero “cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban CON DENUEDO la palabra de Dios” (Hechos 4:31).

 

  1. Poder para cumplir con la comisión de Cristo.

 

 

Antes de ascender al cielo, el Señor Jesucristo encargó la continuación de su gloriosa obra en manos de sus discípulos. Durante los tres años de su ministerio, Cristo había solamente iniciado su obra. Quedaba la labor esforzada de la evangelización del mundo entero. El pecado reinaba en el mundo. Había enfermos que necesitaban ser sanados, demonios que debían ser expulsados, y una Iglesia que debía fundarse. ¿Cómo cumplir con tan difícil tarea? ¿Cómo cumplir con la misma comisión en pleno siglo XX en situaciones aún más difíciles? ¡Sólo con la capacitación espiritual que el mismo Cristo prometió en el Bautismo de Poder!.

Las palabras de Jesús a sus discípulos fueron: “Que se predicase… el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:47-49). Días antes, Cristo les dijo también a ellos: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre… Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”(Juan 14:12 y 16).

Con el poder del Espíritu Santo estos primeros discípulos cumplieron en pocos años esa gran comisión del Señor. Al final del primer siglo, la Iglesia contaba con millones de cristianos en todas partes del mundo conocido.

Delante de nosotros está la tarea inconclusa. Sólo una Iglesia llena del Espíritu Santo hará frente a una labor de semejantes proporciones.

 

  1. Una vida de victoria personal.

 

 

El bautismo en el Espíritu Santo proporciona una vida victoriosa para una vida llena del Espíritu y completamente rendida al Señor. El hecho de profesar fe en Cristo no presupone una vida de victoria personal. Hay un enemigo activo.(El diablo y sus demonios)(2 corintios 2:11;Hebreos 12:1; Mateo 26: 41; 1Pedro 5:8; Efesios 4:27; 6:12)

Nuestra vida puede ser ilustrada por un vaso, pues el apóstol Pablo nos llama “vasos de barro”.

Mientras el vaso, aún habiendo sido limpiado, sigue vacío o está a medio llenar, hay cabida para una infinidad de cosas que el mismo enemigo quisiera introducir en nuestra vida. Sólo cuando el vaso está completamente lleno y rebosando (del Agua de Vida el Espíritu Santo) tenemos la seguridad de que no hay cabida para las basuras del diablo. Si se hecha agua en un vaso hasta que éste rebose la misma acción del agua saca cualquier pajilla que se halla introducido en el vaso. Así es la vida cristiana también.

 

  1. Una puerta de acceso.

 

Otro propósito del Bautismo en el Espíritu Santo es proveer una puerta de acceso a la vida llena del Espíritu y el ejercicio de los dones del Espíritu Santo. Este bautismo no es un fin en si mismo. Allí no debe terminar nuestra búsqueda de Dios ni el anhelo de profundidades espirituales. El bautismo sirve como una puerta que se abre a una vida nueva en “el espíritu”.

Allí, en esa vida, hay riquezas espirituales, dotaciones especiales y experiencias diarias de ministerio efectivo. Falta explorarlo. Pero se tiene que entrar por la puerta. El bautismo en el Espíritu Santo es como la puerta de calle que se abre a una extensa propiedad. Una vez que entra a la propiedad, la persona puede explorar todos los patios, habitaciones y compartimientos que allí existen. Así también es el bautismo en el Espíritu que abre al creyente una vida espiritual completamente nueva.

 

 

EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

SU NATURALEZA

 

 

Para ayudarnos a comprender la naturaleza de esta experiencia sublime cuando el creyente en Cristo recibe el poder de lo alto, la Biblia hace una comparación entre el bautismo en agua y este bautismo espiritual.

Juan el bautista dijo: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11).

Jesús mismo dijo: “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:5). Tanto Juan Bautista como Cristo hicieron comparación entre estos dos bautismos.

La misma palabra “Bautismo” en su etimología siempre lleva el sentido de estar completamente cubierto. Trata de una inmersión. Los griegos de los tiempos bíblicos empleaban la palabra en el sentido secular del proceso de sumergir lana en cierta solución líquida para teñirla. El género quedó completamente cubierto por el líquido y fue cambiado de color. ¡Se bautizó”!.

En el bautismo en agua el pastor sumerge al candidato en el agua. Cumpliendo con el simbolismo de ser sepultados juntamente con él (Cristo) para muerte por el bautismo” (Romanos 6:4). En el bautismo en el Espíritu. Santo, el que bautiza es Cristo, y el elemento en el cual se sumerge al candidato para una saturación espiritual completa y una inundación gloriosa de todo su ser, es el Espíritu Santo (como río de agua viva).

Para comprender aún mejor esta experiencia espiritual, nos ayudará un estudio de los dos primeros capítulos del libro de los Hechos. Allí están escritos los detalles del primer gran descenso del Espíritu Santo en el día del Pentecostés:

 

Manifestaciones sobrenaturales.

  1. El bautismo del Espíritu Santo en Jerusalén fue acompañado de “un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa… y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueran todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:2-4).

 

Participación humana.

  1. Al ponerse en contacto con el gran poder celestial, los discípulos en aposento alto quedaron visiblemente conmovidos. Todos hablaron en nuevas lenguas. También se registraron otras manifestaciones externas lo suficientemente notables como para juntar una gran multitud. ¡Algo nuevo estaba aconteciendo en la antigua Jerusalén! (Hechos 2:5-13.)

 

Resultados poderosos.

  1. Mientras algunos se burlaban de esa escena extraña, otros quedaron convencidos que allí se estaba manifestando el poder de Dios en cumplimiento de grandes profecías. Pedro, ungido y lleno del Espíritu Santo, predicó un sermón que dio como resultado la conversión de 3000 almas a Cristo (Hechos 2:14-47). Antes no se atrevían a salir de su casa a pesar de haber estado con el Cristo resucitado por 40 días.

 

44.EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

SU RECEPCION

 

 

 

Habiendo estudiado los propósitos divinos del bautismo en el Espíritu Santo y habiendo examinado algunos detalles sobre la misma experiencia, surge lógicamente la pregunta: ¿Qué se debe hacer para recibir ese bautismo? La Biblia nos enseña que el candidato para este bautismo espiritual tiene que dar tres pasos importantes en su preparación personal:

 

  1. Haber nacido de nuevo ( Juan 3:3; Gálatas 4:6; 6:15; Romanos 8:9;)

 

  1. Arrepentimiento completo, consagración y entrega completa.

 

 

Antes de poder recibir la llenura del “agua de vida” en nuestro “vaso de barro”, el vaso tiene que hallarse en un estado de limpieza espiritual mediante el arrepentimiento y el perdón de los pecados. Al ser interrogado en el mismo Día de Pentecostés sobre este particular, Pedro dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros… para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

Tanto el creyente nuevo como el antiguo, si desea recibir este bautismo de poder, tiene que poner las cuentas al día con Dios y con los hombres. Muchas veces Dios requerirá la confesión y la restitución. A medida que el candidato se va acercando al Señor, la luz de su presencia revela los pecados secretos y todo estorbo espiritual que existe en su vida. Habiendo cumplido con este requisito de la limpieza de los pecados por la sangre de Jesús, el candidato está listo para el siguiente paso.

 

  1. Fe.

 

El bautismo en el Espíritu Santo fue prometido por Jesús. ¡El siempre cumple con sus promesas! El apóstol Pedro explica que la promesa es para todos al decir: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”(Hechos 2:39). ¡Nosotros estamos comprendidos dentro de esa promesa!

 

Para cumplir con esta parte de la fe, se sugiere que el candidato de los siguientes pasos:

  1. Creer que la promesa es para él.
  2. Creer que este bautismo es un don de gracia que Dios quiere dar a todo aquel que se lo pide: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
  3. Pedir y extender la mano de la fe para recibir lo prometido.
  4. Alabar a Dios como expresión de la fe. El ejemplo del aposento alto hace ver que los discípulos “volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo ALABANDO Y BENDICIENDO A DIOS”. (Lucas 24:52 y 53) Mientras ellos esperaban el cumplimiento de la promesa, demostraron su fe mediante la alabanza. La alabanza desaloja al diablo, lleva el alma a la presencia del Señor, trae la victoria, y demuestra la fe en acción.

 

  1. Sumisión.

 

El cuarto paso que de tomar el candidato es el de la sumisión o completa rendición de su ser. Se debe recordar que esta experiencia es un bautismo. Como en el bautismo en agua se requiere la completa rendición del candidato a la disposición del bautizador, así también en este bautismo espiritual el candidato tiene que rendirse completamente e incondicionalmente a los brazos de Cristo para ser sumergido en el Espíritu Santo.

Puesto que para muchos ésta es la parte más difícil, y puesto que sin cumplir con este requisito no hay bautismo, se sugiere cumplir con la parte de sumisión de la siguiente manera:

  1. Dejar toda resistencia. Para someterse completamente al Espíritu Santo, se tiene que tomar la decisión de rendirse totalmente a su voluntad.
  2. Rendir todo el ser al Señor, la mente y la lengua siendo los más difíciles de entregar.
  3. Autorizar al Espíritu Santo a tomar posesión completa del alma, espíritu y cuerpo que han sido comprados por el Señor Jesús. Entregarle todas la llaves que conducen a los rincones más reservados de la “casa” que es nuestro ser; nuestros afectos, nuestras emociones, nuestras aspiraciones y nuestra voluntad.

Habiendo cumplido con los tres pasos del arrepentimiento, fe y sumisión. Dios cumplirá con la parte suya  la de bautizar al candidato, llenando su vida del glorioso poder de lo alto.

 

45.EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

LA EVIDENCIA INICIAL.

 

Según el libro de los Hechos, donde tenemos el modelo para esta experiencia consta en sus páginas que la evidencia inicial de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo es el hablar en nuevas lenguas. Con decir “evidencia” nos referimos a la presencia de alguna señal convincente en forma física. Con decir “inicial” nos referimos a la primera señal o manifestación que acompaña este bautismo espiritual.

Volviendo a la analogía del bautismo en agua, no queda lugar a duda que el candidato haya sido bautizado, pues al subir del agua, está completamente mojado, está chorreando agua, y por esta misma señal se convencen todos de este mismo bautismo. Así también en el bautismo en el Espíritu Santo. Dios no deja en la duda ni al candidato ni al público presente, pues hay una señal muy convincente también la de hablar en nuevas lenguas bajo el control del Espíritu Santo.

Si usamos una ilustración de la vida común, entenderemos mejor lo de la “evidencia inicial”. Supongamos que mientras vamos conversando, vemos a una pequeña distancia un camión estacionado. El chofer entra por la puerta del vehículo y enciende el motor. ¿Cuál es la evidencia inmediata (inicial) de haberse encendido el motor? ¡Es, pues, el ruido mismo del motor! Estamos satisfechos de que el motor está funcionando porque escuchamos el ruido. Por cierto el motor no se ha encendido solamente para escuchar el ruido, pero sí, es la primera evidencia. Así es también con este bautismo la señal convincente e inicial es el hablar en nuevas lenguas.

La Biblia establece esta verdad en los varios casos mencionados en el libro de los Hechos. Examinaremos cinco casos en que fue derramado el Espíritu Santo. Los primeros tres mencionan claramente la presencia de esta señal:

 

  1. E1 día de Pentecostés.

 

“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en tras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:4).

 

  1. La casa de Cornelio.

 

“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras el Espíritu Santo cayó ó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (Hechos 10:44-46).

 

  1. Los creyentes de Efeso.

 

“Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos 19:6).

En estos tres casos, tanto entre gentiles como entre judíos, no se deja lugar a discusión o comentario. La señal convincente de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo fue la de hablar en nuevas lenguas.

En los otros casos a mencionarse, la Escritura no da los detalles del acontecimiento, pero la conclusión lógica a que llegaremos es que también en estos casos los candidatos hablaron en nuevas lenguas:

 

  1. Samaria.

 

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por, ellos para que recibiesen el Espíritu Santo… entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:14-17).

En este caso no se menciona ninguna señal. Sin embargo, Simón el mago vio una señal tan convincente que él ofreció dinero por el don de poner las manos sobre otros para que recibiesen el Espíritu Santo. “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo” (Hechos 8:18—19).

Es evidente que Simón observó algo muy diferente ;Ese mago debió ver y oír las mismas señales que siempre acompañan el bautismo en el Espíritu Santo!.

 

 

  1. El apóstol pablo.

 

 

En el relato sobre la experiencia de Saulo de Tarso al recibir la promesa del Espíritu Santo, nos dice loa Escritura: “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (Hechos 9:17). No se mencionan nuevas lenguas, ni tampoco se mencionan otras manifestaciones externas. Es evidente, sin embargo que el apóstol Pablo tenía la evidencia de nuevas lenguas porque más tarde declaró: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1 Corintios 14:18).

Después de estudiar detenidamente estos cinco casos, llegamos a la conclusión de que Dios a manifestado claramente en su palabra que cuando el creyente en Cristo busca y recibe el bautismo en el Espíritu Santo, la primera evidencia externa que se manifiesta es la de hablar en nuevas lenguas. Sí, Dios escogió las nuevas lenguas como señal.

 

Algunas personas preguntan por qué Dios escogió precisamente esta señal como evidencia. Podemos contestar que la evidencia de nuevas lenguas demuestra la sabiduría divina. Dios escogió una evidencia que satisface. Consideraremos las siguientes razones:

Primeramente diremos que las nuevas lenguas son una evidencia externa. El hombre necesita una evidencia física, externa. Sólo Dios ve lo interior del hombre. Es lógico pensar que el cuerpo humano registre alguna reacción física al ponerse en contacto con la potencia divina. ¿Quién es el hombre que puede guardar silencio cuando la plenitud del cielo está fluyendo a través de su ser? Y al manifestarse esta evidencia vocal e inmediata, el hombre queda satisfecho, pues los otros resultados y el fruto del Espíritu comenzarán a aparecer en su vida.

La señal de nuevas lenguas es también una evidencia uniforme. Sirve de evidencia convincente tanto para el intelectual como para el hombre sin letras, para el habitante de las grandes ciudades como para el hombre del campo, y satisface a personas de toda índole y personalidad.

Otra razón es que la señal de hablar en nuevas lenguas nos parece ser una prueba del completo control del Espíritu Santo en el hombre. El propósito del Espíritu Santo es trabajar mediante el hombre, usando los miembros del cuerpo humano como instrumentos para la gloria de Dios. La naturaleza indomable de la lengua hace ver lo maravilloso de esta obra del Espíritu. El apóstol Santiago dice: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; porque ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:7,8). Parece que el último miembro que el hombre desea rendir a Dios es la lengua, y una vez rendida ésta, al hablar en nuevas lenguas, es la evidencia del cuerpo entero rendido al Espíritu.

En el cielo todos hablaremos un solo idioma. Todos nos entenderemos. Fue por causa del pecado y la desobediencia, que vino la confusión de Lenguas en el mundo. La evidencia de nuevas lenguas constituye un anticipo del lenguaje celestial perdido en el época de la Torre de Babel. ¡En esta gloriosa experiencia del bautismo en el Espíritu Santo nos llega un poco del cielo, mientras estamos camino al cielo!.

Al concluirse el estudio de este capítulo sobre la evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo, hay una palabra de precaución que no debemos olvidar. Hablar en nuevas lenguas es la señal de haber sido llenado del poder del Espíritu. Esa señal indica la presencia de lo importante de la experiencia: EL PODER DEL ESPIRITU PARA SERVIR A DIOS Y AL PRÖJIMO. Entonces, al buscar le promesa del Señor, no buscamos la señal sino la realidad. Volvamos a nuestra ilustración del camión. No se encendió el motor sólo para escuchar el ruido o para ver sacudirse la carrocería del vehículo, sino para poner en marcha la máquina con el fin de cumplir los trabajos a que se presta un camión. Ese vehículo, al ponerse en marcha, puede subir cuestas, pasar cumbres, atravesar ríos, y en fin cumplir con el TRABAJO que desea su dueño. Esas son las otras evidencias de mucha importancia que se manifestarán.

Para nosotros, hermanos, el hablar en nuevas lenguas nos confirma que ¡el motor está encendido! El poder del Espíritu nos es dado, y ahora nos toca cumplir las órdenes del dueño. Y al mantenernos llenos de ese poder, se manifestarán otras señales a través de nuestra vida llena del Espíritu Santo.

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