Estudio Nehemias Ley Santuario
    Acerca de las clases

    Nehemías – “Reconfortado por el Señor”
    “Aun contra el príncipe de la fortaleza se engrandeció, y por él fue quitado el
    continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.” (Daniel
    8:11)
    Hoy en día el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo y el Santuario Celestial siguen
    echados por tierra. Dios ha suscitado un pueblo para restaurarlos hace más de un
    siglo atrás, pero Satanás—a través de sus agentes humanos—ha utilizado, y sigue
    utilizando, toda serie de doctrina falsa y toda clase de vanidades para que su profeso
    pueblo se desvié de este trabajo sagrado y profético, y así esta hermosa verdad
    presente permanezca echada por tierra.
    Debemos aprender del trabajo y de la determinación de Nehemías; debemos
    comprender las pruebas, las trampas y de los agentes que se usaron contra su obra;
    y finalmente debemos aprender de su fuente de fortaleza y sabiduría, a fin de que
    nosotros también podamos completar la obra que a nosotros nos fue
    encomendada—obra que será terminada, así sea con o sin nosotros, por nuestra
    propia elección.
    Reforma y Reavivamiento
    El ministerio de Nehemías se inició al concluir el ministerio de Esdras. Esdras había
    logrado traer un gran reavivamiento espiritual en Jerusalén. Se había acabado de
    reconstruir el santuario terrenal y los muros de la ciudad habían sido parcialmente
    reparados, pero todavía quedaba mucho por hacer (PR 455.1).
    PR pg. 458.3 – “Tal fue el comienzo de una reforma admirable. Con infinita
    paciencia y tacto, y con una cuidadosa consideración de los derechos y el bienestar
    de todos los afectados, Esdras y sus asociados procuraron conducir por el camino
    correcto a los penitentes de Israel. Sobre todo lo demás, Esdras enseñó la ley; y
    mientras dedicaba su atención personal a examinar cada caso, procuraba hacer
    comprender al pueblo la santidad de la ley, así como las bendiciones que podían
    obtenerse por la obediencia.
    “Dondequiera que actuase Esdras, revivía el estudio de las Santas Escrituras. Se
    designaban maestros para que instruyesen al pueblo; se exaltaba y se honraba la
    ley del Señor. Se escudriñaban los libros de los profetas, y los pasajes que
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    predecían la llegada del Mesías infundían esperanza y consuelo a muchos
    corazones tristes y agobiados.
    “Han transcurrido más de dos mil años desde que Esdras aplicó ‘su corazón a la
    búsqueda de la ley’ de Jehová y a ‘su práctica’ (Esdras 7:10), pero el transcurso del
    tiempo no ha disminuido la influencia de su ejemplo piadoso. A través de los siglos,
    la historia de su vida de consagración inspiró a muchos la determinación de buscar
    y practicar esa misma ley.
    “Los motivos de Esdras eran elevados y santos; en todo lo que hacía era impulsado
    por un profundo amor hacia las almas. La compasión y la ternura que revelaba hacia
    los que habían pecado, fuese voluntariamente o por ignorancia, debe ser una
    lección objetiva para todos los que procuran realizar reformas.
    “Los siervos de Dios deben ser tan firmes como una roca en lo que se refiere a los
    principios correctos; y con todo han de manifestar simpatía y tolerancia. Como
    Esdras, deben enseñar a los transgresores el camino de la vida al inculcarles los
    principios en que se funda toda buena acción.
    “En esta época del mundo, cuando, mediante múltiples instrumentos, Satanás
    procura cegar los ojos de hombres y mujeres para que no vean lo que exige la ley de
    Dios, se necesitan hombres que harán temblar a muchos ante ‘el mandamiento de
    nuestro Dios’ (Esdras 10:3).
    “Se necesitan verdaderos reformadores, que conducirán a los transgresores hacia
    el gran Legislador, y les enseñarán que ‘la ley de Jehová es perfecta, que vuelve el
    alma’ (Salmos 19:7). Se necesitan hombres poderosos en las Escrituras: hombres
    que con cada palabra y acción exalten los estatutos de Jehová; hombres que
    procuren fortalecer la fe. Hay gran necesidad de personas que enseñen e inspiren en
    los corazones reverencia y amor hacia las Escrituras.
    “La iniquidad que prevalece extensamente hoy puede atribuirse en cierta medida al
    hecho de que no se estudian ni se obedecen las Escrituras; porque cuando la
    Palabra de Dios es desechada, se rechaza su poder para refrenar las malas pasiones
    del corazón natural. Los hombres siembran para la carne, y de la carne siegan
    corrupción.”
    “No se estudian ni se obedecen las Escrituras” porque el hombre carnal está en
    enemistad con Dios, le aborrece y aborrece su Ley (Jeremías 6:19).
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    Romanos 8:7 – “Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios;
    porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.”
    Debido a la transgresión del hombre Adán, la humanidad sufrió un cambio que no se
    estudia debidamente. Su naturaleza se depravó y perdió los dones espirituales de
    Gálatas 5:22-23. Es por esto que Dios Padre puso en vigencia el plan de redención,
    pactado con Cristo desde las edades eternas (Colosenses 1:26), para que el hombre
    pudiera llegar a ser regenerado y su naturaleza pecaminosa pudiera ser subyugada,
    a fin de que Adán y su descendencia pudieran ser rescatados de la penalidad de la
    ley que es la muerte eterna (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), gracias a un Sustituto
    en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, y un Mediador.
    PP pg. 333.1 – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la
    ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos
    estaban escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su
    transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de
    redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un
    Salvador, y se establecieron sacrificios con el propósito de dirigir sus pensamientos
    hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio. Si nunca se
    hubiera violado la ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un
    Salvador, ni tampoco sacrificios.”
    Si nunca se hubiese violado la ley eterna—el Decálogo—entonces nunca hubiera
    sido necesaria la ley temporal—el ritual simbólico.
    CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de
    un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios.
    Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus
    facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó
    tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el
    poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para
    siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería
    desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la
    tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de
    la obra de Dios al crear al hombre.”
    VAAn pg. 291.2 – “Dios desea que se cumplan en nosotros los propósitos de su
    gracia. Por el poder de su amor y mediante la obediencia, el hombre caído, un
    gusano en el polvo, debe ser transformado y capacitado para ser miembro de la
    familia celestial, compañero de Dios, de Cristo y de los santos ángeles a través de
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    las edades eternas. El Cielo triunfará, porque los lugares dejados vacantes por
    Satanás y su hueste serán ocupados por los redimidos del Señor.”
    PR pg. 460.2 – “Al poner a un lado la Biblia se ha abandonado la ley de Dios. La
    doctrina por la cual se enseña que los hombres quedan relevados de obedecer a los
    preceptos divinos, ha reducido la fuerza de la obligación moral, y abierto las
    compuertas de la iniquidad que inunda al mundo. La perversidad, la disipación y la
    corrupción lo están arrasando como un diluvio abrumador.
    “Por doquiera se ven envidias, malas sospechas, hipocresía, enajenamiento,
    emulación, contienda y traición de los cometidos sagrados, complacencia de las
    concupiscencias. Todo el sistema de los principios religiosos y las doctrinas, que
    debiera formar el fundamento y el esqueleto de la vida social, se asemeja a una masa
    tambaleante, a punto de caer en ruinas.
    “En los últimos días de la historia de esta tierra, la voz que habló desde el Sinaí
    sigue declarando: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’ (Éxodo 20:3). El hombre
    opuso su voluntad a la de Dios, pero no puede acallar la voz del mandamiento. El
    espíritu humano no puede eludir su obligación para con una potencia superior.
    Pueden abundar las teorías y las especulaciones; los hombres pueden
    procurar oponer la ciencia a la revelación, y así descartar la ley de Dios; pero
    la orden se repite cada vez con más fuerza: ‘Al Señor tu Dios adorarás y a él solo
    servirás’ (Mateo 4:10).
    “Es imposible debilitar o reforzar la ley de Jehová. Tal como fue, subsiste.
    Siempre ha sido, y siempre será, santa, justa y buena, completa en sí misma. No
    puede ser abrogada ni cambiada. Hablar de ‘honrarla’ o ‘deshonrarla’ no es sino usar
    un lenguaje humano.
    “La oposición de las leyes humanas a los preceptos de Jehová producirá el
    último gran conflicto de la controversia entre la verdad y el error. Estamos
    entrando ahora en esa batalla, que no es simplemente entre iglesias rivales que
    contienden por la supremacía, sino entre la religión de la Biblia y las religiones
    de las fábulas y tradiciones.
    “Los agentes que se han unido contra la verdad están ya obrando activamente. La
    santa Palabra de Dios, que nos ha sido transmitida a un costo tan elevado de
    sufrimientos y derramamiento de sangre, no se aprecia. Son pocos los que la
    aceptan realmente como norma de la vida. La incredulidad prevalece en forma
    alarmante, no sólo en el mundo, sino también en la iglesia. Muchos han llegado a
    negar doctrinas que son las mismas columnas de la fe cristiana. Los grandes
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    hechos de la creación como los presentan los escritores inspirados: la caída del
    hombre; la expiación; la perpetuidad de la ley, todas estas cosas son rechazadas por
    gran número de los que profesan ser cristianos.
    “Miles de los que se precian de tener conocimiento, consideran como evidencia de
    debilidad el tener confianza implícita en la Biblia, y para ellos es prueba de saber el
    cavilar con respecto a las Escrituras y anular sus verdades más importantes
    mediante explicaciones que pretenden espiritualizarlas.
    “Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el
    mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo (1) estudiando
    diligentemente la Palabra de Dios y (2) esforzándose por conformar su vida con sus
    preceptos. Los tremendos y eternos resultados que están en juego exigen de
    nosotros algo más que una religión imaginaria, de palabras y formas, que
    mantenga a la verdad en el atrio exterior.
    “Dios pide un reavivamiento y una reforma. Las palabras de la Biblia, y de la
    Biblia sola, deben oírse desde el púlpito. Pero la Biblia ha sido despojada de su
    poder, y el resultado se ve en la reducción del tono de la vida espiritual. En muchos
    sermones que se pronuncian hoy no hay manifestación divina que despierte la
    conciencia y comunique vida al alma. Los oyentes no pueden decir: ‘¿No ardía
    nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría
    las Escrituras?’ (Lucas 24:32).
    “Son muchos los que están clamando en pos del Dios viviente y anhelando la
    presencia divina. Permítase a la palabra de Dios que hable al corazón, y que aquellos
    a quienes sólo se habló de tradiciones, teorías y máximas humanas, oigan la voz de
    Aquel que puede renovar el alma para vida eterna.
    “De los patriarcas y profetas resplandeció una gran luz. Cosas gloriosas fueron
    expresadas acerca de Sión, la ciudad de Dios. Así quiere el Señor que la luz
    resplandezca hoy por medio de quienes le siguen. Si los santos del Antiguo
    Testamento dieron tan brillante testimonio de lealtad, ¿no deberán aquellos sobre
    quienes resplandece la luz acumulada durante siglos dar un testimonio aun más
    señalado con respecto al poder de la verdad?
    “La gloria de las profecías derrama su luz sobre nuestra senda. Los símbolos se
    encontraron con la realidad en la muerte del Hijo de Dios. Cristo resucitó de los
    muertos, y proclamó sobre el sepulcro abierto: ‘Yo soy la resurrección y la
    vida’ (Juan 11:25). Envió su Espíritu al mundo para recordarnos todas las cosas. Y
    por un milagro de su poder, preservó su Palabra escrita a través de los siglos.

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