Estudio Nehemias Ley Santuario
Acerca de las clases

“Los reformadores cuya protesta nos dio el nombre de protestantes, consideraron
que Dios los había llamado a dar al mundo la luz del Evangelio, y en su esfuerzo por
hacerlo, estaban listos para sacrificar sus bienes, su libertad y aun la misma
vida.
“Frente a la persecución y la muerte, el Evangelio se proclamó lejos y cerca. La
palabra de Dios fue comunicada al pueblo; y todas las clases, humildes y
encumbrados, ricos y pobres, sabios e ignorantes, la estudiaron con avidez por su
cuenta.
“¿Somos nosotros, en este último conflicto de la gran controversia,
tan fieles a nuestro cometido como lo fueron al suyo los primeros
reformadores?
“‘Tocad trompeta en Sión, pregonad ayuno, llamad a congregación. Reunid el pueblo,
santificad la reunión, juntad los viejos, congregad los niños… Lloren los sacerdotes,
ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no pongas en
oprobio tu heredad’ (Joel 2:15-17). ‘Convertíos a mí con todo vuestro corazón, con
ayuno y lloro y llanto. Y lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos; y
convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para
la ira, y grande en misericordia, y que se arrepiente del castigo. ¿Quién sabe si
volverá, y se apiadará, y dejará bendición tras de él?’ (Joel 2:12-14).”
Comentario Bíblico 7ª, pg. 113/1/2 – “Nehemías y Esdras son hombres oportunos.
El Señor tenía una obra especial para ellos. Debían exhortar al pueblo a que
recapacitara en su conducta y viera dónde había cometido sus faltas, pues el Señor
no había permitido sin causa que su pueblo quedara indefenso y confundido y fuera
llevado en cautiverio.
“El Señor bendijo especialmente a estos hombres por defender la rectitud.
Nehemías no fue consagrado como sacerdote ni profeta, pero el Señor lo usó para
que hiciera una obra especial. Aunque se lo eligió como caudillo del pueblo, su
fidelidad a Dios no dependió de su cargo.
“El Señor no permitirá que se estorbe su obra, aunque los obreros resulten ser
indignos. Dios tiene una reserva de hombres preparados para hacer frente a la
necesidad, de modo que su obra se preserve de toda influencia contaminadora. Dios
recibirá el honor y la gloria. Cuando el Espíritu divino impresiona la mente del
hombre designado por Dios como idóneo para la obra, él responde diciendo: ‘Heme
aquí, envíame a mí’ (Isaías 6:8).
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“Dios mostró al pueblo por quien había hecho tanto, que no toleraría sus
pecados. No actuó por medio de los que se negaban a servirle con sinceridad de
propósitos, los que se habían corrompido delante de él, sino mediante Nehemías,
pues éste estaba registrado en los libros del cielo como un hombre.”
Nehemías tuvo un período de preparación
Antes de que Dios pueda utilizar a un hombre o mujer para su servicio, es necesario
de que esta persona pase por un período de preparación. Así ha sido ha sido
siempre y así continúa obrando hoy el Señor.
CE pg. 192.2 – “Consideren lo que le ocurrió a Moisés. La educación que había
recibido en Egipto como nieto del rey y presunto heredero del trono, fue muy
completa. Nada fue descuidado de lo que se pensaba que podía hacerle sabio, según
como entendían los egipcios la sabiduría. Recibió un adiestramiento civil y
militar de orden superior. Se sintió completamente preparado para la obra de
libertar a Israel de la esclavitud.
“Pero Dios no lo vio así. Su providencia señaló a Moisés un período de cuarenta
años de preparación en el desierto como pastor de ovejas.”
ED pg. 34.3 – “Durante su permanencia en el Sinaí, Israel recibió lecciones preciosas.
Fue un período de preparación especial para cuando heredaran la tierra de
Canaán. El ambiente allí era más favorable para el cumplimiento del propósito de
Dios. Sobre la cima del Sinaí, haciendo sombra sobre la llanura donde estaban
diseminadas las tiendas del pueblo, descansaba la columna de nube que los había
guiado durante el viaje. De noche, una columna de fuego les daba la seguridad de la
protección divina y, mientras dormían, caía suavemente sobre el campamento el
pan del cielo.
“Por todas partes, las enormes montañas escarpadas hablaban, en su solemne
grandeza, de la paciencia y la majestad eternas. Se hizo sentir al hombre su
ignorancia y debilidad en presencia de Aquel que ‘pesó los montes con balanza y
con pesas los collados’ (Isaías 40:12). Allí, por la manifestación de su gloria, Dios
trató de impresionar a Israel con la santidad de su carácter y de sus exigencias, y
con la excesiva culpabilidad de la desobediencia.”
Jesús mismo, el Hijo de Dios, el Maestro de maestros, eligió a hombres sin letras,
hombres que no habían sido educados en los grandes centros de teología y filosofía
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humana, pues en esos lugares se enseñaba el error. ¿Seremos tan ciegos e
ingenuos para pensar que ahora el Señor obrará de manera diferente?
DTG pg. 215.1 – “Jesús eligió a pescadores sin letras porque no habían sido
educados en las tradiciones y costumbres erróneas de su tiempo. Eran
hombres de capacidad innata, humildes y susceptibles de ser enseñados; hombres a
quienes él podía educar para su obra.
“En las profesiones comunes de la vida, hay muchos hombres que cumplen sus
trabajos diarios, inconscientes de que poseen facultades que, si fuesen puestas en
acción, los pondrían a la altura de los hombres más estimados del mundo. Se
necesita el toque de una mano hábil para despertar estas facultades dormidas. A
hombres tales llamó Jesús para que fuesen sus colaboradores; y les dio las ventajas
de estar asociados con él. Nunca tuvieron los grandes del mundo un maestro
semejante.
“Cuando los discípulos terminaron su período de preparación con el Salvador,
no eran ya ignorantes y sin cultura; habían llegado a ser como él en mente y
carácter, y los hombres se dieron cuenta de que habían estado con Jesús.”
La pregunta que nos concierne ahora es: ¿Nos estamos preparando HOY para ser
defensores o enemigos de la verdad presente mañana?
PR pg. 464.1 – “Nehemías, uno de los desterrados hebreos, ocupaba un cargo de
influencia y honor en la corte de Persia. Como copero del rey, tenía libre acceso a
la presencia real. En virtud de su puesto, y gracias a su capacidad y fidelidad, había
llegado a ser amigo y consejero del rey. Sin embargo, y a pesar de gozar del
favor real y de verse rodeado de pompa y esplendor, no olvidaba a su Dios ni a
su pueblo.
“Con el más hondo interés, su corazón se volvía hacia Jerusalén y sus esperanzas y
goces se vinculaban con la prosperidad de esa ciudad. Por medio de este hombre, al
que la residencia en la corte persa había preparado para la obra a la cual se le
iba a llamar, Dios se proponía bendecir a su pueblo en la tierra de sus padres.”
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Copero era un oficial o encargado de alto rango en las cortes reales, cuya tarea era
servir las bebidas en la mesa. A causa del temor constante a las conspiraciones e
intrigas, esta persona debía ser considerada totalmente digna de confianza para
poder mantener su posición. Debía proteger la copa del rey ante el riesgo de
envenenamientos, por lo que se requería, a veces, probar un poco de vino antes de
servirlo.
Sus relaciones de confianza con el rey, a menudo les granjeaba una posición de gran
influencia y era muy valorada, por lo que fueron pocos los elegidos a lo largo de la
historia. Los requisitos para obtener el trabajo no se llevaban a cabo a la ligera,
valorándose y apreciando además de su porte, su modestia, laboriosidad y coraje.
Nehemías llegó a la posición de más alto rango de palacio, el de copero del rey
Artajerjes I, el nuevo rey de Persia. Su posición puso su vida en riesgo todos los días
pero le dio autoridad y un salario importante. Artajerjes le tuvo en gran estima,
como se muestra en (Nehemías 2:2 y siguientes). Su capacidad financiera (Nehemías
5:8,10,14,17) indicaría que esta ocupación era muy lucrativa.
Nehemías ocupaba un cargo de honor en la corte real y estaba rodeado de todo
esplendor y comodidades. Sin embargo, para él no fue una carga pesada dejar a un
lado sus tesoros terrenales, su alta jerarquía y su gran comodidad, para trabajar en
la dura y pesada obra que Dios tenía para él en Jerusalén. Dios había permitido que
Nehemías ocupara un cargo alto en la corte del rey para que gozara del favor del rey
y para que pase por un período de preparación para el cargo que debía ocupar como
caudillo en Israel.
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¿Será que hoy estamos nosotros dispuestos a renunciar a nuestros tesoros,
nuestras profesiones, nuestros cargos, nuestras ambiciones, nuestras vanidades,
nuestros hogares y nuestras comodidades para la gran obra de Dios?
Si nosotros no estamos dispuestos a hacer estos sacrificios, entonces Dios no se hará
problema y usará a quien sí esté dispuesto a entregarlo todo por la única obra de
valor en esta vida: la obra de salvación y redención para obtener la vida eterna.
PR pg. 464.2 – “Mediante mensajeros de Judea, el patriota hebreo había sabido que
habían llegado días de prueba para Jerusalén, la ciudad escogida. Los desterrados
que habían regresado sufrían aflicción y oprobio. Se habían reedificado el templo y
porciones de la ciudad; pero la obra de restauración se veía estorbada, los
servicios del templo eran perturbados, y el pueblo mantenido en constante
alarma por el hecho de que las murallas de la ciudad permanecían mayormente
en ruinas.
“Abrumado de pesar, Nehemías no podía comer ni beber. Confiesa: ‘Lloré, y
enlutéme por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos’ (Nehemías
1:4). Fielmente, confesó sus pecados y los pecados de su pueblo. Rogó a Dios que
sostuviese la causa de Israel, que devolviese a su pueblo valor y fuerza y le ayudase
a edificar los lugares asolados de Judá.”
Antes de nada, Nehemías se congregó por la fe al trono de Dios en su verdadero
santuario, y buscó la aceptación, el perdón de sus pecados y el bautismo del Espíritu
Santo, para poder rogar por sí mismo primero, y después por su pueblo.
Nosotros somos indignos de ser escuchados, pues estamos cargados de injusticias y
hasta nuestros buenos actos están manchados de egoísmo.
Isaías 64:6 – “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia.”
Es por eso que primeramente debemos buscar la justificación en Cristo, para que
revestidos del manto inmaculado de su justicia podamos ser aceptables ante Dios
Padre en Cristo y no en nosotros mismos. Luego debemos pedir que nuestros
pecados, en virtud de la preciosa sangre de Cristo, puedan ser transferidos al
Santuario Celestial, y que nuestros nombres se mantengan en el libro de la vida.
Nuestras oraciones deben ser presentadas por Cristo, perfumadas con su justicia,
como si provinieran de Él, pues Él sí es digno de ser escuchado.
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Finalmente, también en virtud de sus méritos perfectos, podemos gozar del
resultado de la justificación por la fe: la lluvia temprana—el Espíritu Santo que
habita en nosotros para que pueda escribir la ley en nuestras mentes y corazones
(Hebreos 8:10), y para que siembre los frutos de Gálatas 5:22-23 – el amor, la fe, la
paciencia, y toda virtud cristiana. Para que así, uniendo el poder humano con el
poder divino podamos andar en el camino de la verdadera obediencia, de la
verdadera santificación.

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