La unión del poder divino con el esfuerzo humano
PR pg. 465.3 – “Al fin, el pesar que abrumaba el corazón del patriota ya no pudo
esconderse. Las noches de insomnio y los días llenos de congoja dejaron sus rastros
en el semblante de Nehemías.
“El rey, velando por su propia seguridad, estaba acostumbrado a observar los
rostros y a penetrar los disfraces, de modo que se dio cuenta de que alguna aflicción
secreta acosaba a su copero. Le preguntó: ‘¿Por qué está triste tu rostro, pues no
estás enfermo? No es esto sino quebranto de corazón’ (Nehemías 2:2).
“La pregunta llenó a Nehemías de aprensión. ¿No se enojaría el rey al saber que
mientras el cortesano parecía dedicado a su servicio estaba pensando en su pueblo
lejano y afligido? ¿No perdería la vida el ofensor? ¿Quedaría en la nada el plan con el
cual soñara para devolver a Jerusalén su fuerza? ‘Entonces—escribe—temí en gran
manera’ (Nehemías 2:2). Con labios temblorosos y ojos arrasados en lágrimas,
reveló la causa de su pesar. ‘El rey viva para siempre—contestó.—¿Cómo no estará
triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta,
y sus puertas consumidas del fuego?’ (Nehemías 2:3)
“La mención de la condición en que estaba Jerusalén despertó la simpatía del
monarca sin evocar sus prejuicios. Otra pregunta dio a Nehemías la oportunidad
que aguardaba desde hacía mucho: ‘¿Qué cosa pides?’ (Nehemías 2:4)
“Pero el varón de Dios no se atrevía a responder antes de haber solicitado la
dirección de Uno mayor que Artajerjes. Tenía un cometido sagrado que cumplir,
para el cual necesitaba ayuda del rey; y comprendía que mucho dependía de que
presentase el asunto en forma que obtuviese su aprobación y su auxilio. Dice él:
‘Entonces oré al Dios de los cielos’ (Nehemías 2:4). En esa breve oración, Nehemías
se acercó a la presencia del Rey de reyes, y ganó para sí un poder que puede desviar
los corazones como se desvían las aguas de los ríos.
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“La facultad de orar como oró Nehemías en el momento de su necesidad es un
recurso del cual dispone el cristiano en circunstancias en que otras formas de
oración pueden resultar imposibles. Los que trabajan en las tareas de la vida,
apremiados y casi abrumados de perplejidad, pueden elevar a Dios una petición
para ser guiados divinamente. Cuando los que viajan, por mar o por tierra, se ven
amenazados por algún grave peligro, pueden entregarse así a la protección del Cielo.
“En momentos de dificultad o peligro repentino, el corazón puede clamar por ayuda
a Aquel que se ha comprometido a acudir en auxilio de sus fieles creyentes cuando
quiera que le invoquen. En toda circunstancia y condición, el alma cargada de pesar
y cuidados, o fieramente asaltada por la tentación, puede hallar seguridad, apoyo y
socorro en el amor y el poder inagotables de un Dios que guarda su pacto.
“En aquel breve momento de oración al Rey de reyes, Nehemías cobró valor para
exponer a Artajerjes su deseo de quedar por un tiempo libre de sus deberes en la
corte; y solicitó autoridad para edificar los lugares asolados de Jerusalén, para
hacer de ella nuevamente una ciudad fuerte y defendida. De esta petición
dependían resultados portentosos para la nación judaica. ‘Y—explica Nehemías—
otorgómelo el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí’ (Nehemías 2:8).
“Habiendo obtenido la ayuda que procuraba, Nehemías procedió con prudencia y
previsión a hacer los arreglos necesarios para asegurar el éxito de la empresa. No
descuidó precaución alguna que favoreciese su realización. Ni siquiera a sus
compatriotas reveló su propósito. Aunque sabía que muchos se alegrarían de su
éxito, temía que algunos, mediante actos indiscretos, despertasen los celos de sus
enemigos y provocasen tal vez el fracaso de la tentativa.
“La petición que dirigió al rey tuvo acogida tan favorable que Nehemías se sintió
alentado a pedir aun más ayuda. A fin de dar dignidad y autoridad a su misión, así
como para estar protegido durante el viaje, solicitó y obtuvo una escolta militar.
Consiguió cartas reales dirigidas a los gobernadores de las provincias de allende el
Éufrates, por cuyo territorio debía cruzar en viaje a Judea; y obtuvo también una
carta en la cual se ordenaba al guarda del bosque real en las montañas del Líbano
que le proveyese la madera que necesitara. A fin de que nadie tuviese motivo para
quejarse de que se había excedido, Nehemías tuvo cuidado de que la autoridad y los
privilegios que se le otorgaban se definiesen claramente.
“Este ejemplo de sabia previsión y de acción resuelta debe ser una lección
para todos los cristianos. Los hijos de Dios deben no solamente orar con fe, sino
también obrar con cuidado diligente y prudente. Tropiezan con muchas
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dificultades y a menudo estorban la obra de la Providencia en su favor porque
consideran la prudencia y el esfuerzo esmerado como ajenos a la religión.
“Nehemías no creyó que había cumplido su deber cuando lloró y rogó al Señor. Unió
a sus peticiones un esfuerzo santo y trabajó con fervor y oración por el éxito
de la empresa en la cual se empeñaba. La consideración cuidadosa y los planes
bien madurados son tan necesarios hoy para las realizaciones sagradas como en el
tiempo en que fueron reedificados los muros de Jerusalén.
“Nehemías no se conformaba con la incertidumbre. Los recursos que le faltaban, los
solicitaba a los que estaban en condiciones de dárselos. Y el Señor sigue dispuesto a
obrar en los corazones de los que se hallan en posesión de sus bienes, para que los
entreguen en favor de la causa de la verdad.
“Los que trabajan para él deben valerse de la ayuda que él induce a los hombres a
dar. Esos donativos pueden abrir vías por las cuales la luz de la verdad irá a muchas
tierras entenebrecidas. Los donantes no tienen quizá fe en Cristo ni conocen su
palabra; pero sus donativos no deben ser rehusados por este motivo.”
Acerca de las clases