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Acerca de las clases

El santuario terrenal figura del celestial
“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo
lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus
utensilios, así lo haréis.” (Éxodo 25:8-9)
PP pg. 313.1 – “Mientras Moisés estaba en el monte, Dios le ordenó: ‘Me erigirán un
santuario, y habitaré en medio de ellos’ (Éxodo 25:8); y le dio instrucciones
completas para la construcción del tabernáculo.”
El arquitecto del santuario terrenal fue Dios mismo, pues escrito está que Dios le
mostró el diseño del tabernáculo, como de sus utensilios y muebles (Éxodo 25:8-40;
Éxodo 26; 27). Moisés tuvo una visión de un edificio real—del Santuario Celestial—
y le fue encomendado construir una representación en miniatura de ese edificio
celestial aquí en la tierra, que había de ser “figura del verdadero” (Hebreos 9:24,
23).
Las Sagradas Escrituras dejan bien claro que el templo de Dios construido en la
tierra no era un símbolo de Cristo, sino una representación de un edificio real que
se encuentra en el tercer cielo.
Por lo tanto, el santuario terrenal era una representación en miniatura, una figura
del verdadero del Santuario Celestial que se encuentra fuera de este planeta tierra,
en el tercer cielo (2 Corintios 12:2).
PP pg. 313.2 – “Hombres escogidos fueron especialmente dotados por Dios con
habilidad y sabiduría para la construcción del sagrado edificio. Dios mismo le
entregó a Moisés el plano con instrucciones detalladas acerca del tamaño y
forma, así como de los materiales que debían emplearse y de todos los objetos y
muebles que debía de contener. Los dos lugares santos hechos a mano, habían de
ser ‘figura del verdadero’, ‘figuras de las cosas celestiales’ (Hebreos 9:24, 23), es
decir, una representación, en miniatura, del templo celestial donde Cristo,
nuestro gran Sumo Sacerdote, después de ofrecer su vida como sacrificio, habría de
interceder en favor de los pecadores.
“Dios presentó ante Moisés en el monte una visión del santuario celestial, y le
ordenó que hiciera todas las cosas de acuerdo con el modelo que se le había
mostrado. Todas estas instrucciones fueron escritas cuidadosamente por Moisés,
quien las comunicó a los jefes del pueblo.”
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El primer santuario terrenal, construido en el tiempo de Moisés, era desarmable,
pues los israelitas estaban peregrinando por el desierto hacia la Canaán terrenal y
debían trasladarse continuamente junto con el santuario.
Números 1:51 – “Y cuando el tabernáculo partiere, los levitas lo desarmarán; y
cuando el tabernáculo parare, los levitas lo armarán: y el extraño que se llegare,
morirá.”
Más de cuatro siglos después, cuando el rey Salomón construyó el santuario terrenal
hecho de piedras, ya no desarmable sino como un edificio permanente (1 Reyes 6:1-
38), el autor de este segundo templo terrenal nuevamente fue Dios mismo.
1 Crónicas 28:9-19 – “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele
con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los
corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares,
lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre. Mira, pues, ahora, que
Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y
hazla. Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus
tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. Asimismo el plano
de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas
las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de
las cosas santificadas… Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la
mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.”
Otros nombres bíblicos del santuario son:
1. Templo de Jehová: “Y oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín, que los
venidos de la cautividad edificaban el Templo de Jehová Dios de Israel”
(Esdras 4:1). “Entonces el rey mandó al sumo sacerdote Hilcías, a los
sacerdotes del segundo orden y a los guardas de la puerta, que sacasen del
templo del Señor todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para
le bosque y para la milicia del cielo” (2 Reyes 23:4).
2. Tabernáculo: “Conforme a todo lo que yo te mostraré, el diseño del
tabernáculo y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis” (Éxodo 25:9).
3. Casa de Jehová: “No podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová porque
la gloria de Jehová había henchido la Casa de Jehová” (2 Crónicas 7:2).
4. Casa de Oración: “Yo los llevaré a mi monte santo, y los alegraré en mi casa
de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque
mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.” (Isaías 56:7).
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5. Casa de Dios: “Me acordaré de estas cosas, y derramaré sobre mí mi alma:
Cuando pasare en el número, iré con ellos hasta la casa de Dios; con voz de
alegría y de alabanza haciendo fiesta la multitud” (Salmos 42:4).
Todos estos títulos mencionados, incluyendo la referencia al “monte santo” (Isaías
56:7), “monte de mi santidad,” “monte deseable,” en varios versículos como Isaías
27:13, Joel 3:17, Daniel 11:45, etc., se refieren al Santuario Celestial. Sin embargo, la
gente religiosa, gusta de usar estos nombres: “templo”, “casa de oración”,
“tabernáculo,” para las sinagogas en donde se reúnen. Esto es echar por tierra al
Santuario Celestial. El edificio donde la gente se reúne no es una “iglesia” tampoco,
pues iglesia es el grupo de creyentes que se reúne dentro de la casa o edificio.
1 Corintios 16:19 – “Las iglesias de Asia os saludan. Os saludan mucho en el Señor
Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa.”
Mateo 18:20 – “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy
en medio de ellos.”
Romanos 16:5 – “Asimismo a la iglesia de su casa.”
Colosenses 4:15 – “Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Nimfas, y a la
iglesia que está en su casa.”
A diferencia del sistema del culto del santuario, el cual fue establecido claramente
por Dios según consta en las Sagradas Escrituras, el sistema de culto de la sinagoga
no fue instituido por Dios, sino por los hombres.
Mateo 12:9 – “Y partiéndose de allí, vino a la sinagoga de ellos.”
Marcos 1:39 – “Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea.”
Lucas 4:15 – “Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.”
Hechos 17:1 – “Y pasando por Amphípolis, y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde
estaba la sinagoga de los Judíos.”
El lugar preferido de predicación de nuestro Divino Ejemplo era el aire libre, pero
Jesús acudía donde estaba la gente, incluyendo las sinagogas de ellos. La Biblia
predice que ese sistema de culto de la sinagoga seguirá de pie hasta la segunda
venida de Cristo. Pero nuestro Señor Jesús nos dio una clara advertencia sobre el
sistema de culto de la sinagoga:
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Mateo 10:17 – “Y guardaos de los hombres porque os entregarán en concilios, y
en sus sinagogas os azotarán.”
Juan 16:2 – “Os echarán de las sinagogas; y aun viene la hora, cuando cualquiera
que os matare, pensará que hace servicio a Dios.”
Lucas 11:43 – “Ay de vosotros, Fariseos! Que amáis las primeras sillas en las
sinagogas, y las salutaciones en las plazas.”
Mateo 6:5 – “Y cuando oras, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el
orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los
hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago.”
Mateo 23:24 – “Por tanto, he aquí, yo envío a vosotros profetas, y sabios, y escribas:
y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros de ellos azotaréis en vuestras
sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.”
Apocalipsis 2:9 – “Yo sé tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y
la blasfemia de los que dicen ser Judíos, y no lo son, mas son sinagoga de Satanás.”
DTG pg. 257.2 – “Debajo de los protectores árboles de la ladera de la montaña, pero
a corta distancia del mar de Galilea, fueron llamados los doce al apostolado y fue
pronunciado el sermón del monte. Los campos y las colinas eran los lugares
favoritos de Jesús, y muchas de sus enseñanzas fueron dadas al aire libre más
bien que en el templo o en las sinagogas. Ninguna sinagoga podría haber
contenido a las muchedumbres que le seguían. Pero no sólo por esto prefería él
enseñar en los campos y huertos. Jesús amaba las escenas de la naturaleza. Para él,
cada tranquilo retiro era un templo sagrado.
“Fue bajo los árboles del Edén donde los primeros moradores de la tierra eligieron
su santuario. Allí Cristo se había comunicado con el padre de la humanidad. Cuando
fueron desterrados del Paraíso, nuestros primeros padres siguieron adorando en los
campos y vergeles, y allí Cristo se encontraba con ellos y les comunicaba el
Evangelio de su gracia.
“Fue Cristo quien habló a Abrahán bajo los robles de Mamre; con Isaac cuando salió
a orar en los campos a la hora del crepúsculo; con Jacob en la colina de Betel; con
Moisés entre las montañas de Madián; y con el zagal David mientras cuidaba sus
rebaños.
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“Era por indicación de Cristo por lo que durante quince siglos el pueblo hebreo
había dejado sus hogares durante una semana cada año, y había morado en cabañas
formadas con ramas verdes, ‘gajos con fruto de árbol hermoso, ramos de palmas, y
ramas de árboles espesos, y sauces de los arroyos’ (Levítico 23:40).
“Mientras educaba a sus discípulos, Jesús solía apartarse de la confusión de la
ciudad a la tranquilidad de los campos y las colinas, porque estaba más en armonía
con las lecciones de abnegación que deseaba enseñarles. Y durante su ministerio se
deleitaba en congregar a la gente en derredor suyo bajo los cielos azules, en algún
collado hermoso, o en la playa a la ribera del lago.
“Allí, rodeado por las obras de su propia creación, podía dirigir los pensamientos de
sus oyentes de lo artificial a lo natural. En el crecimiento y desarrollo de la
naturaleza se revelaban los principios de su reino. Al levantar los hombres los ojos a
las colinas de Dios, y contemplar las obras maravillosas de sus manos, podían
aprender lecciones preciosas de la verdad divina.
“La enseñanza de Cristo les era repetida en las cosas de la naturaleza. Así sucede con
todos los que salen a los campos con Cristo en su corazón. Se sentirán rodeados por
la influencia celestial. Las cosas de la naturaleza repiten las parábolas de nuestro
Señor y sus consejos. Por la comunión con Dios en la naturaleza, la mente se eleva y
el corazón halla descanso.
“Estaba por darse el primer paso en la organización de la iglesia, que después de la
partida de Cristo había de ser su representante en la tierra. No tenía ningún
santuario costoso a su disposición, pero el Salvador condujo a sus discípulos al lugar
de retraimiento que él amaba, y en la mente de ellos los sagrados incidentes de
aquel día quedaron para siempre vinculados con la belleza de la montaña, del valle y
del mar.”
PP pg. 315.2 – “El tabernáculo fue construido desarmable, de modo que los israelitas
pudieran llevarlo en su peregrinaje. Era por consiguiente, pequeño, de unos
diecisiete metros de largo por unos cinco metros y medio de ancho y alto. No
obstante, era una construcción magnífica.”

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