CAPACITACIÓN PARA PASTORES Y MAESTROS
Acerca de las clases

10 VALORES ESENCIALES DEL LÍDER CRISTIANO

(INSPIRADOS EN UN LIDERZGO CREYENTE -QUE TIENE SU FUENTE EN DIOS-

Y EN UN LIDERAZGO ÉTICO -QUE SE BASA EN UNOS VALORES PRINCIPALES-)

Es fuerza invisible, amor, audacia, talento, potencia creadora, es fuente de energía que mueve a obrar y a superar contrariedades,

1.   Entusiasmo:                                        es la sal de la vida. Quien renueva su entusiasmo, muestra su madurez. Entusiasta es el que siente enviado por el Espíritu. El entusiasmo lleva a la creatividad y siempre busca incluir, y nunca excluir. Entusiasta es quien ha conocido las profundidades de los

valles, y la vida les vuelve a impulsar a la cima. Se sabe que “por sí mismo no puede nada “, (como Jesús de Nazaret), y que la raíz de su entusiasmo radica en la conexión con Dios. Por tanto, es consciente de que tiene que “bajar mansamente a la realidad, como corderos, y volar confiadamente hasta los más lejanos horizontes, como palomas” (Pablo D´Ors).

 

 

 

2.    Humildad:

La primera de todas las virtudes necesarias para el buen líder. Sabernos limitados, y necesitados. Saber pedir ayuda, asesorarse y compartir tareas y funciones para realizar la misión. El buen líder no lo sabe todo. Y por ello, comparte con los demás. Es colaborativo, escucha a los demás, y huye del perfeccionismo, aunque no de la exigencia. De esta manera gana autoridad. Reconoce el éxito como algo colectivo. La humildad es la conciencia de la pequeñez del propio ser. Jesús muestra, en numerosas ocasiones, como la humildad es la base de toda autoridad, que se pone además al servicio de los demás. “El que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, sea su esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20, 26-28). Ustedes me llaman el “Maestro” y el “Señor”, y dicen bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes” (Juan 13, 13-15)

 

3.    La escucha activa:

Tan importante en un buen líder es la palabra como la escucha. El líder tiene que ser capaz de crear mecanismos adecuados para captar las inquietudes, los deseos y anhelos de las personas que trabajan en su organización, y de establecer vías de comunicación para estar en contacto con sus colaboradores. Debe escuchar a todos, a sí mismo, a los cercanos y también a los críticos, para comprender mejor la realidad de la organización. De esta manera capta los signos de los tiempos. Jesús con mucha frecuencia utiliza la expresión “el que tenga oídos para oír que oiga” (Mc 4,23), señalando de esta manera la importancia de escuchar, por encima de hablar.

 

4.    Audacia y resiliencia (esperanza):

es necesario ser valientes, afrontar los peligros. Hace falta audacia para emprender un proyecto, liderarlo y proponerse una misión a largo plazo. La audacia implica esperanza. También conlleva a la confianza en uno mismo y en los demás, que es también esperanza. A la audacia (esperanza) le debe acompañar la resiliencia para afrontar situaciones límites. Son muchos los ejemplos de audacia y resiliencia de Jesús. Por un lado, Jesús demuestra una gran audacia y esperanza en todo momento. De igual manera, aparece como un “tutor” de la resiliencia en casos como el de la samaritana o de los discípulos de Emaús, donde Jesús restablece, “resilia” a sus protagonistas.

 

 

5.    Empatía y amabilidad:

El buen líder cuenta con los demás y los demás deben sentir que cuentan para él. La empatía, es la destreza básica de la comunicación interpersonal. Supone la capacidad de experimentar en la propia piel los sufrimientos, los gozo, las alegrías y las tristezas de los demás, es esencial para cualquier liderazgo. Es una cualidad muy difícil, pues se trata de ponerse en la piel del otro, sin juzgar, y sin dejarse llevar por las emociones. Se deben captar los sentimientos del otro para favorecer la justicia, aunque es una práctica muy compleja. La empatía es más que amabilidad, aunque esta debe acompañarla, para hacer del líder alguien que es buscado. La amabilidad es el punto intermedio entre la complacencia y el descontento. Jesús practicó la empatía con todos, ya que acogió y supo entender a todas las personas, especialmente a los excluidos y los que más sufrían (leprosos, prostitutas, excluidos). Fue capaz de “ponerse en sus zapatos” y “amarlos hasta el extremo”.

 

6.

 

Justicia distributiva:

La justicia distributiva es, según Aristóteles, la que administra una persona entre un conjunto de personas que están bajo su responsabilidad. Esto conlleva dar a cada uno lo que le corresponde y, por tanto, explicita desde el principio los criterios de reconocimiento, de promoción, de asignación de roles y de funciones. No vale “el café para todos”. La práctica de la justicia distributiva conlleva situaciones incómodas. Para una correcta aplicación de esta es muy importante la escucha activa de todas las partes interesadas para conocer bien lo que cada uno hace, y lo que cada uno aporta. Jesús practicó la justicia distributiva, marcando un estilo en este sentido: “Sabéis que los que figuran como jefes de las Naciones las gobiernan tiránicamente y sus magnates las oprimen. No ha de ser así entre vosotros” (Mt 10, 45). “Mi ejemplo ha consistido en servir y no en ser servido” (Mt 10,45).

La toma de decisiones es una de las tareas más difícil de líder, pero que, de forma inexorable, tiene que realizar. No se pueden posponer las decisiones. La toma de decisiones proviene del ejercicio de plena libertad, y supone un acto de soberanía, acompañado de una gran responsabilidad. No se deja influir por lo externo. Y toma las decisiones desde una virtud: la prudencia, madre de todas las virtudes. Significa tomar las decisiones anticipando las consecuencias. La prudencia se encuentra entre la temeridad y la pusilanimidad. Al tomar decisiones se anteponen siempre los intereses de la organización, y no los propios, quedando de esta manera el yo integrado en el nosotros. El líder tiene que decidir entre los criterios que hay en juego. Y en esta toma de decisiones, la intuición, a veces, inclina la balanza. Jesús también mostró dominar el arte de la prudencia, cuando nos recuerda… «Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.” (Mt7,2). También nos muestra la importancia de valorar las consecuencias a la hora de tomar las decisiones: “Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla?” (Lc 14, 28).

 

 

 

7.

 

 

 

Prudencia en la toma de decisiones:

 

 

8.

 

 

Transparencia:

Es la virtud que muestra la calidad ética, expresa el buen funcionamiento de la sociedad, y si se da, produce una mayor credibilidad y un aumento en la vinculación y cohesión. El buen líder es transparente, comunica los criterios, muestra cómo se toman las decisiones, justifica sus razones. Hay que tener  en cuenta los diferentes círculos de transparencia en función del grado de responsabilidad. La transparencia aumenta la confianza en la organización y en el líder. Jesús se muestra siempre transparente, y, aunque el lenguaje, a veces no resulta fácil, desde el primer momento muestra quién es, es la “transparencia pura de Dios”. “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10, 30). Por otro lado, Jesús es muy claro en sus enseñanzas y en su mensaje (el mandamiento más grande, las bienaventuranzas, etc.)

 

 

 

9.

 

 

 

Ejemplaridad e integridad:

La ejemplaridad es muy importante, puesto que aprendemos por imitación, viendo cómo hacen las cosas los más veteranos. Ser referente es una gran responsabilidad. No todos los líderes son referentes. Un buen líder debe ser un referente moral que destaca por su calidad humana, su coherencia, su competencia y su integridad. Para ser referente, el líder tiene que dominar técnicamente su campo, desarrollando con excelencia su misión, y haciéndolo de forma ejemplar. Destaca por su congruencia en su estilo de vida. La ejemplaridad es el compromiso con la excelencia, el trabajo constante para hacer las cosas bien hechas, la aspiración a lo óptimo, el combate contra la mediocridad.  La ejemplaridad se sostiene sobre la integridad, que busca el equilibrio entre la libertad individual y las aspiraciones colectivas. La ejemplaridad y la integridad van acompañadas de la verdad. La veracidad es una exigencia básica del líder que se convierte en ejemplar cuando su vida es íntegra, cuando no hay falsedad en su obrar y en su discurso, cuando sus destinatarios sabes que es alguien de fiar. Vemos en Jesús el modelo de ejemplaridad, integridad y coherencia hasta el extremo (“Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” Mt 27, 54). Encontramos también en él, el modelo de persona que defiende la verdad, con actos y palabras, porque nos transmite un gran principio: “la verdad os hará libres” (Jn 8, 32)

 

 

 

10.  La gratitud:

Saber llegar y saber irse son dos actitudes básicas del líder. Llegar teniendo un proyecto y saber irse cuando ya no se tiene más que aportar. Estos momentos están muy vinculados a la actitud de servicio del líder, ya que se encuentra al s4rvicio de una misión que le trasciende a él y no a la organización. La misión es lo verdaderamente importante, y, por tanto, el liderazgo es instrumento para hacerla realidad. El lenguaje del líder siempre será de gratitud. Jesús nos lo muestra en incontables ocasiones: estando en el Monte de los Olivos cuando viendo el final dice: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Lc

22, 42). Asimismo, son constantes sus muestras de un liderazgo basado en la idea de servicio: «No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro

esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 26-28)

 

Bookmark