¿Por qué es importante orar?

Amar a Dios con todo nuestro corazón ¿Qué significa

La historia del hijo pródigo se suele usar para hablar de los «apartados». Usamos esta palabra para referirnos a aquellos que no vienen más a la iglesia, que se alejaron de Dios, o que están fríos espiritualmente (cosa que solemos juzgar por la cantidad de reuniones a las que asisten). Pero no hace falta dejar de asistir al templo para estar fríos. Sólo con dejar de orar empezamos a ser hijos que no hablan con papá Dios.

 

Cierta vez Martín Lutero dijo: «Tengo tanto para hacer hoy, que me voy a pasar las primeras tres horas del día en oración». Y fue una decisión muy inteligente. Empezar el día conversando con Dios es muy importante. Y digo conversando porque no sólo se trata de hablarle, sino también de escucharlo. Además, ¡si vivimos conscientes de su presencia no podemos levantarnos en la mañana y no saludarlo!

 

La oración crea esperanza y poder. Hablar con Dios nos calienta el corazón, y es por eso que cuando pasamos mucho tiempo sin hablar con Él se nos enfría la relación. Es igual que si dejaras de hablar con tu papá o tu mamá terrenales. No podrías saber qué hacen, qué piensan, ni qué sienten, y pronto dejarías de entenderlos. Hoy todos saben que para que las relaciones interpersonales funcionen debe haber una

buena comunicación. Lo mismo sucede con Dios. La oración no es un monólogo que rebota contra el techo. Dios escucha atentamente cada oración, y, a su tiempo, responde. Él es el Padre y nosotros sus hijos. ¿Por qué, entonces, andar por ahí sin contar con la riqueza del consejo del Padre, y seguros de su protección?

 

¿Cómo está tu vida de oración? ¿Qué vas a hacer para mejorarla? Lo que yo te recomiendo es orar desde la mañana. Entregar el día en sus manos, agradecerle por todas sus bendiciones, y presentar delante de su trono algún pedido que tengamos. Luego puedes orar, aunque sea muy brevemente, en distintas oportunidades a lo largo del día, y otra vez antes de irte a dormir. ¡No dejes de hacerlo! Él nunca está tan ocupado como para no de escucharte, y realmente anhela tener estos momentos a solas contigo. ¡Sí! Nuestro Padre disfruta de estos momentos que apartamos para conversar con Él, aunque finalmente nosotros somos los más beneficiados. Mira esta promesa:

 

«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.» (Filipenses 4.6-7)

 


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