¿Cómo puedo convertirme en un joven más responsable?
Hagamos el cálculo: Si Dios estuviera enojado contigo tendría que estar enojado simultáneamente con … ¡todos los seres humanos del planeta! La Biblia dice: «pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios» (Romanos 3.23). ¿Entendiste? ¡Todos!
Así es que la respuesta es: ¡No, Dios no está enojado contigo! Muy por el contrario, la reacción de Dios ante nuestro pecado es amor aunque desapruebe nuestro pecado. Fue por esto que mandó a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz, para poder reconciliarse con nosotros, los seres humanos pecadores, y que podamos pasar la eternidad con Él.
Ahora bien, es igual de cierto que la parte que te toca a ti es intentar apartarte del pecado, es decir, intentar dejar de pecar. Y sobre todo, si estás «viviendo en pecado», lo cual consiste en vivir continuamente, cada día, en una situación que constituye pecado (como el adulterio, el engaño, las mentiras, etc.). ¿Por qué debes intentar alejarte del pecado, si «total Dios no se enoja»? Bueno, porque el pecado trae consecuencias negativas sobre tu vida y te impide recibir todas las bendiciones que Dios tiene para darte. Y además porque si no te alejas, entonces estarías haciendo lo contrario, estarías perseverando en el pecado, y esto sí que le molesta bastante a Dios.
Una cosa era pecar cuando no conocías a Dios, pero otra muy distinta es seguir pecando cuando ya conoces al Señor, cuando ya sabes qué consecuencias trae el pecado a nuestras vidas, y cuando ya cuentas con las herramientas espirituales que pueden ayudarte a dejar de pecar.
¿Cómo alejarte del pecado, entonces? Busca más de Dios, trata de estar lo más cerca suyo que puedas, y esto producirá en ti mayores ganas de ser santo para Él, y menos «ganas» de pecar. También puedes pedir ayuda a algunos amigos cristianos para que te «controlen» y te ayuden a evitar el pecado, y a la vez te sostengan en oración. O puedes hablar con algún líder o cristiano maduro sobre algún pecado en especial que te cuesta dejar, para que te oriente, te de consejos, y ore por ti.
En todo caso, alejarte del pecado requiere un esfuerzo de tu parte (que debes estar dispuesto a hacer) y una ayuda y una fortaleza provenientes de Dios (que muy gustoso te dará si se las pides). Así es que, ¡anímate! ¡Y comienza hoy mismo!