Esta pregunta suele esconder una idea equivocada respecto a cuál es el servicio al que Dios nos llama. En un sentido fiel a lo que la Biblia nos enseña, es realmente imposible que la iglesia te prohíba ministrar o servir a otros.
Siempre que me hacen esta pregunta, yo me hago una pregunta también, y es si quien me la hace está buscando servir a otros o simplemente esta buscando una posición o el aplauso y reconocimiento de otros. A veces lo que queremos es el micrófono, o el escenario, en lugar de buscar ayudar a otros a conocer más a Dios. Así que lo primero que me urge hacer es recomendarte revisar tus motivaciones.
Con motivaciones equivocadas te va a costar mucho más obtener un lugar ministerial en la iglesia.
Ahora, si lo que quieres es simplemente poder ejercitar tus dones y talentos con la sana motivación de bendecir a otros, entonces tienes que aprender también ser paciente y esperar tu turno sin desesperarte. Habla con Dios para que siga dándote las motivaciones correctas y luego directamente habla con tus líderes o pastores acerca de tu inquietud y deseo. No intentes forzarlos, ni te compares con nadie. Sólo diles que estas disponible y que te encantaría poder hacer eso que amas hacer. Luego ten la madurez suficiente para aceptar sugerencias y cambios si te sugieren o piden que hagas las cosas de manera diferente.
Conozco muchos jóvenes que perdieron su lugar de ministerio en la iglesia por no estar dispuestos a aprender y no aceptar sugerencias de nadie. No es conveniente querer siempre hacer las cosas a tu manera y no ceder nunca. Ni aunque sean sugerencias tontas y sientas que tienes la razón. El servicio no se trata de quién lo hace mejor o de quién tiene la razón, sino de bendecir a la gente. Y sin ese deseo nadie, ni aunque que tenga un titulo ministerial, tiene un «ministerio».