¿Es Dios real ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real

29 septiembre 2020

Serie : Doctrinas

¿Es Dios real ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real

¿Es Dios real ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real

Sabemos que Dios es real porque se nos ha revelado de tres maneras: en la
creación, en Su Palabra y en Su Hijo, Jesucristo.
La prueba más fundamental de la existencia de Dios está simplemente en lo que El ha
hecho. ―Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas, de modo que (los no creyentes) no tienen excusa‖ (Romanos 1:20). ―Los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos‖
(Salmos 19:1).
Si encontrara un reloj de pulsera en medio de un campo, no asumiría que este
simplemente ―apareció‖ de la nada o que este existió siempre. Basado en el diseño del
reloj, asumiría que este tenía un diseñador. Pero yo veo un más grande diseño y
precisión alrededor de nosotros en el mundo. Nuestra medida del tiempo no está
basada en los relojes de pulsera, sino en la obra de las manos de Dios – la rotación
regular de la tierra (y las propiedades radiactivas del átomo 133 de cesio). El universo
despliega un grandioso diseño, y esto alega un Grandioso Diseñador.
Si encontrara un mensaje codificado, buscaría un criptógrafo que ayude a descifrar el
código. Mi suposición sería que hay un transmisor inteligente del mensaje, alguien que
creó el código. ¿Cuán complejo es el ―código‖ del ADN que llevamos en cada célula de
nuestros cuerpos? ¿La complejidad y propósito del ADN, no alegan un Escritor
Inteligente del código?
Dios no solamente que ha hecho un mundo físico complejo y finamente armonizado,
El también ha inculcado un sentido de eternidad en el corazón de cada persona
(Eclesiastés 3:11). La humanidad tiene una percepción innata de que en la vida hay
más de lo que el ojo capta, una existencia superior a esta rutina terrenal. Nuestro
sentido de eternidad se manifiesta en al menos dos formas: legislación de la ley y
adoración.
Cada civilización a través de la historia ha valorado ciertas leyes morales, las cuales
son sorprendentemente similares de cultura en cultura. Por ejemplo, el ideal del amor
es apreciado universalmente, mientras que el acto de mentir es condenado
universalmente. Esta moralidad común – este entendimiento global de lo correcto y lo
erróneo – apunta hacia un Ser Supremo Moral quien nos dio tales escrúpulos.
De la misma manera, la gente en todo el mundo, sin reparar en la cultura, siempre ha
cultivado un sistema de adoración. El objeto de la adoración puede variar, pero el
sentido de un ―poder superior‖ es una parte innegable de ser humano. Nuestra
propensión a la adoración, armoniza con el hecho de que Dios nos creó ―a Su imagen‖
(Génesis 1:27).
También Dios se nos ha revelado por medio de la Biblia, Su Palabra. A través de la
Escritura, la existencia de Dios es tratada como un hecho patente (Génesis 1:1; Éxodo
3:14). Cuando Benjamín Franklin escribió su Autobiografía, no gastó tiempo tratando
de probar su propia existencia. Asimismo, Dios no pasa mucho tiempo probando Su
existencia, en Su libro. La naturaleza de vidas cambiantes de la Biblia, su integridad,
y los milagros que acompañaron sus escritos, deberían ser suficientes para garantizar
un libro más cercano.
La tercera forma en la que Dios se reveló, es a través de Su Hijo, Jesucristo (Juan
14:6-11). ―En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros‖ (Juan 1:1, 14). En
Jesucristo ―habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad‖ (Colosenses 2:9).
En la vida maravillosa de Jesús, El guardó perfectamente toda la ley del Antiguo
Testamento, y llevó a cabo las profecías concernientes al Mesías (Mateo 5:17). Ejecutó
innumerables actos de compasión y milagros públicos, para autentificar Su mensaje y
atestiguar de Su deidad (Juan 21:24-25). Luego, tres días después de Su crucifixión, El
resucitó, un hecho confirmado por cientos de testigos oculares (1ª Corintios 15:6). El
registro histórico abunda en ―pruebas‖ acerca de quién es Jesús. Como dijo el Apóstol
Pablo, ―No se ha hecho esto en algún rincón‖ (Hechos 26:26).
Nos damos cuenta de que siempre habrá escépticos que tienen sus propias ideas
referentes a Dios y por consiguiente van a estudiar la evidencia. Y habrán algunos
para quienes no hay prueba que los convenza (Salmos 14:1). Todo se reduce
básicamente a la fe (Hebreos 11:6).

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