¿Qué  hacer ante el fracaso?

Yo siempre he dicho que peor que muchos fracasos son pocos intentos. Lo primero que debes hacer ante un fracaso es no sentir que eres un fracasado. En la vida probablemente vamos a sufrir muchos fracasos, grandes y pequeños, pero cada uno de ellos debe ser una oportunidad para adquirir experiencia y madurar. Por eso es importante que puedas superar la desilusión y la frustración que implica, por ejemplo, el fracaso de un proyecto, para mirar con objetividad lo sucedido. Así podrás evaluar si hubo errores de tu parte, identificarlos y

aprovechar la experiencia para emprendimientos futuros.

 

Los fracasos se pueden dar en lo sentimental, en lo laboral o en lo ministerial, y pueden afectar tanto a un proyecto personal como a uno comunitario. Incluso los efectos del fracaso pueden alcanzar a personas ajenas al proyecto.

 

Al enfrentamos con la realidad de que nuestras expectativas sobre un proyecto no han prosperado, suelen invadirnos pensamientos negativos que no vienen de Dios. Puede ser un sentimiento de culpa por no haber elegido bien el camino, el temor de no ser capaces de alcanzar el éxito en nada de lo que emprendamos en el futuro, o vergüenza por no haber cumplido con las expectativas de otros.

 

Quiero decirte que ni la culpa, ni el temor, ni la vergüenza vienen de Dios, sino que son las armas que el enemigo quiere usar para desanimarte e impedir que los propósitos del Señor se cumplan en y a través de tu vida. Debes rechazar esos pensamientos, y no apoyarte en lo que otros piensen de ti, ni en o que tú piensas de ti mismo, sino solamente en lo que Dios piensa de ti como hijo suyo: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.» (Jeremías 29.11). Intenta memorizar este versículo. De esta manera te fortalecerás en la Palabra, y podrás superar la adversidad y encarar el futuro con una mirada nueva.

 

Tal como te dije al principio, cada fracaso es una oportunidad para aprender. Ahora quiero advertirte sobre lo más importante que debemos aprender para poder llegar a ser «… más que vencedores …» (Romanos 8.37). Al examinar las posibles causas del fracaso, lo primero es reconocer si hemos tomado decisiones sin consultar al Señor en oración, o si hemos procedido sin tener en cuenta sus mandamientos. Si así fuera, debemos pedirle perdón a Dios por haber intentado manejar los asuntos de nuestra vida sin tenerlo en cuenta a Él, y tomar la firme decisión de allí en delante de buscar su voluntad cada vez que emprendemos cualquier proyecto.

 

Por último, debes saber que muchas veces aquello que desde nuestro punto de vista ha sido un fracaso, desde el, punto de vista de Dios puede ser que no lo es. Si eres capaz de poner toda esa situación en Sus manos, probablemente compruebes que, de lo que parecía un fracaso, Él sacará una gran victoria.

 


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