He aquí algunas verdades bíblicas relacionadas con apariciones, fantasmas y visitas de espíritus de gente muerta. Hay sólo unos pocos incidentes que tratan de gente viva que en realidad tiene comunicación con una persona “muerta.”
De estos tres pasajes de la Escritura, podemos concluir que por ahora, existen compartimentos en los cuales habitan los espíritus de los muertos, y que aunque hay pocas ocasiones en las cuales Dios permite interacción entre los vivos y los muertos, éstas situaciones fueron muy raras y para nada tan comunes como el contacto entre la gente y los seres angélicos. También Lucas
16:27-31 indicaría que no les está permitido a los espíritus humanos, regresar a visitar a los vivos sin permiso, y si el permiso no es otorgado aún con el propósito de prevenir a la gente de escapar de la ira venidera, menos sería dado por razones frívolas.
A diferencia de las dos instancias que tratan de un contacto o comunicación verdadera con la gente muerta, hay numerosas ocasiones que incluyen contactos con seres angélicos, tanto ángeles buenos como ángeles caídos (demonios). Muchas de las situaciones involucran a un ángel descrito como “el ángel del SEÑOR,” refiriéndose a veces a la apariencia de la pre-encarnación del Hijo de Dios (Cristofanías). Pero muchos otros se refieren a ángeles buenos que Dios utiliza para ministrar a favor nuestro (Hebreos 1:14). Con este fin, algunas veces ellos manipulan las circunstancias físicas como en 1 Reyes 19:5-7 (el ángel toca a Elías
y lo provee de comida y bebida); 2 Reyes 19:35 (el ángel hirió de muerte a 185,000 asirios); Daniel 6:22 (el ángel cierra la boca de los leones), Hechos 12:23 (el ángel hiere a Herodes por aceptar adoración como si fuera un dios).
De la misma manera, hay hechos registrados, en los cuales ángeles malvados (demonios) interactúan con la gente. Y también
son capaces de manipular las cosas físicas. En Job 1:12-19, éstos manipulan a la gente para hacer lo malo; causando que cayera fuego del cielo que consumió al ganado y las ovejas; así como también que soplara un fuerte viento que derribó la casa en la que estaban los hijos de Job.
En los evangelios, se registran numerosas ocasiones en las que los demonios se posesionaban de la gente (Mateo 8:16,28 en ad.;
9:32-33; 12:24; 15:22; 17:18; etc.) En estos incidentes, y muchos otros, la manifestación de posesión demoníaca involucraba algunas enfermedades físicas (mudez, epilepsia, ceguera, y algunas veces una fuerza sobrenatural). Ellos también entraron en los cerdos antes de que se precipitaran por un despeñadero y se ahogaran en el mar, en Mateo 8:28 en adelante.
Hay que notar tres cosas acerca de los demonios: (1) Los demonios no tienen poder sobre ninguna cosa que Dios no permita; esto es, Satanás (y sus huestes de ángeles caídos) son como perros salvajes sujetados con correas y es Dios quien las sujeta. Ellos pueden hacer solo lo que Él les permite (Job 1:12; Job 2:6; Mateo 8:31-32). (2) Los casos que involucran demonios registrados en la Escritura, son más numerosos que los pocos casos de interacción con gente muerta. (3) Cristo le ha dado a Sus discípulos
autoridad sobre los demonios (Marcos 16:17; Lucas 9:1; 10:9).
Podrías preguntarte, ¿por qué Dios aún permite que los demonios traten con nosotros? Si ellos están bajo Su autoridad, ¿por qué no les impide cualquier interacción con los humanos? En la insondable sabiduría de Dios, Él es capaz de usar sus malos deseos e intentos sobre nuestras vidas, y obtener algo bueno de ellos para los cristianos. En Marcos 1:13 Dios usa las tentaciones de Satanás para probar la ausencia de pecado en Jesús. En el libro de Job, Dios usa a Satanás para mostrar la integridad del carácter de Job, y más tarde recompensar doblemente a Job por todo lo que experimentó. En 2 Corintios 12:7, Dios usa la aflicción que Satanás infligió sobre Pablo para evitar que se volviera orgulloso. En el caso de los no creyentes, Satanás y los ángeles caídos sirven como un tipo de catarsis trabajando junto con la influencia del mundo no redimido y los deseos de la naturaleza pecaminosa para mostrar a los corazones de los inconversos el mal que ya mora dentro de ellos, mostrándoles de esta manera a ellos y a los demás, lo que es su verdadera naturaleza caída. (Mateo 15:18-19; Efesios 2:1-3; Apocalipsis 20:7-9)
Ahora, mientras examinamos la Escritura – particularmente las epístolas que se enfocan en nuestra vida en la “era de la iglesia” –
encontramos muy poco acerca de la manera en que debemos interactuar con los demonios, excepto el no atrevernos a dirigirnos a ellos basándonos en nuestra propia habilidad y fuerza (Judas 1:9).
Tampoco se nos dice que nos detengamos a preguntarnos continuamente si hay demonios trabajando a nuestro alrededor aún ahora. (Los hay… ¡y a veces se manifiestan ellos mismos!) Pero ya sea que lo hagan o no, ellos no deben ser nuestro enfoque, ¿Por qué no? Porque, una vez más, ellos no tienen autoridad, sino la que les es dada por Dios. ¿Quién y qué entonces debe ser nuestro enfoque? Nuestra atención necesita estar sobre Dios y los claros mandamientos que Él nos da en la Escritura; si Él es nuestro centro de atención, no necesitamos temer a nada más (Salmo 27:1).
No debemos dejarnos fascinar por el mundo de los espíritus, sino por Dios y Su impresionante carácter y atributos (Salmos 27:4; Salmos 73:25). Y si en el curso de nuestro servicio a Cristo y nuestra dependencia de Él, encontramos manifestaciones de posesión demoníaca o actividad demoníaca, solo necesitamos volvernos a Él en una simple oración llena de fe, confiando en Su Palabra y Su Espíritu Santo para que obre de la manera que Él decida. De hecho, esta es la manera cómo debemos enfrentar la vida cuando NO hay manifestaciones evidentes de involucramiento demoníaco, porque con frecuencia Satanás hace su trabajo más
frecuente y efectivo en secreto. Jamás hace que su presencia o la de sus demonios sea evidente (2 Corintios 11:13-15).
Si sucede que hubiera una manifestación de su presencia de alguna forma, debemos preguntarnos el por qué. ¿Hay algún ídolo pagano, un fetiche usado en la adoración pagana, etc. (Deuteronomio 32:16-17; Salmos 106:37-38; 1 Corintios 10:19-21)? O tal vez hay algunos que han permitido ellos mismos llegar a estar poseídos por un demonio, o hayan permitido una participación demoníaca en sus vidas por algún pecado repetido y serio (Efesios 4:27). Cualquier artículo de lo oculto que uno posea, debe ser quemado, como Pablo y los otros cristianos hicieron con los libros que fueron quemados en Hechos 19:18 y cualquier pecado conocido debe ser confesado a Dios (1 Juan 1:9).
En resumen, es bíblico creer en demonios y que lo que la gente cree que son apariciones, son o ilusionismo fabricado por charlatanes, o verdaderamente involucran actividad demoníaca, como la visita de espíritus humanos. El usar canales y
búsquedas de guías de “médiums” o “espiritistas,” o el jugar con las tablas de la Guija, cartas tarot, sesiones espiritistas, o escuchar música satánica de rock pesado, es verdaderamente invitar el involucramiento de demonios en la vida de uno. Es bíblico no obsesionarse con ellos y con el mundo de los espíritus. En ninguna parte de la Escritura puedes encontrar algún precedente de hacerlo así. Más bien, debemos impregnarnos de la Palabra de Dios (Salmo 119), con el conocimiento de Cristo (Filipenses 3:8-10), servirle a Él como sacrificios vivos (Romanos 12:1-2), y buscar hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:18-20, etc.). La
única liberación del pecado y del diablo que pueden obtener los perdidos, es a través de la que se encuentra solo en Cristo
(Juan 8:32-36; Romanos 6:16-23; Efesios 2:1-10). Necesitamos concentrarnos en el Evangelio de Cristo para compartirlo con otros. Ese Evangelio es el poder de Dios para la liberación del pecado y de Satanás (Romanos 1:16; 1 Corintios 1:18).