¿Por  qué hay deres cristianos que caen en pecado?

Y, ¿qué puedo hacer si conozco a aln

der que está en pecado?

Ningún líder con su equipo mental funcionando se levanta un día y dice «Hoy voy a hacer un desastre con mi vida, lastimar a mucha gente y hacer quedar mal a Cristo». No. Todo comienza poco a poco. Mucho antes de que nadie se entere. Empieza con un flojo «sí» en un momento de soledad. Emerge de a poco en el interior de un corazón descuidado …

 

Dios me ha dado el curioso privilegio de trabajar en muchos sectores del cuerpo de Cristo. He pastoreado en distintos países, para diferentes denominaciones, trabajado para distintas organizaciones, y hoy viajo por el mundo compartiendo  con líderes de todo  tipo. Al tener está posibilidad de ver al hombre en acción puedo notar los siguientes problemas como potenciales puertas hacia una caída estrepitosa …

 

  • Líderes que se creen superados:

Aún el más respetado ministro de la Palabra tiene que reconocer que es un pecador. Somos pecadores, y a menos que Jesús estuviera equivocado no hay bueno ni aún uno (Mateo 19.17) Esa es la verdad. Ni siquiera ese de traje raro que siempre está conmovido y haciendo milagros en TV es justo por sus propios meritos. Todos tenemos una necesidad desesperada de Dios y no podemos confiarnos de nuestra propia justicia. «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.» (1 Corintios 10.12). El que cree estar exento de pecar, ya abrió una puerta peligrosa. Además, satanás tiene a los líderes como blanco preferido, y la Biblia es clara en prevenirnos acerca de que el diablo está atento a nuestros pasos y por eso nosotros tenemos que estarlo aún más.

 

  • Líderes que están demasiado solos:

Muchas veces el liderazgo genera soledad. Ya sea porque uno se va de misión a otro lugar, o porque uno está en el tope de una congregación y generó una plataforma en la que nadie le puede decir nada negativo, lo cierto es que muchos se quedan solos en el liderazgo cristiano. Así es que tantos líderes se han alejado de todo contacto con la civilización y viven en la burbuja de su ministerio unipersonal. El problema es que a la llegada de la tentación están solos también, y no tienen de quién agarrase. Todo en ellos es tan misterioso, secreto y solitario que pronto sólo cuentan con su propio criterio para discernir lo que está bien y lo que está mal, y eso puede ser muy engañoso. No importa lo importante que sea un líder, todos necesitamos amigos que nos sostengan, que puedan decirnos cuando consideran que estamos equivocados, y que nos llamen la atención si estamos en terreno peligroso.

  • Líderes que tienen demasiado miedo a reconocer sus debilidades y tentaciones:

 

En muchos círculos cristianos existe el mito del «súper líder». Este fue creado por una generación de líderes que nunca hablaba de sus debilidades y pecados. Uno los escuchaba y jamás había nada negativo en sus vidas. Todo era ejemplar y no tenían ninguno de los problemas que tiene el resto de los humanos. (Todavía esto es cierto en algunos sectores, y sobre todo en la televisión evangélica). Esto, además, se vio agravado porque hemos sido el único ejército que mata a sus propios heridos. ¿Cómo? Muchos líderes han visto cómo otros, al encontrarse en pecado, fueron avergonzados por la iglesia en lugar de ser ayudados y restaurados, y entonces tienen miedo de confesar su debilidad. Recordemos que Jesús dijo que tire la primera piedra el que no tenga pecado. Jesús estuvo atento a corregir, pero siempre con amor.

 

El camino de salida a este problema es que se levante una generación de líderes con autenticidad y transparencia. Yo soy un pecador, y todavía hay cosas de mi carácter que me cuesta controlar. He tomado decisiones en el ministerio que han sido equivocadas, y muchas veces he actuado con motivaciones erradas. Al reconocer eso quedo menos expuesto a crear una barrera de hipocresía que impida que otros demanden cuentas de mi vida y ministerio.

 

  • Demasiada exposición sin lugar para el refresco: No es fácil ser el responsable del crecimiento espiritual de otras personas. Algunos líderes pasan todo el tiempo dando, sin separar un tiempo para recibir también. Esto los cansa y los debilita. Muchas de las historias de caídas de líderes dan cuenta de que éstas ocurrieron en momentos de defensas bajas. Y si a la responsabilidad natural del liderazgo le agregamos fama, viajes y una agenda descomunal, el tiempo de refresco se necesita con más urgencia todavía. Separar tiempo en familia, buenas vacaciones, y también nutrirse del ministerio de otros, previenen un estado de debilitamiento.

 

Claro que hay mucho más por decir, pero en este momento me gustaría ayudarte a responder la otra pregunta, que es muy importante: ¿Qué puedes hacer si conoces a algún líder que está en pecado? Bueno, ayudarlo, confrontándolo con su pecado. Cuando le señalas su pecado a alguien con amor le haces un favor. Primero vístete de misericordia, no sea cosa que la confrontación tenga que ver con una motivación tuya de hundir a esta persona, de mostrar tu espiritualidad, de armar revuelo en la iglesia, o cualquier otra razón que no sea la de ayudar a esta persona y edificar el cuerpo de Cristo. Haz exactamente lo que entiendas que Jesús haría. Habla en privado, y si no hay progreso, habla con un testigo. Si te encuentras conque además del pecado hay hipocresía que pretende quedarse así, entonces sí tienes que hablar con otros líderes y denunciar el pecado. ¿Y si tú has sido la persona herida por el pecado? Lo mismo, pero además perdonar … No hay otra llave para liberar tu corazón, y el de esta persona también.

 


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