¿Cuáles son las condiciones para entrar en la iglesia?

¿Cuáles son las condiciones para entrar en la iglesia?

La palabra «iglesia” en el Nuevo Testamento es usado primero para significar el cuerpo de creyentes en Jesucristo (Mateo 16:18Hechos 20:282:47Efesios 5:24-25Colosenses 1:18-24). Segundo, es usado referente al cuerpo de creyentes en cualquier punto, como la iglesia de los Tesalonicenses (1a Tesalonicenses 1:1). Tercero, es usada para significar las congregaciones locales que se reúnen regularmente para el partimiento del pan, la adoración y la enseñanza, como por ejemplo la iglesia que se reunía en Roma en la casa de Priscila y Aquila (Romanos 16:5).

¿Cuál es la religión verdadera?

¿Cuál es la religión verdadera?

Las condiciones para entrar en la iglesia en su significado primero y más profundo son la aceptación de Cristo como Salvador personal, la rendición a él como Señor y Maestro y la confesión pública del mismo (Hechos 2:3841-47).

Las condiciones para entrar en las iglesias locales son determinadas por ellas mismas. Muchas iglesias reciben a sus miembros cuando tienen una evidencia satisfactoria de que han abandonado realmente el pecado, aceptado a Cristo como su Salvador personal y le han entregado sus vidas. Algunas iglesias requieren que el nuevo miembro acepte un credo determinado de un modo más o menos total. Todas las iglesias evangélicas, excepto los cuáqueros, requieren el bautismo con agua para el que quiere ser miembro sea niño o adulto.

¿Qué debe hacer un fiel cristiano en el día de hoy al ver en las iglesias tanta mundanalidad y error? ¿Debe unirse a la iglesia?

Sí. Me hago cargo de que hay mucha mundanalidad en gran número de iglesias hoy día y que desde muchos púlpitos es enseñado el error; pero en resumidas cuentas, la iglesia es la mejor organización que hay en el mundo. ¿Qué sería de él sin las iglesias? Las iglesias, incluso con sus presentes imperfecciones, son instituciones que preservan a la sociedad de una mayor corrupción. Un cristiano puede contribuir mucho mejor a la salvación de las almas, a la formación de un carácter cristiano y al bien de la comunidad uniéndose a alguna iglesia que intentando llevar una vida cristiana de modo aislado.

Puede haber alguna ocasión en que sea necesario levantar una protesta contra pecados ostensibles de alguna iglesia determinada y, de no ser oída la protesta, que sea necesario incluso que un cristiano se retire de ella como testimonio contra la misma, pero estas ocasiones son relativamente raras.

En la iglesia de Corinto se había introducido una gran corrupción, en realidad una inmoralidad incalificable, y sin embargo Pablo no indicó a ninguno de los miembros de esta iglesia que se retirara de ella. Les escribió que discernieran lo malo y lo quitaran, pero no les sugirió que se separaran ellos de la iglesia. Incluso Jesús no se retiró de las sinagogas de aquellos días hasta que lo echaron. Aunque el culto en la sinagoga se había hecho formulario y erróneo, nuestro Señor tenía la costumbre de asistir a la sinagoga en el día de sábado (Lucas 4:16). El apóstol Pablo siguió el ejemplo del Maestro en este asunto (Hechos 17:2).

Muchos cristianos fieles en nuestros días han perdido todo poder e influencia en favor de la obra de Dios y del bien de la comunidad por separarse de la comunión de otros creyentes, a los que consideran menos instruidos que ellos y por entregarse a críticas acerbas y a murmuraciones.

Naturalmente si el pastor de una iglesia predica, de modo persistente, errores evidentes y perniciosos, es necesario elevar una protesta, y no se debe permitir que los hijos propios sean educados en esta clase de doctrina falsa.

No hay duda que el libro del Apocalipsis ordena salir de Babilonia, pero es que Babilonia aún no está formada. El libro del Apocalipsis, a partir del capítulo 4, nos describe la época posterior al arrebatamiento de la iglesia, no la actual. Así que, no es “trazar bien la Palabra de verdad” aconsejar salirse de Babilonia en los tiempos actuales, o sea de la iglesia en su estado presente.

¿Qué opinión tiene de la existencia de distintas denominaciones? En la causa de la religión ¿son las sectas más perniciosas que beneficiosas?

Sin duda las sectas son más perjudiciales que beneficiosas para la causa de la religión, porque la misma idea de secta es el de dividir.

Pero una denominación no es necesariamente una secta. Las diferentes denominaciones han sido por personas que vieron determinadas verdades muy claramente que otros no vieron, y alrededor de estas personas se han unido otras con el propósito de hacer hincapié sobre este aspecto determinado de la verdad. Por ejemplo, los congregacionalistas y los presbiterianos se levantaron en Inglaterra y Escocia para afirmar la verdad de la libertad del creyente individual. A esta verdad se unieron otras en el desarrollo de dichas denominaciones. Los cuáqueros se levantaron para defender la verdad de la iluminación y guía del Espirito Santo para el creyente individual de nuestros días. Los metodistas se levantaron para hacer hincapié sobre la verdad de una experiencia concreta de la regeneración y la necesidad de una vida santa. Después, otras verdades se unieron a ésta, como la libertad de la voluntad, todas las cuales pasaron a formar el cuerpo doctrinal de la denominación metodista. Al defender vigorosamente algunas verdades descuidadas por otros, al hacer énfasis sobre las mismas, cada denominación ha sido causa de un bien. Así que la existencia de denominaciones distintas ha sido necesaria en el presente estado de imperfección del hombre, en que ningún individuo es capaz de abarcar el entero horizonte de la verdad divina. Debe hacerse resaltar empero que las fronteras denominacionales se están borrando en nuestros días y cada una está más dispuesta a aceptar las verdades por las cuales las otras están luchando de un modo principal.

¿Qué piensa Ud. de la iglesia institucional? ¿No es en detrimento de la obra real de la iglesia conforme la vemos en el Nuevo Testamento?

Entiendo por iglesia institucional una que no se limita a una obra directa de la predicación del evangelio y la edificación de los cristianos mediante la enseñanza de la Biblia, sino que procura además el bienestar físico y mental de sus miembros y de la congregación por medio de instituciones variadas. Esta obra no tiene por qué estar necesaria en detrimento de la obra principal de la iglesia tal como nos es expuesta en el Nuevo Testamento. Puede ser un auxiliar de ella, siempre que las actividades sociales de carácter material o intelectual se subordinen a las de orden espiritual.

La iglesia apostólica tenía hasta cierto punto este carácter. Se preocupaba del bienestar físico de sus miembros y la propiedad era común entre ellos (Hechos 2:44-454:34-356:1-14); y la Palabra de Dios aumentaba y era prosperada bajo estas circunstancias (Hechos 2:474:45:146:7). Naturalmente, no había muchas instituciones ni estaban ampliamente desarrolladas. De la misma manera hoy en día la iglesia puede tener varias instituciones que se preocupen del bienestar físico e intelectual de sus miembros. Por ejemplo, si está situada en barrios pobres, puede, tener instituciones de ahorro, sociedades para comprar carbón a precio económico, bibliotecas, clases instructivas, etc., realizando así mucho bien y haciendo que todo sea útil para la predicación del evangelio. Todas estas cosas pueden ser usadas como medio para atraer a personas que luego serán conducidas al conocimiento salvador de Jesucristo.

Pero siempre, hay un peligro en una iglesia de este carácter. El peligro consiste en que las instituciones pasen a ser la parte principal y el Evangelio sea puesto en lugar secundario, o aun sea perdido de vista. Esta ha sido la historia de más de una iglesia de este tipo en nuestro país y es siempre un peligro. En estos casos, la iglesia institucional constituye un detrimento para la obra real de la iglesia así como viene definida en el Nuevo Testamento. La misión primera de la iglesia es buscar y salvar a los perdidos (Lucas 19:10Mateo 5:19); la segunda es alimentar el rebaño (Hechos 20:281 Pedro 5:2), y la tercera es capacitar a los miembros para un servicio inteligente (Efesios 4:11-12). Si las instituciones relacionadas con la iglesia consiguen poner en segundo término a uno de estos tres objetivos, hace más mal que bien, pero si las instituciones son conducidas en espíritu de oración y con la intención siempre presente de ganar almas para Cristo, y todo se subordina a la predicación del evangelio, a la salvación de los perdidos y a la edificación de los santos, las instituciones pueden ser muy útiles.

Pero, cuanta más experiencia tengo con iglesias y con pastores, tanto más me convenzo de que la iglesia que se necesita en nuestros días no es tanto la que se llama institucional sino la que hace obra evangelística.

¿Qué autoridad existe en favor o en contra de que las mujeres ocupen lugares prominentes en la obra de la iglesia?

La Biblia no autoriza a que la mujer ocupe un lugar de supremacía en la iglesia. Si lo hace se sale del lugar que le corresponde. Infringe las claras enseñanzas bíblicas, cuando toma el lugar del maestro autorizado en la iglesia (1 Timoteo 2:12).

Pero hay abundante base bíblica en apoyo de que puede ser activa y, en este sentido, prominente en la obra de la iglesia. Las primeras personas encargadas que hablaran de la resurrección de Cristo por providencia divina, fueron mujeres. El mismo Jesucristo las envió a que declararan su resurrección a los discípulos (Juan 20:17-18Mateo 28:9-10). En Hechos 21:9 vemos a mujeres investidas por Dios con dones proféticos. En el mismo capítulo de la Biblia en el que se prohíbe a las mujeres que hablen vanamente y hagan preguntas en la iglesia, se dan indicaciones acerca de cómo debe profetizar la mujer, es decir, cómo debe hablar en el poder del Espíritu Santo (1a Corintios 11:5). El Apóstol Pablo habla de las mujeres que han trabajado con él en el evangelio (Filipenses 4:3). Hay una indicación clara de que Priscila tenía mayores dones que su marido Aquila. Los dos tomaron juntos a Apolos el predicador, y en un lugar aparte le expusieron de modo más particular el camino de Dios (Hechos 18:26), siendo su nombre de ella el primero mencionado.

¿Cuáles son los medios, de acuerdo con la Escritura, para obtener dinero para la iglesia y otros fines cristianos?

Por medio de las ofrendas libres de los cristianos, cada cual poniendo aparte en el primer día de la semana una porción determinada de sus ingresos (1a. Corintios 16:2).

Sin duda alguna no es un medio cristiano de obtener dinero el hacerlo por medio de tómbolas, bazares y otros métodos que reducen la iglesia de Cristo al nivel de una feria o una empresa de espectáculos. Estos métodos son inconvenientes, aun desde el punto de vista económico y ciertamente deshonrosos para Cristo. Son prosperadas las iglesias que decididamente se ponen bajo la obediencia de la Palabra de Dios y quieren depender exclusivamente de las libres ofrendas de sus fieles. Pronto encuentran que tienen más dinero para su propia obra y para sus misiones en el extranjero que las iglesias que se rebajan y deshonran a su Señor recogiendo dinero con métodos reprobables incluso entre personas del mundo.

¿Pediría Ud. a los no convertidos que contribuyeran con dinero o de cualquier otro modo para el sostenimiento o beneficio de la obra de la iglesia?

La obra de Dios debe ser sostenida exclusivamente por las ofrendas libres y hechas con buena voluntad de su propio pueblo, tal como ya se explicó. Por tanto, no pediría dinero a los inconversos, ya que Dios puede prescindir del dinero de sus enemigos para llevar a cabo su obra.

Además, cuando los no convertidos contribuyen al sostenimiento de la obra de Dios, a menudo esto sirve para aliviar sus conciencias, y éstas se endurecen para el evangelio. Dicen, “Ayudo a sostener la iglesia,» y pueden creer que esto les allana el camino del cielo.

Es natural que si una persona no convertida de su propia voluntad quiere echar una cantidad en la cajita de las ofrendas o hacer algo equivalente, no iría a reprochárselo, o no tomaría sobre mí la responsabilidad de despreciar su dinero, pero siempre, al hacer colectas considero que debe explicarse de un modo claro que no es el dinero sino las almas de los inconversos lo que buscamos, y que, antes que entregar dinero a Dios, lo que conviene es entregarse a uno mismo.

LOS INFANTES
¿Se pierden para siempre los que mueren en la infancia?

No hay ni una línea en las Escrituras que lo indique. Jesús dijo: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14). Es verdad que los niños nacen en este mundo como miembros de una raza caída bajo la condenación de Dios, que el pecado de Adán es imputado a todos sus descendientes, pero los pecados de la raza entera fueron expiados por la muerte de Jesucristo en la cruz (1 Timoteo 2:6Juan 1:191 Juan 2:2). Quedan incluidos los niños.

Cuando un niño alcanza la edad en que se le pueden imputar sus propios pecados, necesita aceptar personalmente a Cristo para poder ser salvo, pero, como es natural, eso no puede requerirse de los que mueren en la infancia. Para ellos el solo acto de justicia de Cristo (su muerte expiatoria en la cruz) les concede la libre dádiva de justificación para vida (Romanos 5:181 Corintios 15:22). Llegará un tiempo cuando estos niñitos verán a Cristo, creerán en él, y así serán salvos en sentido pleno. Pero nunca perecerán por el pecado de Adán. Jesucristo llevó la pena del pecado de Adán por ellos. Nadie se pierde simplemente por el pecado de Adán. No hay ninguna base en la Escritura para la doctrina de la condenación de las criaturas no bautizadas.

¿Hay Escritura que dice que los hijos de padres no creyentes hayan de ser salvos si mueren en la infancia? Si es así, ¿qué significa la última parte de 1 Corintios 7:14): “Porque el marido infiel es santificado en la mujer, y la mujer infiel en el marido: pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos; empero ahora son santos”?

La última parte de este versículo indudablemente nos enseña que los niños de padres creyentes están en diferente relación en cuanto a Dios que los niños de padres no creyentes; pero en ninguna relación en cuanto a Dios se enseña que ningún niño se pierda, como se explicó en la respuesta anterior.

¿A dónde van, en la otra vida, los que mueren en la infancia?

La Biblia no nos lo dice de un modo específico. Sí dice, sin embargo, que “de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:14). No hay ninguna base en la Escritura para la doctrina de que, si bien los niños no van a un lugar de tormento, van a un lugar en que no hay la plena bienaventuranza de los que alcanzan la edad madura y aceptan a Cristo Jesús. No somos juiciosos si vamos más allá de lo que está escrito y hacemos teorías propias con respecto a su futuro destino, pero ciertamente no hay la menor base para sentir ansiedad por ellos.


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