Contenido del curso
Teología Bíblica – Clase 2: Protectora y Guía para la Iglesia
Clase esencial Teología Bíblica Clase 2: Protectora y Guía para la Iglesia
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«Señor, esto es una iglesia local»
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Esenciales e indispensables: Las mujeres y la misión de la Iglesia
La contribución de las mujeres a la misión de la iglesia no es sólo «importante» o «vital» o «crítica». Las mujeres son «esenciales e indispensables» para la misión y el ministerio de la iglesia. Así lo afirma la conferenciante y escritora Jen Wilkin, de The Village Church, en Flower Mound, Texas.
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Teología Bíblica
Acerca de las clases

No conozco a nadie que niegue esto. Pero cuando la escuché decirlo, me llamó la atención. ¿Por qué no lo he oído decir así? ¿Por qué no lo he dicho yo? Con el énfasis complementario en los ancianos, ¿hemos dejado de reconocer el papel esencial e indispensable que desempeñan tanto los hombres como las mujeres en el cumplimiento de la gran comisión a través de nuestras iglesias?

silhouette of woman

No estoy de acuerdo con todo lo que dice Wilkin sobre las mujeres y la iglesia, pero aquí da en el clavo. La Biblia nos lo dice. No trata el trabajo de las mujeres -de nuevo Wilkin- como «bonito, pero no necesario». Por el contrario, la Biblia dice que las mujeres son esenciales e indispensables para cumplir con el mandato cultural de multiplicar y llenar, de someter y gobernar. Y dice que son esenciales e indispensables para cumplir el llamado de la Gran Comisión de hacer discípulos.

EL MINISTERIO ESENCIAL E INDISPENSABLE DE LAS MUJERES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento, el ministerio de la mujer -para arriesgar un anacronismo- estaba vinculado a la maternidad en general, así como a la protección de la semilla de Abraham en particular[1]. Dios bendijo los vientres estériles de Sara y Rebeca, así como los vientres de las mujeres hebreas esclavizadas en Egipto, que literalmente dieron a luz a un pueblo. Frente al ataque satánico, Dios preservó una y otra vez la línea ungida de Cristo a través de madres como Tamar, Rut y Betsabé, pero también de otras maneras como con Débora y Ester.

El biblista Stephen Dempster resume este tema del Antiguo Testamento como «la mujer contra la bestia»:

Eva contra la serpiente; Sara y Rebeca contra la esterilidad; Tamar contra Judá; Jocabed y Miriam contra el faraón; Débora y Jael contra Sísara; Rut y Noemí contra la muerte; Ana contra la esterilidad; Jehosheba contra Atalía. En todos estos ejemplos de lucha, estas mujeres de fe están comprometidas en una batalla para salvar al pueblo de Dios. La victoria de Ester sobre Amán continúa dramáticamente este tema. [2]

EL MINISTERIO ESENCIAL E INDISPENSABLE DE LAS MUJERES EN EL NUEVO TESTAMENTO

La maternidad y la guerra contra la bestia sigue siendo un tema crucial que se traslada al Nuevo Testamento, empezando por la historia de María y el intento de la serpiente de destruir por la mano de Herodes la singular semilla hacia la que apunta todo el Antiguo Testamento.

La maternidad también sigue siendo relevante para el trabajo de las iglesias. Pablo anima a las mujeres a trabajar por su salvación mediante la maternidad (1 Tim. 2:15), a las viudas jóvenes a casarse (1 Tim. 5:14) y a las mujeres mayores a formar a las más jóvenes para que amen a sus maridos e hijos (Tito 2:3-5). También pide a sus lectores que piensen en el honor que damos a nuestras madres como modelo de cómo debemos tratar a las mujeres mayores (1 Tim. 5:2). Y cuántos niños aprenden la fe de sus madres y abuelas, como hizo Timoteo (2 Tim. 2:5).

Sin embargo, el nuevo pacto también aporta nuevas dimensiones al «ministerio de las mujeres».

Discípulos

Para empezar, el Nuevo Testamento trata a toda mujer cristiana como «discípula». Los discípulos encarnan la enseñanza de su maestro y siguen el camino de éste. En el Antiguo Oriente Próximo, las mujeres no habrían sido acogidas como discípulas en la hermandad de un rabino o de algún gran maestro. El historiador judío Josefo las consideraba inferiores. El filósofo judío Filón se refería a las mujeres y a los rasgos femeninos como ejemplos de debilidad. Decía que debían permanecer en casa en reclusión. Los hombres judíos utilizaban el Tosefta rabínico para rezar y dar gracias a Dios por no ser mujeres. [3]

En este contexto, Jesús acogió a María para que «se sentara a los pies del Señor y escuchara su enseñanza», al igual que Saulo fue «educado a los pies de Gamaliel según la estricta ley de nuestros padres» (Lucas 10:39; Hechos 22:3). Le dijo a Marta, que estaba «distraída con muchos servicios», que María había elegido «la buena parte» (vv. 40, 42).

¿Nos atrevemos hoy a ofrecer a las mujeres un camino diferente al que ofreció Jesús? ¿Nos atrevemos a impedir que las mujeres escojan la buena porción de aprender cada doctrina, principio y mandamiento necesario para conocerlo y seguirlo?

Jesús eligió especialmente a doce discípulos varones. Sin embargo, también enseñó a un grupo más amplio a ser discípulos (Mt. 8:21; 10:24-25, 42; 27;57), que incluía a mujeres. Viajó y predicó con los doce «y también con algunas mujeres», entre ellas María Magdalena, Juana, Susana y «muchas otras que les proveían de sus recursos» (Lucas 8:2-3).

Dichas mujeres acaban pareciendo incluso más fieles que los doce. Los hombres abandonan a Jesús tras su arresto. Pero las mujeres le siguen a la crucifixión (Mateo 27:55-56; Marcos 15:40; Lucas 23:49; Juan 19:25-27); se unen a José de Arimatea para el entierro (Mateo 27:57-61; Marcos 15:45-47; Lucas 23:50-55); y son las primeras en visitar la tumba (Mateo 28:1; Marcos 16:1; Lucas 24:1; Juan 20:1). Frente a las normas del Antiguo Oriente para los testigos fiables, la Biblia las presenta como las primeras en dar testimonio de la resurrección (Mateo 28:7-10; Lucas 24:8-12; Juan 20:2)[4].

Hoy en día, ¿cuántas veces son las mujeres las obreras más fieles en nuestras iglesias? ¿A quién creemos que el Padre celestial cuenta como «primero» en el reino de los cielos? Las galerías de arte europeas están llenas de cuadros de los grandes hombres de la cristiandad, pero las galerías de arte del cielo podrían tener un aspecto algo diferente.

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