LOS MÁRTIRES DE LA IGLESIA APOSTÓLICA
“De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo,
extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de
glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme”.
Juan 21.18-19
a iglesia apostólica llego a experimentar un rápido crecimiento en Jerusalén, figuras como Pedro, Juan y
Santiago el hermano de Jesús figuraron entre sus primeros líderes. La actividad misionera alcanzo miles de
almas en Samaria y hasta lo último de mundo. Pablo jugo un papel muy importante en esto, pero al igual que
él, hubo otros que fueron a las partes de Egipto, África y la India donde también el mensaje se difundió diseminando el
cristianismo en estas regiones. A continuación presentamos una pequeña descripción de la obra y muerte de los héroes de la
fe que se destacaron en este importante periodo.
Jacobo el hermano de Juan
“En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo,
hermano de Juan”.
Hechos 12:1-2
Después de Esteban, el siguiente mártir que encontramos en el relato de Hechos de los Apóstoles es Jacobo hijo de
Zebedeo, hermano mayor de Juan. No fue hasta diez años después de la muerte de Esteban que tuvo lugar este segundo
martirio. Ocurrió que tan pronto como Herodes Agripa I fue designado gobernador de Judea el cual queriendo ganar el favor
de los dirigentes judíos desato una persecución terrible contra los líderes de la iglesia que termina con el encarcelamiento de
Pedro y la muerte de Jacobo. El escritor antiguo Clemente de Alejandría nos dice que cuando Jacobo estaba siendo conducido
al lugar de su martirio, su acusador fue llevado al arrepentimiento, cayendo a sus pies para pedirle perdón, profesándose
cristiano, y decidiendo que Jacobo no iba a recibir solo la corona del martirio. Por ello, ambos fueron decapitados juntos. Así
recibió resuelto y bien dispuesto el primer mártir apostólico aquella copa, que él le había dicho a nuestro Salvador que estaba
dispuesto a beber. Estos acontecimientos tuvieron lugar alrededor del 44 d.C.
Felipe
De acuerdo al relato bíblico fue de los primeros discípulos de Jesús y nació en Betsaida de Galilea: “El siguiente día
quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro”, (Juan
1:43-44). De acuerdo a la tradición trabajó diligentemente en Asia Superior, y sufrió el martirio en Heliópolis, Frigia. Fue
azotado, echado en la cárcel, y después crucificado, en el 54 d.C.
Mateo
Su profesión era recaudador de impuestos, había nacido en Nazaret y se conoció también con el nombre de Leví:
“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
L
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Sígueme”, (Lucas 5:27). Escribió su evangelio en hebreo, que fue después traducido al griego por Jacobo el Menor. Los
escenarios de sus labores fueron Partia y Etiopía, país en el que sufrió el martirio, siendo muerto con una alabarda en la
ciudad de Nadaba en el año 60 d.C.
Jacobo (Santiago, hermano de Jesús)
No hay que confundirlo con ninguno de los dos apóstoles de este nombre: Jacobo hijo de Zebedeo, ni Jacobo hijo de
Alfeo (Mateo 10:2-3). Se trata de Jacobo el hermano del Señor: “pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el
hermano del Señor”, (Gálatas 1:19) autor de la Epístola de Santiago. Santiago es considerado el más prominente de todos los
Santiagos (Jacobos) que se mencionan en el Nuevo Testamento, medio hermano de Jesús y líder del Concilio de Jerusalén.
En cuanto a su nombre en sí, nuestra forma Santiago es un derivado medieval del latín Sant Iacobs, que literalmente significa
San Jacobo, lo cual significa que ambos nombres identifican a la misma persona. Jacobo, el hermano del Señor, no figura
entre los discípulos sino después de la resurrección de Cristo. Es probable que haya sido uno de los hermanos de Jesús que no
querían creer en la misión mesiánica de Jesús (Juan 7:5); pero que vencido por la realidad de la resurrección (13 Corintios
15:7) no pudo menos que convertirse y entrar a actuar con los discípulos. Pronto ocupa un lugar prominente entre los
hermanos y los apóstoles. Su nombre es mencionado por Pedro al salir de la cárcel: “Haced saber esto a Jacobo y a los
hermanos”, (Hechos 12:17.) Pablo, al hablar de las columnas de la iglesia de Jerusalén, lo nombra antes que a Pedro y Juan
(Gálatas 2:9). En el concilio de Jerusalén (Hechos 15) también toma parte activa, y muchos suponen que fue el que presidió
la reunión. Cuando Pablo fue a Jerusalén por última vez (Hechos 21:18) fue a visitar a Jacobo, y los ancianos de la iglesia se
reunieron en su casa.
Según atestiguan muchos escritores de los primeros siglos, Jacobo (o Santiago) llevaba una vida completamente
ascética, lo que le daba acceso a los judíos no convertidos. Se privaba de todo lo que constituye algún placer o comodidad, y
su fama de hombre santo era popular en la ciudad donde era conocido bajo el sobrenombre de Justo. Nunca renunció al
rigorismo de la ley mosaica de la cual no se consideraba completamente desligado aunque había abrazado la fe cristiana. La
epístola por él escrita confirma estos testimonios sobre su carácter austero. Acerca de su muerte, se sabe que sufrió el
martirio, siendo lapidado cerca del Templo. Josefo hace sobre su muerte el siguiente relato en su libro Antigüedades: “Anano
(o Hanán), que tomó el cargo de sumo sacerdote, era un hombre audaz, altanero y muy insolente. Era de la secta de los
saduceos, quienes sobrepasan a todos los judíos en la manera cruel con que tratan a los culpables. Pensó que era el
momento oportuno para ejercer su autoridad. Festo había muerto, y Albino, que había sido enviado a Judea para sucederle,
estaba en viaje. Así que él reunió el Sanedrín e hizo comparecer al hermano de Jesús, llamado Cristo, cuyo nombre era
Jacobo, y a varios otros de sus compañeros, y habiendo formulado una acusación contra ellos como quebrantadores de la
ley, los entregó para ser apedreados”. Se dice que murió a la edad de noventa y seis años. Renán hablando de su muerte
dice: “La muerte de este santo personaje hizo el peor efecto en la ciudad. Los devotos fariseos, los estrictos observadores de
la ley, sintiéndose muy descontentos. Jacobo era universalmente estimado; se le tenía por uno de los hombres cuyas
plegarias eran de suma eficacia… Casi todo el mundo estuvo de acuerdo en pedir a Herodes Agripa II que pusiera límites a
la audacia del sumo sacerdote. Albino tuvo conocimiento del atentado de Anano, cuando ya había salido de Alejandría con
dirección a Judea, escribió a Anano una carta amenazadora; después lo destituyó. Por consiguiente Anano fue sumo
sacerdote sólo tres meses”.
Matías
De él se sabe menos que de la mayoría de los discípulos; fue escogido para llenar la vacante dejada por Judas
Iscariote. Fue apedreado en Jerusalén y luego decapitado.
Andrés
Hermano de Pedro, predicó el evangelio a muchas naciones de Asia; pero al llegar a Edesa fue prendido y
crucificado en una cruz cuyos extremos fueron fijados transversalmente en el suelo. De ahí el origen del término de Cruz de
San Andrés.
Marcos
Nació de padres judíos de la tribu de Leví. Se supone que fue convertido al cristianismo por Pedro, a quien sirvió
como amanuense, y bajo cuyo cuidado escribió su Evangelio en griego. Marcos fue arrastrado y despedazado por el
populacho de Alejandría, en la gran solemnidad de su ídolo Serapis, acabando su vida en sus implacables manos.
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Pedro
Muy poco se sabe sobre los últimos días de este noble apóstol que desempeñó una parte tan importante entre los
doce, y que tan gloriosamente actuó en los primeros días de la iglesia de Jerusalén. Si recordamos que a él le fue
encomendada la predicación del evangelio a los judíos, no está fuera de lugar suponer que se dedicó a viajar para llevar el
divino mensaje a los israelitas esparcidos por todo el mundo. Descartada como leyenda la infundada tradición de los
veinticinco años de residencia en Roma, surge la pregunta: ¿qué hizo Pedro, y dónde estuvo todo el tiempo que transcurre
entre los últimos datos que de él tenemos en el libro de los Hechos, y su muerte? La mejor respuesta a esa pregunta la
tenemos en su Primera Epístola. En el último capítulo leemos la siguiente salutación: “La iglesia que está en Babilonia,
elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan”, (1 Pedro 5:13). De ahí se desprende que Pedro se hallaba en
la Mesopotamia, donde residían numerosos israelitas, a los cuales seguramente él estaba evangelizando, sin dejar por eso de
hacer la misma cosa entre los gentiles de esa región. Los romanistas, en su desesperación por demostrar que Pedro estaba en
Roma, dan al nombre de Babilonia un sentido simbólico, sosteniendo que significa Roma. En el Apocalipsis es evidente que
Babilonia es el nombre con que se designa la ciudad de los Césares, pero es del todo contrario a una sana regla de
interpretación, querer ver símbolos en unas sencillas palabras de salutación fraternal. En la misma Epístola vemos también
que ésta fue dirigida a los expatriados de la dispersión: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el
Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”, (1 Pedro 1:1). Como no es lógico suponer que se dirija una carta de esta índole a
personas o agrupaciones desconocidas, es también lógico admitir que Pedro haya trabajado en esas regiones durante el
período que nos ocupa.
Tocante a su muerte, todo conduce a suponer que murió crucificado. Una prueba de esto la tenemos en el evangelio
según San Juan. Ahí leemos estas palabras que el Señor dirigió a Pedro: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más
joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a
donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme”,
(Juan 21.18-19). El testimonio de varios autores de los tiempos primitivos: Tertuliano, Orígenes, Eusebio, agrega más
pruebas a la creencia que prevalecía, en los primeros siglos, de que Pedro murió crucificado, y era también admitido que por
pedido suyo pidió ser crucificado cabeza abajo por considerarse indigno de sufrir la misma muerte de su Maestro.
Pablo
También el apóstol Pablo, que antes se llamaba Saulo, tras su enorme trabajo y obra indescriptible para promover el
Evangelio de Cristo, sufrió también bajo esta primera persecución bajo Nerón. Dice Abdías que cuando se dispuso su
ejecución, que Nerón envió a dos de sus caballeros, Ferega y Partemio, para que le dieran la noticia de que iba a ser muerto.
Al llegar a Pablo, que estaba instruyendo al pueblo, le pidieron que orara por ellos, para que ellos creyeran. Él les dijo que
poco después ellos creerían y serían bautizados delante de su sepulcro. Hecho esto, los soldados llegaron y lo sacaron de la
ciudad al lugar de las ejecuciones, donde, después de haber orado, dio su cuello a la espada.
Judas
Hermano de Jacobo el menor, era comúnmente llamado Tadeo. Fue crucificado en Edesa el 72 d.C.
Bartolomé
Predicó en varios países, y habiendo traducido el Evangelio de Mateo lenguaje de la India, lo propagó en aquel país.
Finalmente fue cruelmente azotado y luego crucificado por los agitados idólatras.
Tomás
Llamado Dídimo, predicó el Evangelio en Partia y la India, donde al provocar a los sacerdotes paganos a ira, sufrio
el martirio al ser atravesado con una lanza.
Lucas
El evangelista, fue autor del Evangelio que lleva su nombre. Viajó con por varios países, y se supone que fue
colgado de un olivo por los idolátricos sacerdotes de Grecia.
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Simón de cananista
De sobrenombre Zelote, predicó el Evangelio en Mauritania, África, incluso en Gran Bretaña, país en el que fue
crucificado en el 74 d.C.
Juan
El «discípulo amado» era hermano de Jacobo el Mayor. Las iglesias Esmirna, Pérgamo, Sardis, Filadelfia, Laodicea
y Tiatira fueron fundadas por él. Fue enviado de Éfeso a Roma, donde se afirma que fue echado en un caldo de aceite
hirviendo. Escapó milagrosamente, sin daño alguno. Domiciano desterró posteriormente a la isla de Patmos, donde escribió el
Libro de Apocalipsis. Nerva, el sucesor de Domiciano, lo liberó. Fue el único apóstol que escapó del martirio y tuvo una
muerte natural alrededor del 100 d.C.
Bernabé
Era de Chipre, pero de ascendencia judía. Se supone que su muerte tu lugar alrededor del 73 d.C.