¿POR QUE EVANGELIZAR AL NIÑO?
¿Por qué llevar los niños a Cristo? La respuesta es sencilla, hay tres razones
importantes: La primera es que de hecho… están perdidos y necesitan en gran manera ser
hallados. Sus corazones están llenos de pecado como el de los adultos. Sus caminos son
los caminos de la muerte como los de los mayores. No hay ninguna diferencia, pues todos
han pecado y no alcanzan la gloria de Dios, ni aun los niños. Segunda porque son
importantes y Cristo así nos lo enseñó y Tercera, porque son muchos y es una edad
preciosa para que conozcan del amor de Dios.
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios (Romanos 3:23)
Un día los discípulos de Jesús vinieron a El con una pregunta. Querían saber quién
sería el más grande en el reino de los cielos. Es decir, quién ocuparía las posiciones de
prominencia, los lugares que sin duda correspondían a aquellas posiciones terrenales de
fariseos y escribas.
En respuesta, el Señor llamó a un pequeño, y lo puso en medio de los discípulos
como una especie de lección práctica. La palabra usada aquí denota que el niño tenía
quizá de 6 a 10 años de edad, no que fuese un bebé al que debía cargar en brazos, sino
que era un niño pequeño, a mitad de su infancia.
Allí en medio estaba el niño, de modo que todos los discípulos lo podían ver. Y
mientras, seguramente, el Señor ponía sus manos sobre la cabeza y en los hombros del
muchacho, hizo una afirmación alarmante. Prometió que a no ser que los discípulos
(quienes estaban preocupados no por la entrada en el cielo, sino por quién sería el más
importante allí) dejaran atrás sus pensamientos y regresaran a las características naturales
de la infancia, tales como confianza sencilla, humildad de mente y amor sincero… ni
siquiera irían al cielo. Dichas palabras debieron inquietar la mente de los discípulos.
En aquél tiempo los discipulos vinieron a Jesús diciendo: ¿Quién es el mayor en el
reino de los cielos?. Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: De
cierto os digo que si no os volveís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de
los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe
(Mateo 18: 1-5)
¿A que edad?
Cuando hablamos de llevar niños a Cristo, ¿a qué edad nos referimos?. Como hay
diferentes opiniones, quizás una aclaración en este punto pueda ser de ayuda. Aunque no
puede decirse con exactitud, es casi seguro que el niño que el Señor usó en Mateo 18 era
un niño pequeño, de 5 a 8 años. Debemos recordar que en esta situación, con el niño
todavía en medio del círculo, Nuestro Señor indicó solemnemente que no era la voluntad
del Padre Celestial que uno de ellos pereciese, esto es, los niños pequeños.
¿De qué edad? Algunos educadores cristianos sostienen que la edad de
responsabilidad, es decir, cuando un niño conoce el bien y el mal, está comprendida entre
las edades de 9 a 11 años. Puede ser así con algunos, pero indudablemente es también
cierto que otros alcanzan este punto de la vida mucho antes. ¿Quién puede decir
dogmáticamente que un año determinado es el único? Pero aunque algunos alcancen la
edad de responsabilidad durante los años preescolares o en la vida preadolescente, es de
vital importancia que se presente una y otra vez a cada alma viviente, el llamado de
Cristo, desde la más temprana infancia hasta que haya aceptado la gracia y salvación que
Dios le ofrece.
Así en cuanto al niño, la fe que Dios requiere es únicamente fe como la de un niño.
Dios permanece a punto de salvar al niño, basado en el ejercicio de la fe natural del niño.
Si tiene sólo 4 años, Dios estará satisfecho con una respuesta de fe de 4 años. Si el niño
tiene 8, Dios aceptará una fe de 8 años.
La declaración en Hechos 16:31 se transmitía evidentemente a toda la familia del
carcelero. Se le dijo “tú y los demás de tu casa”; “Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tu y tu casa.” Un vez más, no es necesario añadir al único requerimiento de Dios.
Dios está pronto a salvar cuando la persona cree que El lo hará. Si es un adulto, Dios
aceptará una fe adulta. Si es un niño recibirá con buena voluntad una fe sencilla de niño.
¿Tiene unas ventajas determinadas el llevar niños a Cristo en edades muy
tempranas?
El Señor pensaba así, evidentemente, pues dijo en Mateo 19:14 “dejad a los niños
venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.” Notar que se
usa aquí, una vez más, la palabra niños. Que quede bien claro que el texto se refiere al
preadolescente. Estos niños fueron traídos a Cristo por sus padres. Muchos de ellos
estaban, sin duda, en la edad preescolar. En la relación correspondiente al Evangelio de
Marcos (10:13-16) encontramos al Señor tomándolos en sus brazos y sosteniéndoles así,
al mismo tiempo que pone sus manos sobre ellos y les bendice.
Cuando un niño acepta a Cristo, la seguridad de la salvación le viene con facilidad.
Del mismo modo, su fe en la capacidad de que Dios le puede salvar es sencilla; también
su fe en la capacidad de que Dios le ouede guardar, no tiene complicación alguna. Para el niño no hay duda y todo parece ser totalmente anormal. Quizá Dios, en su cuidado
amoroso, les de una doble porción de seguridad.
Con la salvación a edad temprana, también se experimenta un temprano
crecimiento en la gracia. Del mismo modo que el milagro de la salvación es un suceso, la
vida cristiana es un proceso. Pero cuanto antes empieza el proceso, mayor puede ser el
crecimiento en la gracia.