EL RAPTO DE LA IGLESIA
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LA DEFINICIÓN DE LA IGLESIA INVISIBLE
LA DEFINICIÓN DE LA IGLESIA INVISIBLE

DOS  EVENTOS SUBSIGUIENTES AL RAPTO DE LA IGLESIA

Los dos eventos subsiguientes al Rapto de la Iglesia son: El Tribunal del Mesías y Las

Bodas del Cordero.

 

  1. El Tribunal del Mesías

El primer evento será subdividido en dos secciones: El juicio en sí, y las recompensas.

 

  1. El Juicio

El Tribunal del Mesías es el juicio de las obras del creyente, no de sus pecados. Lucas

21:34–36 indica que el resultado del Rapto será el estar de pie delante del Hijo del Hombre. Este juicio particular que tomará lugar en el Cielo, después del Rapto de la Iglesia, es tratado en tres pasajes.

 

En el primer pasaje, Pablo simplemente apunta que tal juicio tomará lugar. Romanos

14:10–12: Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí.

 

El  Segundo  pasaje  provee  las  bases  de  este  juicio  en  2  Corintios  5:10:  Porque  es menester que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, ya sea bueno o sea malo.

 

La base de este juicio será sobre las obras que el creyente haya hecho desde que fue salvo. No serán juzgados los pecados del creyente, pues esto ya tomó lugar en la cruz, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Rm 8:1). Esto no es un asunto acerca de los pecados del creyente, sino un asunto de recompensas en base a las obras del creyente.

 

El tercero y más detallado pasaje que trata con este juicio lo encontramos en 1 Corintios

3:10–15. Pablo otra vez apunta que las bases para este juicio serán las obras del creyente: Versículos 10–11: Conforme a la gracia de Dios que me es dada, yo como perito arquitecto  puse  el  fundamento,  y  otro  edifica  encima;  pero  cada  uno  mire  cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

 

Este juicio es comparado con el edificar sobre un fundamento que ya ha sido puesto, el cual es Jesucristo. El juicio está basado en cómo uno sobreedifica sobre este fundamento.

Además, en el versículo 12 este juicio de las obras no será basado sobre la cantidad, sino sobre  la  calidad:  Y  si  alguno  edificare  sobre  este  fundamento  oro,  plata,  piedras preciosas, madera, heno, hojarasca;

No será acerca de cuánto oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca usó para edificar; sino de si era oro, plata, piedras preciosas, o madera, heno, u hojarasca. Otra vez, es un asunto de calidad, no de cantidad. El asunto será si el creyente siguió la voluntad de Dios para su vida. Si un creyente está haciendo la voluntad del Señor, obedeciendo Sus mandamientos y cumpliendo el ministerio para el cual recibió dones espirituales, entonces él está edificando sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas. Pero si falta a estas cosas, entonces está edificando sobre el fundamento con madera, heno y hojarasca.

Aunque los pecados del creyente no serán traídos a juicio, si jugarán un papel indirecto. El  tiempo  en  que  el  creyente  vive  con  pecados  no  confesados,  está  edificando  con madera, heno hojarasca, y no con oro, plata y piedras preciosas. Por tanto, habrá severas consecuencias para el creyente que vive en pecado, consecuencias que durarán por los mil años del tiempo del Reinado.

 

Esto, es lo que será probado por el fuego según el versículo 13: la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará; porque por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.

Cuando el fuego es aplicado a la madera, heno u hojarasca, estos se queman y solo quedan cenizas. Pero cuando el fuego es aplicado al oro, plata y piedras preciosas, estos elementos son refinados y purificados. Una vez más, la manera de probarlos muestra que es un asunto de calidad y no de cantidad. No importa cuánta madera, heno u hojarasca sea, el fuego los quemará a todos. No importa cuánto oro, plata o piedras preciosas sean, el fuego los refinará a todos. Así que algunos creyentes mirarán sus obras ser quemadas, mientras que otros las mirarán ser refinadas.

 

Finalmente, los resultados del juicio son dados en los versículos 14–15: Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno fuere quemada, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

En el versículo 14, los que edificaron con oro, plata y piedras preciosas encontrarán que sus obras, no solo permanecen, sino que también serán purificadas al ser pasadas por el fuego. Consecuentemente, ellos recibirán recompensas. En el versículo 15, Pablo habla de cuáles serán los resultados para aquellos que edificaron con madera, heno y hojarasca. Todas  sus  obras  serán  quemadas  y  sufrirán  pérdida.  Sufrirán  pérdida  sólo  de recompensas  y  autoridad.  Ya  no  serán  castigados  por  sus  pecados,  al  igual  que  un corredor no es castigado por no terminar en primer lugar, sólo perderán recompensas. Nadie concluya que el creyente puede perder su salvación, el texto enfáticamente nos dice que él mismo será salvo, aunque así como por fuego. Sus obras no determinan su salvación; su salvación está segura porque confió en Jesús como el Mesías, y la salvación se obtiene por gracia a través de la fe, sin las obras. Pero pasará el período del Reino sin poder mostrar algún fruto de su vida espiritual.


  1. Las Recompensas

Este pasaje no dice nada cerca de la naturaleza de la recompensa, pero otros pasajes

hablan acerca de estas recompensas como coronas. El griego tiene dos palabras que significan “corona.” Una es la palabra <diadem> que es la corona de un rey, la corona de soberanía, una persona real por su naturaleza y posición. Esta es la clase de corona que Jesús lleva puesta. La segunda palabra griega que es traducida “corona”  es <stephanos>, una corona dada a un vencedor, un victorioso, uno que ha ganado una carrera. Esta clase de  corona  está  disponible  para  los  creyentes,  pues  ellos  han  vencido  en  la  guerra espiritual y ahora son coronados en el Tribunal del Mesías. Hay cinco de estas coronas mencionadas en las Escrituras.

 

La primera corona es llamada “La Corona Incorruptible” en 1 Corintios 9:24–25: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas sólo uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; pero nosotros, una incorruptible.

 

Esta corona es dada a los que ejercitaron la templanza (control de sí mismo), los que ganaron la batalla y obtuvieron la victoria en la vida espiritual. Para aquellos que han obtenido la victoria sobre “el hombre viejo”, la naturaleza de pecado. Esta corona es para los que aprendieron a vivir una vida controlada por el Espíritu.

 

La segunda corona es llamada “La Corona de Regocijo (gloria)” en 1 Tesalonicenses

2:19: Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de gloria? ¿No lo sois, pues, vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida? Esta corona es dada a los que ganaron almas para Yeshua, el Mesías. Es una corona disponible para todos los que trabajan en el evangelismo, y el fruto de su trabajo es visto con almas que vienen al Señor por medio de ellos.

 

La tercera corona es llamada “La corona de Justicia”. 2 Timoteo 4:7–8: He peleado la buena  batalla,  he  acabado  mi  carrera,  he  guardado  la  fe.  Por  lo  demás,  me  está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

 

Esta es una corona para los que han guardado la fe, doctrinal y moralmente, a pesar de las circunstancias adversas. Es una corona dada a todos los que amaron su venida, los que con gran anhelo esperaban la venida del Mesías. Amar su venida es el resultado de mantener una sana doctrina y guardar la fe. Una vida que está en conformidad con el Nuevo Testamento incluirá la esperanza de la inminente venida del Señor. Para estos es la corona de justicia.

Una cuarta corona, es llamada “La Corona de la Vida,” que es mencionada en dos pasajes. En Primer lugar, es una corona para los que soportan la tentación; Santiago 1:12

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando hubiere sido probado, recibirá la corona de vida, que el Señor ha prometido a los que le aman.

En segundo lugar, es una corona dada a los que sufren el martirio por su fe. Apocalipsis

2:10: No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados; y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

Finalmente, la quinta corona es “La Corona de Gloria,” mencionada en 1 Pedro 5:2–4: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre la heredad de Dios, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

 

Esta corona es por apacentar fielmente a la grey de Dios. Está disponible para los pastores y ancianos que alimentan las ovejas con la “leche” y la “carne” de la Palabra de Dios.

Posiblemente hay otras coronas disponibles, pero éstas son las únicas que mencionan las Escrituras. Al menos cinco están disponibles para aquellos cuyas obras permanecen, obras que han sido edificadas con oro, plata y piedras preciosas.

 

El propósito de recompensar con coronas es para determinar el grado de autoridad en el Reino Mesiánico, no para el Orden Eternal. En la eternidad, todos los creyentes serán iguales, pero no será así en el Reino Mesiánico, donde los creyentes tendrán diferentes posiciones de autoridad. Esta verdad la encontramos en forma de parábola en Lucas

19:11–27.

 

  1. Las Bodas del Cordero

El segundo evento subsiguiente al Rapto de la Iglesia es, Las bodas del Cordero. Para

comprender   todo   lo   relacionado   con   las   Bodas   del   Cordero,   es   necesario   un entendimiento de la historia del sistema matrimonial judío, tal y como era practicado en aquellos días. Cuatro etapas distintivas formaban este sistema.

 

El primer paso: El padre del novio hacía los arreglos para las bodas y pagaba el precio por la novia. El tiempo del arreglo variaba. A veces tomaba lugar cuando los contrayentes eran muy pequeños; en otras ocasiones, se llevaba a cabo un año antes de la boda. Comúnmente los novios no se conocían, sino hasta el día de la boda.

El segundo paso: El ir a traer a la novia. Esto podía ocurrir en un año o más, después de que el primer paso había tomado lugar. El novio iba a la casa de la novia para traerla a su propia casa. En conexión con este paso, dos cosas más deben ser notadas. Primero: Era el padre de la novia quien determinaba el tiempo. Segundo; Previo a que el novio fuera a traer la novia, él debía tener un lugar preparado para ella, donde ambos habían de morar.

Esto, era seguido por un tercer paso, la ceremonia de bodas, a la que muy pocos eran invitados. Previo a la ceremonia de bodas, la novia pasaba por una inmersión ritual para su limpieza.

El cuarto paso. La fiesta de bodas, que podía durar hasta siete días. Muchos eran los invitados a la fiesta de bodas, más que los invitados a la ceremonia de bodas.

En las Bodas del Cordero estarán presentes los cuatro pasos del sistema de las bodas judías.

Primero, Dios el Padre hizo los arreglos para Su Hijo y pagó el precio por la novia; en este caso, el precio fue la sangre del Mesías. Esta es la base para lo que dice Efesios

5:25–27: Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella; para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. Así como pasaba un periodo largo de tiempo entre el primer y Segundo paso en el sistema judío de bodas, así ha sido el caso aquí. Cerca de dos mil años han pasado desde que el primer paso tomó lugar. Pero en 1 Tesalonicenses 4:13–18 el segundo paso ocurrirá; eso ya lo hemos analizado en conexión con los eventos del Rapto. El Rapto corresponde a ir a traer a la novia. Yeshua vendrá en las nubes para traer a Su Novia a Su Hogar en el Cielo. Solamente Dios el Padre sabe el tiempo de este evento (Mat 24:36). Aún más, esto no sucederá sino hasta que el lugar de residencia ya haya sido preparado (Jn 14:1–3).

 

En el Cielo, el tercer paso tomará lugar. Ésta es la ceremonia de bodas descrita en Apocalipsis 19:6–8: Y oí como la voz de una gran multitud, y como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, diciendo: ¡Aleluya, porque reina el Señor Dios Todopoderoso! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han venido las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es la justicia de los santos. La ceremonia de bodas toma lugar en el Cielo y envuelve a la Iglesia. Que esto habrá de tomar lugar después del Tribunal del Mesías es evidente en el versículo 8, pues vemos a la Iglesia vestida de lino fino, que es la justicia de los santos. Esto quiere decir que toda la madera, heno y hojarasca ha sido quemada y todo el oro la plata y las piedras preciosas han sido purificadas. El Tribunal del Mesías, corresponde al ritual de limpieza de la novia. Así, siguiendo al Rapto de la Iglesia en la que el novio trae a la novia consigo a Su hogar en el cielo, y siguiendo al Tribunal del Mesías, que resulta en la novia vestida de lino blanco, la ceremonia de bodas toma lugar antes de la actual Segunda Venida del Mesías.

 

En este contexto de Apocalipsis 19, los versículos 1–10 describen los eventos en el Cielo, previos a la Segunda Venida, mientras que los versículos 11–21 describen la Segunda Venida y los eventos subsiguientes. Lo que cuidadosamente debemos notar aquí es que la Iglesia ya está en el Cielo, antes de la Segunda Venida. Además, la Iglesia ya ha estado en el Cielo lo suficiente para haber pasado por el Tribunal del Mesías. Esto claramente enseña que el Rapto y la Segunda Venida no son la misma cosa; deben estar separados por cierta duración de tiempo. Previamente, hemos citado varios pasajes para demostrar que el Rapto vendrá antes de que comience la Tribulación, Apocalipsis 19:6–8 es una evidencia más acerca de esto.

 

La ceremonia de bodas tomará lugar en el Cielo, después del Rapto y antes de la Segunda

Venida, e incluirá sólo a los santos de la Iglesia.

 

El cuarto paso, la fiesta de bodas, tomará lugar en la tierra después de la Segunda Venida, y con la fiesta, el Reinado Mesiánico dará comienzo. Por esta razón, algunas de las parábolas del Reinado del Mesías son en referencia a la fiesta de bodas (Mat 22:1–14;

25:1–13). Mientras que la ceremonia de bodas envuelve sólo a la Iglesia, la fiesta de bodas incluye a los santos del Antiguo Testamento y a los santos de la Tribulación. Está claro en las Escrituras que los santos del Antiguo Testamento no serán resucitados con Cristo antes de la Tribulación, sino que serán resucitados con los santos de la Tribulación, después que ésta haya pasado; esto es, después de la Segunda Venida. Esto lo podemos ver en Daniel 12:2, que describe la resurrección de los santos del Antiguo Testamento, pero el tiempo de Daniel 12:2 será después de los eventos de la Tribulación, de la cual ha estado hablando desde Daniel 11:36.

 

La invitación ya ha salido en Apocalipsis 19:9: él me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.

El resultado de la invitación es su resurrección y la fiesta de bodas, la cual durará al menos siete días, y tal vez concluirá el Intervalo de la Fiesta de los Setentaicinco Días. El más probable escenario es que inaugurará el Reinado Mesiánico por los primeros siete días, ya que la parábola de la fiesta de las bodas está conectada con el Reino.

Una de estas parábolas de la fiesta de bodas se encuentra en Mateo 22:1–14: Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo bodas a su hijo, y envió a sus siervos para que llamasen a los convidados a las bodas; mas no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo:  Decid  a  los  convidados:  He  aquí,  mi  comida  he  preparado,  mis  toros  y animales engordados han sido muertos, y todo está preparado; venid a las bodas. Pero ellos, lo tuvieron en poco, y se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y los otros, tomando a sus siervos, los afrentaron y los mataron. Y oyéndolo el rey, se indignó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso a fuego su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; pero los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos  halléis.  Y  saliendo  los  siervos  por  los  caminos,  juntaron  a  todos  los  que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y cuando el rey vino para ver a los convidados, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda, y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste acá sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, llevadle y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.

 

El asunto en esta parábola es que los que fueron originalmente invitados a la fiesta de bodas, los Fariseos y la generación judía del tiempo de Yeshua, no participarán de esta fiesta del reino debido a que han cometido el pecado imperdonable. Sin embargo, la generación de judíos de la Tribulación sí participará. Pero esto incluirá sólo a los creyentes; los no creyentes serán lanzados a las tinieblas de afuera y excluidos del Reino Mesiánico. Esta parábola trata con los judíos que entrarán, y los que no entrarán en el Reino.

 

Una segunda parábola se encuentra en Mateo 25:1–13: Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Y cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas. Las insensatas, tomaron sus lámparas, no tomando consigo aceite. Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la media noche fue oído un clamor: He aquí, viene el esposo; salid a recibirle. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron, diciendo: No; no sea que no haya suficiente para nosotras y vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras. Y entre tanto que ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero él, respondiendo, dijo: De cierto os digo: No os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

 

El contraste aquí no es entre dos clases de creyentes, sino entre creyentes y no-creyentes. Los creyentes son las vírgenes prudentes que tienen aceite, símbolo del Espíritu Santo, mientras que los no-creyentes son vírgenes insensatas que no toman aceite consigo, así, las insensatas fueron excluidas de la fiesta de bodas, el Reino Mesiánico, porque el Señor no les conocía, mientras que las vírgenes prudentes entraron con él a las bodas. Basado en la aplicación de la parábola de Mateo 25:31–46, estos dos grupos de vírgenes representan a gentiles creyentes y no-creyentes en la Tribulación. Esta parábola trata con gentiles que entrarán en el Reino, y los que no entrarán.

 

Isaías también conecta el Reino con una fiesta y una resurrección de muertos: Isaías

25:6–8: Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de grosuras,  banquete  de  vinos  añejos,  de  gruesos  tuétanos,  y  de  vinos  añejos  bien refinados. Y destruirá en este monte la máscara con la que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que está extendido sobre todas las naciones. Sorberá a la muerte en victoria; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. En un sentido, en esta ocasión habrá una doble fiesta de bodas; una para la Iglesia como la Novia del Mesías y otra para Israel como la Esposa de Jehová que vuelve a casarse con Él.

 

Una cosa más que podemos notar del sistema de bodas judío es el hecho de que Juan el Bautista se refirió a sí mismo de una manera especial: En Juan 3:27-30 Juan negó dos cosas: primero, negó que él era el novio porque él no era el Mesías. Segundo, él también negó ser la Novia, o parte de la Novia. Por el contrario, Juan el Bautista se clasificó a sí mismo en una tercera categoría, como el amigo del novio, él no se consideró como miembro de la Novia del Mesías, la Iglesia. Ya que Juan fue el último profeta del Antiguo Testamento. De ello podemos entender exactamente dónde entrarán los santos del antiguo Testamento junto con las santos de la Tribulación: Ellos son “los amigos del novio” y son los invitados a la cena de las bodas del Cordero en Apocalipsis 19:9.


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