El Príncipe de este mundo
“… porque viene el príncipe de este mundo y él no tiene nada en mí”.
Juan 14:30
El mismo Señor Jesús dijo que Satanás es el príncipe o gobernante de este mundo y encabeza el sistema mundial
ateo, religioso, político y mundano. El hombre perdió su derecho a gobernar este mundo cuando cedió a la tentación del
enemigo en el Huerto del Edén, desde entonces, el poder paso temporalmente al diablo y por eso mismo tentó a Jesús
ofreciéndole los reinos de esta tierra si le adoraba: “Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”,
(Lucas 4:6-7). Respecto a este título Myer Pearlman comenta: “Estos títulos sugieren su influencia sobre la sociedad
organizada aparte de Dios (Juan 12:31; 2 Corintios 4:4). Todo el mundo está puesto en maldad, está en las garras del
malvado (1 Juan 5:19), y está animado de su espíritu (1 Juan 2:16)”.
El Imitado de Dios
“Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz”.
2 Corintios 11:14 (NVI)
San Agustín llama a Satanás Simius Dei, el imitador de Dios, ya que se presenta como ángel de luz, siendo así el
maestro de la falsificación. Satanás es muy sutil, generalmente se presenta como si fuera un ángel de luz, jamás como un
horrible monstro, ya que su objetivo es engañar a los hombres haciéndose pasar por Dios para conducirlos a la
condenación eterna. El Dr. Dwight Pentecost lo explica mejor: “El plan y el programa satánico ha sido siempre imitar a
Dios y engañar a los hombres con respecto a su plan, para que mientras siguen su imitación estén convencidos de que
están siguiendo a Dios”. El mismo apóstol Pablo nos advierte que sus falsos ministros tienen apariencia de piedad pero
con sus actos niegan la eficacia de ella: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos
evita”, (2 Timoteo 3:5), y en Apocalipsis se nos habla del falso profeta el cual tiene dos cuernos con apariencia de
cordero pero habla como dragón: “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de
un cordero, pero hablaba como dragón”, (Apocalipsis 13:11). El mismo Israel fue víctima de este engaño ya que el
diablo uso a los falsos profetas para confundir y engañar al pueblo lo cual desagrado al Señor: “Vino a mí palabra de
Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y dí a los que profetizan de su
propio corazón: Oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos
de su propio espíritu, y nada han visto! Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel”, (Ezequiel 13:1-4).
El diablo no está interesado en que el mundo perciba su maligna presencia, al contrario, prefiere pasar inadvertido con el
fin de engañar, destruir, tentar y conducir a todos al infierno, y muchas veces se disfrazara como alguien bueno; pero su
plan será destruirnos, tal y como Dorothy L. Sayers lo dice: “Su método de operación es presentarse ante nosotros con
una apariencia magnífica, con la esperanza de que no usemos, ni nuestro cerebro, ni nuestras facultades espirituales
para entender la ilusión. Lo que busca es nuestra simpatía; por lo tanto, le da mejores resultados explotar nuestras
virtudes para apelar a nuestras bajas pasiones. Consecuentemente, cuando el diablo se presenta de manera más notable
y razonable es cuando es más peligroso”.
Los Ángeles Caídos
“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.”.
Apocalipsis 12:9
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parte de Satanás, existen otros ángeles que se le unieron en su rebelión en contra de Dios. De acuerdo a
Apocalipsis 12:3-4 la tercera parte de los ángeles siguieron a Satanás en su rebelión: “También apareció
otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus
cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo”. Éstos a veces reciben el nombre
de demonios, del griego daimónion (δαιμόνιον), pero también se les da el nombre de espíritus inmundos (Marcos 6:7),
espíritus malos o inicuos (Lucas 7:21; Hechos 19:12-13), espíritus de adivinación (Hechos 16:16), espíritus engañadores
(1 Timoteo 4:1) y espíritus de error (1 Juan 4:6). En cuanto a ellos, Charles Hodge comenta: “En cuanto al poder y a la
actividad de estos malos espíritus, son descritos como muy numerosos, como en todas partes eficientes, como teniendo
acceso a nuestro mundo, y como operando en la naturaleza y en las mentes de los hombres. Naturalmente, les
pertenecen las mismas limitaciones en cuanto a su actividad que a la de los santos ángeles”. En cuanto a su
organización, es similar a la de los ángeles santos y por medio de ellos el diablo ejerce su control e influencia maligna
sobre esta tierra: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”, (Efesios
6:12).
Charles S. Chafer nos dice: “La Biblia
declara enfáticamente que los demonios ejercen la
voluntad de su rey, y parece que se han consagrado a
llevar a cabo el último propósito de Satanás. A tal
propósito se dedicaron cuando dejaron su dignidad de
ángeles no caídos (2 Pedro 2:4; Judas 6). Su servicio
parece extenderse a todo el universo dondequiera que
alcance la autoridad de Satanás. Aunque Satanás
desea ocupar el trono de Dios, con todo, él no es
omnipotente; sin embargo su autoridad y poder se
extienden grandemente por tener a su mando todos los
demonios. Satanás no es omnisciente; pero alcanza a
saber mucho por la inteligencia y observación de sus
súbditos malignos. Tampoco él es omnipresente, pero
puede actuar en todo lugar mediante la presencia de
su hueste leal de demonios”.
El campo de acción de estos seres malignos es el primer cielo y por ello se les llama huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes”, (Efesios 6:12), además que no debemos olvidar que Satanás es llamado El Príncipe de
la potestad del aire (Efesios 2:2), no obstante, las Escrituras nos sugieren que no todos se encuentran activos porque una
parte de ellos se encuentran encarcelados en prisiones de oscuridad. Así lo declara Judas: “a los ángeles que no
guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas,
para el juicio del gran día”, (Judas 6). También Pedro lo enseña en una de sus cartas: “Porque si Dios no perdonó a los
ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al
juicio”, (2 Pedro 2:4). Ambos nos dicen que éstos están reservados para el día del juicio final, lo cual es interpretado por
muchos como parte de uno de los terribles juicios que Dios traerá sobre esta tierra en la Gran Tribulación, donde Él los
liberara de sus prisiones para que atormenten a los hombres: “Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como
humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la
tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de
la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus
frentes… El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como
coronas de oro; sus caras eran como caras humanas; tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de
leones; tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos
corriendo a la batalla; tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a
los hombres durante cinco meses. Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y
en griego, Apolión”, (Apocalipsis 9:2-4, 7-11). Muchos creen que la razón por la cual estos ángeles caídos están
encerrados es por su gran maldad, pero aquel día serán liberados para tormento de los impíos.
A
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Su Acción Diabólica en el Mundo
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este
siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el
cual es la imagen de Dios”.
2 Corintios 4:4
l propósito principal de los demonios es influir en este mundo para apoyar el reino de maldad de su rey,
Satanás. Cuando el hombre cedió a la tentación en el huerto del Edén, su alma quedo condenada por
causa del pecado y subyugada a la esclavitud del reino de Satanás. Así el hombre es víctima de los
ataques y trampas de Satanás y sus demonios los cuales atacan la vida de los hombres con el fin de atormentarlos y
conducirlos a la condenación eterna. En el Antiguo Testamento vemos como los demonios influenciaban a los hombres
para su propio mal. Lo vemos cuando uno de ellos impulso al rey Acab a la guerra donde encontró su muerte.
“Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos
estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot
de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo
le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? Él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus
profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así. Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu
de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti”.
1 Reyes 22:19-23
También vemos como un espíritu maligno atormentaba a Saúl rey de Israel: “El Espíritu de Jehová se apartó de
Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”, (1 Samuel 16:14). Fue un principado de demonio que se
opuso a Gabriel para que llevara la respuesta que Daniel estaba pidiendo en oración: “Más el príncipe del reino de Persia
se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé
allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la
visión es para esos días”, (Daniel 10:13-14). El apóstol Pablo dijo que detrás de la idolatría a los ídolos se encuentran
involucrados los demonios: “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no
quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios”, (1 Corintios 10:20). También son los responsables que la
apostasía en este mundo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”, (1 Timoteo 4:1). Durante el ministerio de Jesús vemos
como mucha gente era atormentada por demonios, por ejemplo el padre que tenía un hijo que lo atormentaba un demonio
(Marcos 9:24) o la mujer siro fenicia que tenía una hija que era atormentada por un demonio (Marcos 7:26) o la mujer
que desde 18 años tenía un espíritu de enfermedad que la obligaba a andar encorvada, (Lucas 13:10). Pero quizás la peor
de todos los ataques de estos seres inmundos es la posesión demoniaco. Charles Hodge hace diferencia entre dos clases
de posesiones demoniacas: “La exhibición más marcada del poder de los malos espíritus sobre los cuerpos y mentes de
los hombres la dan los endemoniados tan frecuentemente mencionados en la narración evangélica. Estas posesiones
demoníacas eran de dos clases. Primero, aquellas en las que sólo el alma era objeto de la influencia diabólica, como en
el caso de la «muchacha poseída de un espíritu de adivinación», que se menciona en Hechos 16:16. Quizá en algunos
casos los falsos profetas y magos fueron ejemplo del mismo tipo de posesión. En segundo lugar, aquellas en las que sólo
el cuerpo, o, más frecuentemente tanto el cuerpo como la mente, estaban sometidos a esta influencia espiritual. Por
posesión se significa la residencia de un espíritu malo en tal relación con el cuerpo y el alma como para ejercer una
influencia controladora, produciendo violentas agitaciones e intensos sufrimientos, tanto mentales como físicos. Está
claro que los endemoniados mencionados en el Nuevo Testamento no eran meros lunáticos o epilépticos u otras
dolencias análogas, sino casos de verdadera posesión”. En los evangelios sinópticos se nos ofrece un cuadro muy
pictórico de lo que una posesión demoniaca puede hacer en la vida de los hombres. Cuando Jesús arriba a la región de
Gadara le salieron al encuentro dos endemoniados. La Biblia los describe como feroces y violentos a tal punto que nadie
podía pasar por aquel lugar: feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. También los tres
evangelistas nos dicen que estas personas vivían entre los sepulcros: “Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su
encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros”, (Marcos 5:2-3).
Aparte de eso, estos endemoniados experimentaban por obra de los espíritus malos una fuerza sobrenatural ya que
anteriormente los habitantes habían tratado de aprisionarlos con cadenas pero estos las habían hecho pedazos: “Porque
muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, más las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y
desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar”, (Marcos 5:4). El comportamiento de estos endemoniados era
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aterrador tal y como lo describe Marcos: “Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los
sepulcros, e hiriéndose con piedras”, (Marcos 5:5). Y de acuerdo a Lucas andaban desnudos y tenían ya mucho tiempo
de vivir en esta terrible condición: “Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado
desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros”, (Lucas 8:27). Basado en el
cuadro retratado por los evangelistas de estos endemoniados, podemos ver lo terrible que es el ataque de los demonios
sobre la vida de los seres humanos. Su deseo es destruir nuestras vidas y no descansara hasta que nuestras almas estén en
el infierno.