Angelología: La Doctrina de Ángeles y Demonios
Acerca de las clases

El Pecado de Satanás
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú
que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del
testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú
derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”.

Isaías 14:12-15
Ezequiel nos dice que Dios creo perfecto a este querubín: “… Tú eras el sello de la perfección, lleno de
sabiduría, y acabado de hermosura”, (Ezequiel 28:12), sin embargo, se encontró maldad en él: “Perfecto eras en todos
tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”, (Ezequiel 28:15). Es en Isaías 14:12-14 que
se nos describe bien en que consistió este pecado. El texto hace referencia a él como Lucero, hijo de la mañana y en
nuestro idioma se le conoce como Lucifer que viene del latín, formado por las palabras lux (luz) y ferre (llevar), y
literalmente significa el portador de la luz. En el original hebreo el termino Lucero se traduce de la palabra jeilél (לֵילֵה (
que significa brillante, dándonos así la misma idea. Por tanto, Lucifer era un querubín tan hermoso que reflejaba una
gloria impresionante; pero cual gloria, la suya propia, en ninguna manera, la gloria de Dios. Los diamantes figuran entre
las piedra más caras alrededor del mundo, pero por si solos no son tan impresionantes que cuando se ponen detrás de una
fuente de luz la cual provoca que el diamante refleje toda clase de colores llameantes que asombran a cualquier que lo ve.
Pero su belleza es resultado no de una luz propia. De igual forma, Lucifer brillaba como consecuencia de la gloria de
Dios, tal y como el Dr. J. Dwight Pentecost dice: “Era belleza reflejada. Dios en su santidad era la luz que hacía que
Lucifer irradiara y destellara la gloria que era suya. Podría decirse que Lucifer era perfecto en hermosura, porque
ninguna criatura reflejó tan plenamente la gloria de Dios”. Isaías nos aclara que este ser llamado Lucero, hijo de la
mañana, cayó del cielo, lo cual nos habla de su expulsión de la misma presencia de Dios.

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Como ya vimos anteriormente, el cielo es la morada de los
ángeles y obviamente el de Dios. Cuando la Biblia habla de los
cielos se puede distinguir al menos tres de ellos. El primer cielo es el
que conocemos como la atmosfera terrestre, donde los pájaros y los
demonios se mueven, y Génesis 1:7-8 nos hablan de ellos: “E hizo
Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la
expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y
llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día
segundo”. El segundo cielo es donde se encuentran ubicados los
astros celestes como el sol, la luna y las estrellas y en ocasiones se le
llama la expansión de los cielos: “Dijo luego Dios: Haya lumbreras
en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y
sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por
lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la
tierra. Y fue así.”, (Génesis 1:14-15). Muchos consideran el segundo
cielo como la morada principal de los ángeles. Finalmente, el tercer
cielo es el lugar donde Dios habita y gobierna soberanamente sobre
todo el universo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce
años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo”, (2 Corintios 12:2). El
diablo fue arrojado del segundo cielo por su pecado: ¡Cómo caíste
del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú
que debilitabas a las naciones.

Ilustración del Diablo de Gustave Coré en la obra
poética de John Milton: Lost Paradise.
Ahora bien, el pecado de Satanás se puede encontrar en cinco declaraciones que están en primera persona las
cuales describen perfectamente lo que había en su corazón: Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto
a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las
alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Veamos en que consiste cada declaración:
1. Subiré al cielo. Su principal interés era subir del segundo al tercer cielo para hacerlo su morada principal. Tal y
como lo vemos en las Escrituras los ángeles tienen acceso al tercer cielo pero no es su morada principal:
“Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los
cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda”, (1 Reyes 22:19), “Un día vinieron a presentarse
delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás”, (Job 1:6). El tercer cielo es la
morada principal de Dios y el lugar donde Cristo está sentado a la diestra del Padre sobre todo huésped
angelical: “La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío” (Efesios 1:20-21). De igual forma el tercer
cielo es la morada de todas las almas de cristianos de todos los tiempos, nuestro Señor Jesús nos prometió que al
partir nos prepararía un lugar para que habitásemos junto a Él: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”, (Juan 14:3), y el apóstol Pablo
lo confirmo en una de sus cartas que estuvo en el paraíso el cual estaba ubicado en el tercer cielo: “Conozco a
un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre
expresar”, (2 Corintios 12:2-4). El pecado de este querubín estuvo en querer hacer el tercer cielo el lugar de su
morada principal, ahora paradójicamente, Dios nos ha permitido que nosotros los cristianos al morir partamos al
tercer cielo para vivir junto a Él. Esto debe molestar mucho al diablo.
2. junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono. Para poder comprender un poco mejor esta declaración muchos
teólogos afirman que cuando el diablo hacer referencia a las estrellas de Dios se está refiriendo a los ángeles.
Esta afirmación se basa en algunos textos como Job: “¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas
las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?”, (Job 38:6-7). En este pasaje encontramos un
paralelismo sinónimo común en la poesía hebrea donde el texto recalca la adoración de los ángeles y en la
primera estrofa les llama las estrellas del alba, y en la segunda los hijos de Dios. También en el libro de
Apocalipsis cuando se habla del dragón el cual es Satanás, se nos dice que en su cola arrastra la tercera parte de
las estrellas del cielo, los cuales son una figura de los ángeles caídos: “y su cola arrastraba la tercera parte de
las estrellas del cielo…”, (Apocalipsis 12:4). Por ende, una traducción alternativa de este pasaje podría ser:
junto a los ángeles de Dios, levantaré mi trono. Aunque Satanás era el líder de todos los ángeles, su corazón se

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llenó de tanto orgullo que anhelo llegar a poner su trono en el tercer cielo y desde allí gobernar soberanamente a
todos los ángeles.
3. y en el monte del testimonio me sentaré. El concepto “el monte” aparece muchas veces en al Antiguo
Testamento. Aparece en Ezequiel cuando dice que este querubín fue puesto originalmente en el monte de Dios
para fungir como protector: “Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí
estuviste…”, (Ezequiel 28:14). En Isaías se nos dice que este monte representa el asiento del gobierno de Dios
en esta tierra y su cede estará en Jerusalén: “Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de
los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y
dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”, (Isaías 2:1-3).
Y el Salmo 48 nos dice que este monte estará ubicado al norte de Jerusalén y será el trono del Mesías:
“Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sion, a los lados del norte, la ciudad del gran
Rey”, (Salmo 48:2). Finalmente, el profeta Daniel compara el gobernó mesiánico que pondrá fin a todos los
reinos de esta tierra con una piedra que destruye la estatua con cabeza de oro, brazos y pecho de plata, vientre y
muslos de bronce, piernas de hierro y pies de hierro y barro cocido, los cuales desde babilonia representan todos
los reinos humanos: “Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el
oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.
Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra”, (Daniel 2:35). Por lo
tanto, el deseo del diablo al sentarse en el monte del testimonio no era solo gobernar sobre los ángeles, sino
sobre todo el universo completo, desafiando el señorío de Dios.
4. a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré. Para poder comprender esta parte, Lewis S. Chafer
nos dice: “de las 150 referencias a nubes en la Biblia, unas cien a lo menos tienen que ver con la presencia y
gloria divina. Jehová apareció en una nube (Éxodo 16:10); éste fue llamada «nube de Jehová» (Éxodo 40: 38);
cuando Jehová estaba presente la nube llenó la casa (1 Reyes 8: 10); «Jehová pone las nubes por su carroza»
(Salmos 104:3; Isaías. 19:1). Como el Señor Jesús fue al cielo, así vendrá otra vez en las nubes del cielo
(Mateo 24:30; Hechos. 1:9; Apocalipsis 1:7); también los distintos pueblos de Dios se comparan a nubes
(Israel en Isaías 60: 8; y la Iglesia en 1 Tesalonicenses 8: 17). El «hombre de pecado» que es de Satanás, se
exaltará «sobre todo lo que se llama Dios, o es objeto de culto'» (2 Tesalonicenses 2:4), y en esto parece que
Satanás busca· para sí algo de la gloria que sólo pertenece a Dios”. En este sentido, el anhelo de Satanás era
obtener la gloria de Dios, sin saber que si alguna gloria había recibido, esta no le pertenecía, sino que se le había
otorgado por parte de la divinidad.
5. y seré semejante al Altísimo. Sus últimas palabras nos revelan su perversa ambición: Querer ser semejante a
Dios. El Dr. J. Dwight Pentecost nos explica un poco más acercar de esta diabólica ambición: “El deseo de
Satanás era entrar al trono de Dios y ocuparlo, ejercer una autoridad absolutamente independiente sobre la
creación angelical, colocar a la tierra y a todo el universo bajo su autoridad, revestirse de la gloria que
pertenece sólo a Dios, y no ser responsable ante nadie”.
Estas cinco sentencias nos detallan bastante bien el pecado por el cual fue expulsado del cielo: “¡Cómo caíste
del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones… Mas tú derribado
eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Tanta era su hermosura, sabiduría y perfección que creyó que lograría ser
semejante a Dios y gobernar en el mismo trono de divino sobre los ángeles y toda la creación, olvidando que también él
era un ser creado con limitaciones. Era el ser más sabio de todos los creados; pero no era Omnisapiente. Era el querubín
más poderoso de todos; pero no era Omnipotente. Podía volar y desplazarse a cualquier parte que él quisiera; pero no era
Omnipresente. Lamentablemente dejo que su corazón se enfermara y este fue su gran error que lo condujo a su caída:
“Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por
tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti”, (Ezequiel 28:17).
El Juicio de Satanás
“… y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”.

Juan 16:11
Nuestro Señor Jesucristo dijo en cierta ocasión que Satanás ya había sido juzgado por lo que el día de su castigo
ya está determinado. Fue en la cruz del Calvario que nuestro Señor Jesús derroto a Satanás y su imperio poniéndolos por
estrado de sus pies: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando

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sobre ellos en la cruz”, (Colosenses 2:14-15) .En Ezequiel se nos dice que su castigo será por fuego el cual lo consumirá
y vendrá a ser espanto a todos aquellos que lo vean: “Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus
contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza
sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán
sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser”, (Ezequiel 28:18-19). Y También Isaías nos describe lo terrible
que será aquel día para Satanás: “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los
que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que
puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las
naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago
abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto
hollado”, (Isaías 14:15-19). Aquel día su esplendor y poder le habrán sido quitado, y como Ezequiel dice, su cuerpo será
como espanto a todos los que le vean y descenderá al lugar del castigo eterno, donde todos los condenados le verán y
harán burla de él diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el
mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Finalmente, en Apocalipsis
nos dice que el Lago que arde con fuego y azufre será su morada final: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el
lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los
siglos”, (Apocalipsis 20:10). Myer Pearlman nos comenta acerca del trágico final del diablo: “La carrera del diablo ha
sido ciertamente hacia abajo Que arrojado del cielo al comienzo; durante la tribulación será arrojado del cielo a la
tierra (Apocalipsis 12:9); durante la tribulación será puesto en el abismo, preso y después de mil años, será arrojado en
el lago de fuego (Apocalipsis 20:10). De manera entonces que la palabra de Dios nos asegura que el diablo sufrirá una
derrota final”.

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