Angelología: La Doctrina de Ángeles y Demonios
    Acerca de las clases

    Doctrinas erradas en cuanto a los demonios

    uizás una de las doctrinas erradas relacionadas con estos seres espirituales es la sostenida por el
    Reverendo Clarence Larkin, un teólogo y pastor Bautista dispensacionalista que desarrollo en su libro El
    Mundo Espiritual en el cual afirma que los ángeles que están en prisiones de oscuridad que mencionan 2
    Pedro 2:4 y Judas 6 fueron los que pecaron fornicando con las mujeres de Génesis 6: “Aconteció que cuando
    comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que
    las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”, (Génesis 6:1-2). Los títulos
    los hijos de Dios, se traduce del hebreo ben elojím (ן יםִ להֱֹא ,(mientras que las hijas de los hombres proviene del hebreo
    bat adám (םָ דָ א ת ,(ַּdonde Clarence Larkin afirma que los ben elojím fueron los ángeles de 2 Pedro 2:4 y judas 6, mientras
    que las bat adám son descendientes de Adán. Al respecto de esto él comenta: “¿Quiénes son estos ángeles? No son de
    Satanás pues sus ángeles no están encarcelados en tinieblas, sino que andan libremente como su jefe. El lugar de su
    encarcelamiento no es el infierno, sino el tártaro. ¿Qué fue su pecado? La fornicación, y esto de una naturaleza
    anormal, la relación sexual ilegal de seres angélicos con ‘carne extraña’, o sea seres con una naturaleza distinta que las
    suyas. ¿Cuándo se cometió este pecado? El texto dice en los días de Noé y que fue la causa del diluvio”. Él basa su
    aseveración en la declaración de la carta de Judas que dice: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que
    abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como
    Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos
    de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”, (Judas 6-7). Es un error
    común entre los lectores unir estos dos versículos y asociar el pecado de estos ángeles con el de fornicación de Sodoma,
    Gomorra y las ciudades vecinas. Si leemos el contexto del pasaje nos vamos a dar cuenta que Judas está advirtiéndoles a
    los apostatas la terrible condenación que les espera sin no se arrepienten y les pone tres ejemplos de cómo los que mal
    hicieron en el pasado fueron condenados. Primero el ejemplo de los incrédulos de Israel: “… el Señor, habiendo salvado
    al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron”, (Judas 5), segundo, el ejemplo de los ángeles
    que se revelaron junto con Satanás: “…Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia
    morada, los ha guardado bajo oscuridad…”. Finalmente, Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas: “… como Sodoma y
    Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales (quiénes, las ciudades vecinas y no los ángeles) de la misma manera que
    aquéllos (quiénes, Sodoma y Gomorra), habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por
    ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”. Son tres ejemplos diferentes que Judas usa para ilustrarnos el castigo de
    Dios hacia los que se revelan ante Él.
    Algunos apoyan aún más la postura de Larkin enlazando la historia bíblica de Génesis 6:1-2 con el relato de 1
    Enoc, donde se describe a 200 ángeles que descendieron a la tierra para tomar mujeres para sí: “Así sucedió, que cuando
    en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas y los Vigilantes, hijos
    del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los
    hombres y engendremos hijos… Entonces todos juraron unidos y se comprometieron al respecto unos con los otros, bajo
    anatema. Y eran en total doscientos los que descendieron… ”, (1 Enoc 6:1-2,5-6). Sin embargo, apoyarse en esta premisa
    es un completo error ya que 1 Enoc no es un libro inspirado por Dios por lo que su contenido no puede elevarse al mismo
    nivel de las Escrituras. También algunos rabinos judíos llegaron a creer en esta teoría llamando a los hijos que les
    nacieron a estas mujeres nefíl (ילִ פְנ (o nefelín, que generalmente se traduce como gigante. Sin embargo, no es la postura
    oficial de los judíos ortodoxos. Por ejemplo, el rabino Simeón bar Yachai condeno esta doctrina maldiciendo a aquellos
    que la defendieran. El teólogo Agustín de Hipona desmintió esta postura ya que contradecía la enseñanza de Jesús donde
    dice que en la resurrección ya no se casaran los hombres con las mujeres, sino serán semejantes a los ángeles, aludiendo
    a su a-sexualidad: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles en
    el cielo”, (Mateo 22:30). Por tanto, es errado creer en esta doctrina la cual ha sido desmentida por muchos.
    Otra creencia asociada con la teoría que los ángeles pueden tener relaciones sexuales con las mujeres es la
    sostenida por Larkin quien enseña que Satanás tendrá un verdadero hijo en la persona del hombre de pecado. Su teoría es
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    tomada de la interpretación que hace del pasaje de Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
    simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”, donde la simiente de la serpiente,
    es decir, la de Satanás, la interpreta como si fuera un hijo de carne y hueso que será engendrado por él de una mujer y lo
    identifica como el anticristo. Obviamente, desmentimos esta posición de la misma forma como se hizo con la anterior.
    Otra interpretación que no tiene mucha sustentación bíblica es la que hace diferencia entre los ángeles caídos y
    los demonios. El teólogo Myre Pearlman es uno de los que afirman tales cosas, pero no encuentra la evidencia bíblica
    para fundamentarla: “Las Sagradas Escrituras no describen el origen de los demonios. Esa cuestión parecer ser una
    parte del misterio que rodea el origen del mal”. Algunos sin mucha o ninguna base bíblica afirman que estos demonios
    son los espíritus de una cultura pre-adámica la cual ubican entre Génesis 1:1, donde se dice que en el principio Dios creo
    los cielos y la tierra, y luego en Génesis 1:2 se nos muestra a la tierra desordenada y vacía. A esto se le conoce como la
    teoría de la brecha. Dios en el principio creo un mundo perfecto donde ubican a los dinosaurios, las diferentes eras
    prehistóricas y a una especie de hombres que denominan una cultura pre-adámica. Entre Génesis 1:1 y 1:2 se dice que

    hay millones de años y fue durante la rebelión de Satanás que esta quedo desordenada y vacía, siendo los hombres pre-
    adámicos destruidos y sus espíritus se convirtieron en lo que hoy conocemos como los demonios. Todas estas posturas

    carecen de fundamento bíblico.

    La Armadura del Cristiano

    “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores
    de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la
    armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

    Efesios 6:12-13
    abiendo considerado todo lo anterior nos damos cuenta que son muchas las artimañas del enemigo y su
    poder e influencia sobre este mundo es poderosa. Siendo así nos podríamos preguntar ¿Cómo podemos
    hacer frente a un enemigo tan poderoso y maligno? La Biblia nos da la respuesta al decirnos, tomad
    toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Oswald
    Chambers nos dice al respecto: “No podemos estar firmes en contra de las asechanzas del diablo con nuestras propias
    fuerzas. El diablo se nos acerca en formas que solo Dios puede comprender y no en formas que nosotros podamos
    entender. La única manera en que podamos estar preparados en contra del enemigo es haciendo lo que Dios nos dice:
    Permaneced firmes, vestidos de su armadura…” Esto era algo que Pablo comprendía y por ello le advierte a los creyentes
    que nuestros enemigos son espirituales y no hombres de carne y hueso: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne,
    sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
    espirituales de maldad en las regiones celestes. El comentarista bíblico William Braclay comenta al respecto de estos
    versículos las siguientes palabras: “Las palabras que Pablo utiliza principados, autoridades, gobernantes de tinieblas y
    espíritus de maldad; son nombres de diferentes clases de espíritus malignos y para él, todo el universo era un campo de
    batalla. El cristianismo no tendría solo que luchar contra los ataques del hombre, sino con fuerzas espirituales que
    luchan con Dios. Pablo ve un cuadro real. Todo ese tiempo había estado encadenado a la muñeca de un soldado
    romano. Literalmente, Pablo era un embajador en cadenas. Al escribir este pasaje, la armadura del soldado le sugiere
    un cuadro pictórico. El cristiano también tiene una armadura; y Pablo traduce a términos cristianos pieza por pieza la
    armadura del soldado romano”.
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    Por tanto, es importante que cada uno de nosotros
    comprenda la importancia de vestir siempre la armadura
    que Dios nos ha proporcionado ya que de lo contrario,
    estaremos en desventaja. Cualquier otro tipo de arma no
    servirá de mucho ya que la batalla se desarrollará en el
    campo espiritual y el Señor nos ha provisto de poderosas
    armar para resistir al enemigo de nuestra alma: “porque las
    armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas
    en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando
    argumentos y toda altivez que se levanta contra el
    conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
    a la obediencia a Cristo”, (2 Corintios 10:4-5). Veamos en
    qué consiste cada parte de esta armadura.

    El Cinturón de la Verdad

    Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad…”

    Efesios 6:14a (NVI)
    l cinturón de un soldado romano era de 15 a 20 centímetros de ancho y aseguraba todas las otras piezas
    de la armadura porque estaban unidas a él, incluso la funda de la espada. Si el cinturón no era fijado
    correctamente, éste podría desabrocharse durante la batalla exponiendo sus partes íntimas, perdiendo sus
    armas y quedando en completa vergüenza. El cinturón de la verdad se refiere a nuestra integridad. Cuando no somos
    íntegros y llevamos una doble vida, nuestra conciencia nos acusa de hipócritas, el diablo se burla de nosotros y no somos
    capaces de ejercer libremente y con autoridad nuestros dones ya que sabemos que no vivimos en santidad. La verdad de
    Dios se encuentra en la Biblia a la cual debemos sacarle el mayor provecho al leerla, estudiarla y aplicarla en nuestra vida
    diaria con la finalidad de tener una verdadera vida piadosa. A través del conocimiento y aplicación de la palabra de Dios
    obtenemos:
    1. Llevar una vida santa, la cual aumenta la comunión entre Dios y el hombre: “¿Con qué limpiará el joven su
    camino? ¡Con guardar tu palabra!” (Salmo 119:9, RV95).
    2. Una vida íntegra nos da autoridad para vencer al enemigo de nuestra alma ya que nuestra consciencia no nos
    acusa de hipocresía: “Para nosotros, el motivo de satisfacción es el testimonio de nuestra conciencia: Nos
    hemos comportado en el mundo, y especialmente entre ustedes, con la santidad y sinceridad que viene de Dios.
    Nuestra conducta no se ha ajustado a la sabiduría humana sino a la gracia de Dios” (2 Corintios 1:12, NVI).
    3. El vivir de acuerdo a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras nos garantiza el respaldo de Dios en nuestras
    vidas ya que es la presencia del Espíritu Santo la clave de nuestro éxito. Cuando Dios llamo a Gedeón a su
    servicio y este temía le dijo que la clave de su éxito dependía de su presencia en él: “Y Gedeón le respondió:
    Ah, Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?… Y mirándole Jehová, le
    dijo: Vé con esta tu fuerza, y salvarás a Israel… Entonces le respondió: Ah, Señor mío, ¿Con qué salvaré yo a
    Israel?… Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotaras a los madianitas como a un solo hombre”
    (Jueces 6:13-16).
    Toda nuestra vida debe estar cimentada en la verdad de Dios. Cuando nos ceñimos con la verdad de la palabra
    todos los efectos de ella vienen a nosotros: honestidad, integridad, confiabilidad, rechazo a la falsedad, la mentira y el
    engaño. En otras palabras, no se trata simplemente de llenar nuestra mente con la verdad bíblica, sino que debemos
    permitirle afectar todo lo que decimos y hacemos. Cuando es así, seremos santos, no tendremos de que avergonzarnos, el
    diablo no tendrá de qué acusarnos y podremos ejercer nuestros dones con toda autoridad.
    La Coraza de Justicia
    “…protegidos por la coraza de justicia…”

    Efesios 6:14b (NVI)

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    a coraza del soldado romano estaba hecha de bronce y se ceñía al cuerpo mediante recias tiras de cuero.
    Tenía como propósito proteger los órganos vitales del soldado de una estocada de espada. Nuestras partes
    espirituales más vulnerables están protegidas por la justicia de Cristo la cual nos ha sido imputada gracias
    a lo que Jesús hizo en la cruz. La palabra imputada quiere decir “atribuir a una persona algo que no tiene, reconocer o
    dar crédito a favor de nuestra cuenta”, y Pablo lo dice de la siguiente manera: “Al que no cometió pecado alguno, por
    nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios”, (2 Corintios 5:21, NVI). Como
    seres humanos imperfectos somos incapaces de producir nuestra propia justicia ya que una mala obra botaría mil buenas
    obras y esto haría pedazos nuestra consciencia. Pero al entender que nuestra salvación proviene de la fe en Jesucristo las
    cosas son diferentes. La coraza de justicia se refiere a la Justicia que nos imputa Dios, la cual nos protege de la culpa y
    condenación ante Dios de tal manera que el diablo no puede atacar nuestra conciencia. David Wilkerson lo dijo de esta
    manera: “Si usted no tiene esta verdad en su vida, el diablo se divertirá arruinando sus sentimientos. Le dirá mentiras y
    lo empujará a hacer lo malo a menos que usted tenga esta verdad como el fundamento colocado debajo de todo lo que
    usted cree; ni su doctrina, ni su teología, ni su vida estará en lo correcto, si usted no tiene esa verdad. Y si no la
    entiende, ni siquiera podrá obedecer a Dios”.
    El Calzado de la Preparación para Proclamar el
    Evangelio de la Paz
    “…y calzados vuestros pies con la preparación para proclamar el evangelio de la paz…”

    Efesios 6:15 (NVI)
    saías nos dice “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia
    la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina!” (Isaías
    52:7, RV95). Ahora bien, Pablo nos aclara: “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo
    creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?” (Romanos 10:14, NVI). Antes de
    ministrar la salvación de Dios en los servicios del santuario, Moisés y Aarón se lavaron las manos y los pies (Éxodo
    40:31). Antes de dejar a sus discípulos, Jesús les lavó los pies a todos. En Efesios, los pies del guerrero están calzados
    con el apresto del evangelio, y protegidos por la paz de Jesús. El soldado romano se ponía sandalias muy fuertes para
    permanecer firmes al estar de pie en un combate cuerpo a cuerpo. Un calzado seguro es de lo más importante en nuestra
    batalla con el diablo porque éste sabe aprovecharse si ocurre un resbalón que nos desequilibra. La expresión evangelio
    proviene del griego euangélion (εὐανγέλιον) la cual es una palabra compuesta que significa: eu: bueno, angélion:
    mensaje; literalmente, buenas nuevas, por lo tanto los cristianos somos responsables de predicar este mensaje tal y como
    nuestro Señor Jesús lo ordenó: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura”. (Marcos
    16:15, NVI). Además, el evangelio de Jesucristo tiene poder para traer paz a las personas que lo entiendan, afectando el
    mundo de las tinieblas al sembrar en los corazones de los que oyen los principios de Dios. La palabra paz se traduce del
    griego eirene (εἰρήνη) y las veces que aparecen en el Nuevo Testamento se aplican a los siguientes casos:
    1. La paz que se da entre nosotros y nuestros semejantes: “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la
    mutua edificación”, (Romanos 14:19, RVA).
    2. La paz que se da entre Dios y nosotros: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
    nuestro Señor Jesucristo”, (Romanos 5:1).
    3. La paz que nuestra alma alcanzar al saber que sus pecados le han sido perdonados: “La mentalidad pecaminosa
    es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz”, (Romanos 8:6, NVI).
    Por tanto, las buenas nuevas del evangelio traen una completa paz al corazón de las personas, rompen las
    cadenas de pecado y destruyen las obras del diablo, de allí la importancia de calzarnos con la disposición de predicar la
    palabra de Dios. La RVA traduce este pasaje como: “calzados vuestros pies con la preparación para proclamar el
    evangelio de paz”; mientras que la NVI utiliza la palabra disposición en lugar de preparación. Si consideramos ambas
    palabras, debe existir una disposición de parte nuestra para predicar el evangelio de Jesucristo en todo momento que se
    presente la oportunidad, tal y como Pablo se lo encarga a Timoteo:
    “Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su
    manifestación y en su Reino, que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende,
    exhorta con toda paciencia y doctrina”.
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    2 Timoteo 4:1-2 (RV95)
    A parte de tener una disposición genuina para proclamar el evangelio también debe existir una preparación para
    hacerlo adecuadamente:
    “… Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero
    háganlo con gentileza y respeto…”

    1 Pedro 3:15b-16 (NVI)

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